Observatorio del Sur Global

BRICS PLUS: ¿Aprovechará Argentina su oportunidad?

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Por Damián Paikin *

La invitación de los países miembros del BRICS para que Argentina forme parte del bloque ingresó en un terreno de turbulencias políticas que podrían llevar a que el país deje pasar de largo esta interesante oportunidad.

Las razones para esto son lógicas. Un gobierno de salida que ni siquiera participó de la Cumbre que le abrió las puertas al bloque, ni construyó previamente un relato sobre las ventajas del ingreso al mismo. Y una oposición sobreideologizada que traslada sus lógicas de enfrentamiento interno al plano internacional convirtiendo al BRICS en algo muy lejano a lo que realmente es.

Tomo esta definición de sobreideologización para comprender cómo se puede plantear al BRICS como un espacio de gobiernos autoritarios cuando en su interior cobija a la mayor democracia del mundo (la India), a aquella que tras siglos de diferencias y conflictos raciales logró construir un marco de paz (Sudáfrica) y a la del país más poblado de nuestra región (Brasil). Obviamente es cierto que incluye gobiernos de raíz autoritaria o de democracias cuestionadas (y más aún con esta ampliación), pero son esos mismos países los que integran, por ejemplo, el G-20 sin que nadie plantee el retiro de Argentina de allí.

Carlos Escudé planteaba desde su teoría del Realismo Periférico, la necesidad de evitar la falacia antropomórfica a las relaciones internacionales. Es decir, dotar a esta política de reflejos propios de la mirada humana, y hasta uno podría decir, humanista, construyendo relaciones internacionales basadas en valores. Antes que eso proponía, pragmático, establecer relaciones con aquellos países que más contribuyeran a alcanzar el interés nacional prioritario de los países periféricos: el bienestar económico.

Siguiendo esta idea, hoy ese pragmatismo, tan celebrado por los referentes liberales en otras épocas, debería llevar sin dudas a aplaudir el ingreso a los BRICS, donde se concentran 3 de los 5 principales socios comerciales de la Argentina, además de un caudal importante de líneas de financiamiento en torno al Nuevo Banco de Desarrollo que seguramente crecerán aún más con el ingreso de nuevos jugadores como Arabía Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Es cierto que esta mirada sobreideologizada no es la única que se plantea sobre los BRICS. Existe otra perspectiva que lo ve, positivamente, como un núcleo de contrahegemonía frente a los Estados Unidos y al “consenso occidental”. Esta mirada también peca de exagerada. El BRICS nace en 2008 como un nucleamiento de las potencias emergentes frente a la crisis del centro y se plantea como un espacio alternativo, más no por ello confrontativo, ni con los Estados Unidos, ni con las instituciones de la gobernanza global como el FMI, el Banco Mundial, o la Organización Mundial de Comercio, de las cuáles todos los socios son activos miembros. Una búsqueda hacía un mayor multilateralismo antes que hacía una implosión del orden global podría ser una frase síntesis de esta idea.

Efectivamente, hay un intento de construcción de un nuevo eje de poder, principalmente propuesto por China en su disputa hegemónica, pero que no necesariamente se construye desde la lógica antimperialista sino más bien desde la construcción de espacios alternativos, y a la cual el resto de los miembros apoya tímidamente o, por momentos, directamente se opone como fue el caso del Brasil de Bolsonaro sin que esto lo llevará a salir del bloque, o la India, con quien China tiene fuertes diferencias tanto comerciales como políticas en relación al manejo del Asía.

Por tanto no es ni el reducto del mal, ni tampoco el espacio de la gesta antimperialista. Entonces bien podría preguntarse, ¿qué es y qué no es el BRICS?

¿Qué es y qué no es el BRICS?

El BRICS es un espacio de coordinación de políticas, principalmente asociadas al terreno económico, que tienen como objetivo construir herramientas comunes para un nuevo desarrollo de las relaciones económicas internacionales. Por ello sus principales discusiones actuales se organizan en el marco de las cuestiones financieras (préstamos para proyectos de infraestructura y productivos, regulación de reservas y estabilización monetaria) y comerciales (ampliación de la canasta de monedas para el pago de las transacciones, nuevos reglas para el flujo de bienes y servicios).

Es también, un marco para la construcción de un relato a escala planetaria a partir de la construcción del concepto del Sur Global.

Por el contrario, no es ni un espacio de coordinación estratégica de posicionamiento geopolítico ni tampoco, meramente, un instrumento de la política exterior china en su disputa hegemónica. Por supuesto, no es un proceso de integración tal como lo conocemos en América Latina. Si bien cuenta con algunas instituciones, como el Nuevo Banco de Desarrollo, no genera normas obligatorias ni derecho derivado para los países miembros. Por supuesto, de ninguna manera se puede pensar en algún ámbito de sesión de soberanía. Pensando en América Latina, no sería comparable con el MERCOSUR, ni tampoco con la UNASUR de sus mejores tiempos. Quizás la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) pueda tener algún parecido, con las lógicas diferencias del caso.

En definitiva, el ingreso al BRICS abre una serie de oportunidades principalmente en materia económica – financiera que claramente sería bueno aprovechar. Y trae, también, algunos rezongos de parte de los Estados Unidos, entendibles, pero que deben ser escuchados en su justa medida sosteniendo el derecho de los países a establecer relaciones maduras con todas las naciones del globo.

Sobre el futuro, en vistas de que la incorporación se daría en el marco de un nuevo gobierno, aún reina la incertidumbre. Pero desairar en un mismo movimiento a tu principal aliado global (Brasil) y a tu segundo socio comercial y potencia mundial (China) no parece una buena forma de iniciar un mandato. Por lo que es posible que esto que hoy aparece como un rechazo férreo, en caso de llegar al poder alguno de los candidatos que se oponen al ingreso, mute hacía una resignada aceptación. No se sabe, porque todo está muy extraño, pero uno podría apostar a que así será. En el fondo, aunque no lo parezca, los intereses argentinos son más permanentes de lo que los gobiernos creen.

*Director del CEAP (UBA-SOCIALES) y Director del Proyecto “Argentina y los BRICS”, Universidad Nacional de Lanús

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