Observatorio del Sur Global

Mirada Multipolar | El infernal escándalo de lavado brasileño

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Prólogo

Por Sebastián Tapia

Los años noventa fueron el inicio de un mundo unipolar dirigido por los Estados Unidos. El desmoronamiento de la Unión Soviética removió la fuerza contraria que le daba balance al sistema bipolar de la Guerra Fría. Y en este sistema unipolar, la Globalización rápidamente incorporó al mercado global a los países del otro lado de la cortina de hierro. El modelo económico y político estadounidense se alzaba como la única opción a seguir: el neoliberalismo. Los negocios y las finanzas internacionales se imponían por sobre el Estado Nación, que se veía enfrentado a nuevas amenazas: el narcotráfico, el lavado de dinero y organizaciones criminales transnacionales.

¿Y si estas amenazas no fueran externas, sino parte fundamental del orden imperante?

Pepe Escobar es un analista internacional, de origen brasileño pero de alma nómade. Hace años que vive en Asia, pero no deja de estudiar y analizar todos los rincones del globo. En el siguiente artículo nos va a presentar un viejo escándalo interno de Brasil que tiene repercusiones en el presente y que se explica como parte de la relación de los Estados Unidos con la región y con el mundo.

La importancia de este artículo no está sólo en la información que brinda. En gran parte es información conocida, o sospechada, hace mucho. Lo interesante es la red de datos y hechos que Escobar teje a partir de las nuevas revelaciones de este viejo escándalo. Y el silencio en los medios principales.

Pero si es un problema de Brasil, ¿por qué lo presentamos en Mirada Multipolar?

En primer lugar, porque trata sobre temas comunes a toda la región latinoamericana, y a todo el Sur Global: la “lucha contra las drogas” que más que erradicar la producción de sustancias peligrosas busca controlar la oferta, y destruir la competencia, ya sea en la Triple Frontera, Afganistán, Colombia o México; el lavado de dinero y su vinculación con los paraísos fiscales, que ayudan a sostener una economía ficticia enfocada en lo financiero y no en lo productivo; la vinculación de los miembros de los sistemas jurídicos de países periféricos con agencias de inteligencia de los países centrales, funcionando como guardianes de un orden establecido y pensado en esa relación de dominación.

En segundo lugar, porque es un claro ejemplo que puede ser extrapolado a otras realidades latinoamericanas. Un sistema bancario creado por la dictadura que permite la fuga de capital, explotado en los 90’s durante la “modernización” neoliberal para convertir dinero sucio en deuda pública y luego utilizado para frenar cualquier intento de desviación de los cánones neoliberales.

Por último, es un reflejo del orden unipolar que estamos viendo desaparecer. Muestra claramente cómo el sistema premia a la burguesía local que abandona su función productiva para vivir cómodamente de la renta financiera. También cómo EEUU aprovecha su situación central en el sistema financiero mundial para controlar a estas burguesías locales y evitar el desarrollo de potencias rivales. Y al hacerlo de manera ilegal, siempre pende sobre ellos una espada de Damocles judicial si quisieran abandonar el esquema. Esto reforzado por jueces que piensan primero en su carrera antes que en su país. No es casual que un país como Brasil, que discutía el establecimiento de un nuevo orden multipolar como par de otras grandes potencias (China, Rusia, India, Sudáfrica), hoy se encuentre incapaz de controlar la pandemia del COVID-19, con una economía en caída libre y perdiendo todo el capital estatal acumulado en las últimas décadas.

Una persona sirve de nexo entre estos temas, el ex-juez Moro, pero no fue su ideólogo ni el único participante. Quedará en el pueblo brasileño decidir si lo condecora con una posible presidencia o si lo castiga por lo actuado en el Lava Jato. Pero esto sólo será posible si Lula y el PT deciden patear el tablero y apostar por un nuevo sistema, por un nuevo mundo.

El infernal escándalo de lavado brasileño

Por Pepe Escobar
Fuente: Asia Times https://asiatimes.com/2020/07/brazils-money-laundering-scandal-from-hell

Dos décadas después de un terremoto político, una poderosa réplica que debería sacudir a todo Brasil es recibida con un atronador silencio.

Lo que ahora se denomina “Banestado leaks” o “CC5gate” es típico del viejo Wikileaks: una lista, publicada por primera vez completa, dando nombres y detallando uno de los mayores casos de lavado de dinero y corrupción en el mundo de las últimas tres décadas.

Este escándalo permite la saludable práctica de lo que Michel Foucault caracterizó como arqueología del conocimiento. Sin entender esta filtración, es imposible ubicar en el contexto correcto a los eventos que van desde el sofisticado asalto por Washington a Brasil – inicialmente via la NSA espiando en el primer mandato de la Presidenta Dilma Rouseff (2010-2014) – hasta la investigación de corrupción llamada “Lava jato” que encarceló a Luis Inácio Lula da Silva y abrió el camino para la elección del perejil neo-fascista de Jair Bolsonaro como presidente.

El crédito de la primicia en esta trama del tipo “George Orwell se dedica a la guerra híbrida” le corresponde, otra vez, a los medios independientes. El pequeño sitio web Duplo Expresso, dirigido por el joven, intrépido, abogado internacional con base en Berna, Romulus Maya, publicó por primera vez la lista.

Un podcast épico de cinco horas reunió a los tres protagonistas principales que denunciaron el escándalo en primer lugar, allá por los 90’s, y ahora están dispuestos a re-analizarlo: el entonces gobernador del estado de Paraná, Roberto Requiao, el fiscal federal Celso Tres y el ahora retirado superintendente de la policía, Jose Castilho Neto.

Ateriormente, en otro podcast, Maya y el antropólogo Piero Leirner, el principal analista de guerra híbrida en el Brasil, me informaron de la pluralidad de complejidades políticas de la filtración mientras discutíamos la geopolítica del Sur Global.

Las listas del CC5 están aquí, aquí y aquí. Veamos qué las hace tan especiales.

El mecanismo

Hace mucho, en 1969, el Banco Central de Brasil creó lo que fue denominado las “cuentas CC5” para facilitarle a los ejecutivos y compañías extranjeras girar legalmente activos al exterior. Por muchos años el flujo de efectivo en esas cuentas no fue significante. Pero todo cambió en los 90’s – con la emergencia de una masiva compleja y criminal estafa centrada en el lavado de dinero.

La investigación original del Banestado comenzó en 1997. El fiscal federal Celso Tres quedó pasmado al encontrar que de 1991 a 1996 se giraron al exterior el equivalente en moneda brasileña de 124 mil millones de dólares. Eventualmente el total girado en toda la duración de la estafa (1991-2002) creció a unos exorbitantes 219 mil millones de dólares – ubicando al Banestado como uno de los esquemas de lavado de dinero más grandes de la Historia.

El reporte de Tres llevó a una investigación federal enfocada en Foz de Iguazú, al sur de Brasil, situada estratégicamente en la Triple Frontera de Brasil, Argentina y Paraguay, donde los bancos locales lavaban vastas cantidades de fondos a través de sus cuentas CC5.

Así funcionaba. Vendedores de dólares en el mercado negro, ligados a los bancos y a empleados del gobierno, usaban una extensa red de cuentas bancarias bajo nombre de insospechados ingenuos y compañías fantasmas para lavar ilegalmente fondos de la corrupción pública, evasión de impuestos y crimen organizado, principalmente a través de la rama de Foz de Iguazú del Banco del Estado de Paraná. De ahí el nombre del “caso Banestado”.

La investigación federal no iba a ningún lado hasta 2001, cuando el entonces superintendente de la policía Castilho comprobó que la mayoría de los fondos terminaban efectivamente en las cuentas de la rama de Nueva York del Banestado. Castilho llegó a Nueva York en Enero de 2002 para acelerar los procesos internacionales de rastreo de dinero.

Con una orden de la corte, Castilho y su equipo revisaron 137 cuentas del Banestado de Nueva York, rastreando 14,9 mil millones de dólares. En unos cuantos casos, los nombres de los beneficiarios eran los mismos políticos activos en el Congreso, en el gabinete de ministros e incluso anteriores presidentes.

Después de un mes en Nueva York, Castilho volvió a Brasil llevando un pesado reporte de 400 páginas. Sin embargo, a pesar de la abrumadora evidencia, fue removido de la investigación, la cual fue demorada al menos un año. Cuando el nuevo gobierno de Lula asumió el poder, a principios de 2003, Castilho volvió a su puesto.

En Abril de 2003, Castilho identificó una cuenta particularmente interesante en el Chase Manhattan, llamada “Tucano” – el cual era el apodo por el que se conoce al partido PSDB liderado por el anterior presidente Fernando Henrique Cardoso, quien estaba en el poder antes que Lula y siempre mantuvo lazos muy cercanos con las maquinarias políticas de Clinton y Blair.

Castilho fue instrumental en el armado de una comisión de investigación parlamentaria sobre el caso Banestado. Pero, otra vez, esta comisión fue a ningún lado – ni siquiera hubo un voto sobre el reporte final. La mayoría de las empresas involucradas negociaron acuerdos con la Receita Federal (el ente encargado de la recaudación de impuestos) y así quedaron fuera de cualquier acción legal con respecto a evasión fiscal.

El Banestado se encuentra con el Lava Jato

En resumen, los dos grandes partidos políticos – el neoliberal PSDB de Cardoso y el Partido de los Trabajadores de Lula, ninguno de los cuales realmente enfrentaron las maquinaciones del imperialismo y de la clase rentística brasileña – enterraron activamente una investigación a fondo.

Es más, Lula, llegando justo después de Cardoso, y consciente de mantener un mínimo de gobernabilidad, tomó la decisión estratégica de no investigar la corrupción “tucana”, incluso un par de dudosas privatizaciones.

Los fiscales de Nueva York llegaron incluso a preparar una lista especial del Banestado para Castilho con lo que realmente importaba para que avance un procesamiento criminal: el ciclo completo del esquema de lavado de dinero, con los fondos siendo ilegalmente girados fuera de Brasil usando las cuentas CC5, luego pasando por las ramas de Nueva York de los bancos brasileños involucrados, luego llegando a cuentas bancarias off-shore y depósitos en paraísos fiscales (por ejemplo, Islas Cayman, Jersey, Suiza) para finalmente volver a Brasil – totalmente limpios – como “inversión extranjera”, y así ser disfrutada por los beneficiarios finales, quienes habían sacado originalmente el dinero del país con las cuentas CC5.

Pero el entonces Ministro de Justicia de Brasil, Marcio Thomaz Bastos, designado por Lula, lo canceló. Como dice metafóricamente el superintendente Castilho, “esto previno que vuelva a Brasil con el cuerpo del delito.”

Mientras que Castilho nunca pudo obtener este documento fundamental, al menos dos diputados basileños, dos senadores y dos fiscales federales, quienes luego llegarían a la fama como “estrellas” del Lava Jato – Vladimir Aras y Carlos Fernando dos Santos Lima – sí lo obtuvieron. Por qué y cómo este documento – llamémoslo “el cuerpo” – nunca pudo encontrar su camino en los procedimientos judiciales de Brasil es un misterio extra envuelto dentro de todo este enigma.

Al mismo tiempo, hay reportes “no confirmados” (varias fuentes no quieren constar en el registro sobre esto) que dicen que el documento puede haber sido usado directamente en extorsiones de los individuos, principalmente billonarios, que figuraban en la lista.

El toque extra de la esfera judicial llega del hecho que el juez provincial a cargo de enterrar el caso Banestado fue ningún otro que Sergio Moro, el ególatra análogo a Elliot Ness, que en la década siguiente se alzaría a superestrella como el capo di tutti i capi de la inmensa investigación Lava Jato y luego Ministro de Justicia con Bolsonaro.

Moro terminó renunciando y ahora está de hecho en campaña para ser elegido presidente en 2022.

Y aquí llegamos a la conexión tóxica entre Banestado y Lava Jato. Considerando lo que ya es de público conocimiento sobre el modus operandi de Moro en el Lava Jato, cómo alteró nombres en documentos con el único objetivo de enviar a Lula a la cárcel, el desafío yace en probar cómo Moro “vendía” el evitar ir preso por el Banestado. Tenía una excusa legal muy conveniente: sin “el cuerpo” en Brasil para que sigan los procesamientos, nadie podía ser encontrado culpable.

As medida que entramos en detalle, el caso Banestado se parece cada vez más al hilo de Ariadna que podría revelar el principio de la destrucción de la soberanía de Brasil. Un cuento lleno de lecciones a ser aprendidas por todo el Sur Global.

El rey del mercado negro de dólares

Castilho, en ese podcast épico, hizo sonar las alarmas cuando se refirió a 17 millones de dólares que habían transitado por la rama de Nueva York del Banestado y luego fueron enviados a, de todos los posibles lugares, Pakistán. Él y su equipo lo averiguaron sólo unos meses antes del 9/11. Le envié unas preguntas sobre eso, y su respuesta, a través de Maya, fue que sus investigadores lo reflotarían todo de nuevo, ya que un reporte dice el origen de esos fondos.

Esta es la primera vez que este tipo de información llega a la luz – y las ramificaciones podrían ser explosivas. Estamos hablando de fondos sucios, tal vez de operaciones con drogas y armas, saliendo de la Triple Frontera, que casualmente es históricamente un lugar para operaciones negras de la CIA y el Mossad.

El financiamiento pudo haber sido provisto por el así llamado “rey del mercado negro de dólares”, Dario Messer, vía cuentas CC5. No es ningún secreto que los operadores del mercado negro de la Triple Frontera están todos conectados con el tráfico de cocaína vía Paraguay – y con los evangélicos. Esa es la base de lo que Maya, Leirner y yo hemos descripto como el Evangelistán de la Cocaína.

Messer es un engranaje indispensable en el mecanismo de reciclaje inserto en el tráfico de drogas. El dinero viaja a paraísos fiscales bajo protección imperial, es debidamente lavado, y es gloriosamente resucitado en Wall Street y en la City de Londres, con el bonus extra de suavizar un poco la balanza de pagos estadounidense. Pie para la “exuberancia irracional” de Wall Street.

Lo que realmente importa es la libre circulación de la cocaína. Por qué no, escondida en alguna carga de soja, algo que vuelve con el beneficio extra de asegurar el bienestar del agronegocio. Es un espejo del camino de la heroína de la CIA en Afganistán que detallé aquí.

Por sobre todo, políticamente, Messer es el famoso eslabón perdido a Moro. Aún medios hegemónicos como el diario O’Globo fue forzado a admitir, el pasado Noviembre, que los oscuros negocios de Messer eran “monitoreados” continuamente hace dos décadas por diferentes agencias estadounidenses desde Asunción y Ciudad del Este en Paraguay. Moro, por su parte, es un activo de dos agencias estadounidenses – FBI y CIA – además del Departamento de Justicia.

Messer puede ser el comodín en esta trama complicada. Pero también está el Halcón Maltés: Sólo hay un Halcón Maltés, como inmortalizó el clásico de John Huston. Y actualmente se encuentra en una caja fuerte en Suiza.

Me refiero a los documentos oficiales originales presentados por el gigante de la construcción Oderbrecht a la investigación Lava Jato que han sido indiscutidamente “manipulados”, “supuestamente” por la misma compañía. Y “tal vez” en colusión con el entonces juez Moro y el equipo de la fiscalía liderado por Deltan Dallagnol.

No sólo, posiblemente, para poder incriminar a Lula y a sus allegados, sino también – principalmente – eliminar cualquier mención de individuos que nunca debían ser llevados a la luz. O a la justicia. Y si, adivinaron correctamente si pensaron sobre el (protegido por EEUU) rey del mercado negro de dólares.

El primer impacto político serio después de la publicación de las filtraciones del Banestado es que los abogados de Lula, Cristiano y Valeska Zanin hane finalmente, requerido oficialmente a las autoridades suizas la entrega de los documentos originales.

El gobernador Requiao fue el único político brasileño en pedirle públicamente a Lula, el pasado Febrero, que vaya a buscar los documentos a Suiza. No es sorpresivo que Requiao sea la primer figura pública en Brasil que le pida a Lula que haga público el contenido de los documentos en cuanto los tenga.

La lista real, sin adulterar, de Oderbrecht con las personas involucradas en corrupción está llena de nombres importantes – incluyendo la elite judicial.

Confrontando ambas versiones, los abogados de Lula podrán finalmente demostrar la falsificación de “evidencia” que llevó al encarcelamiento de Lula y también, entre otras cosas, al exilio del anterior presidente del Ecuador, Rafael Correa, el encarcelamiento de su vicepresidente, Jorge Glas, la prisión del anterior presidente del Perú, Ollanta Humala, y su mujer, y más dramáticamente, el suicidio del quien fuera dos veces presidente del Peru, Alan García.

Patriot Act brasileña

El gran tema político ahora es no descubrir al maestro titiritero que enterró el escándalo de Banestado por dos décadas.

Como el antropólogo Lernier lo detalló, lo que importa es que la filtración de las cuentas CC5 se enfoca en el mecanismo de la corrupta burguesía brasileña, con la ayuda de sus socios políticos y judiciales – nacionales y extranjeros – para solidificarse como una clase rentística, pero siempre sumisa y mantenida en orden por archivos imperiales “secretos”.

Las filtraciones del Banestado y las cuentas CC5 deben verse como una apertura política para que Lula apueste por todo. Esto es una guerra (híbrida) total – y pestañar no es una opción. El proyecto geopolítico y geoeconómico de la destrucción de la soberanía brasileña y tornarlo una sub-colonia imperial va ganando – por lejos.

Una forma de medir la explosividad de las filtraciones del Banestado y el CC5gate ha sido la reacción en varios lugares de reunión: un atronador silencio, y eso incluye a los partidos de izquierda y a los medios alternativos supuestamente progresistas. Los medios hegemónicos, para quienes el juez Moro es una vaca sagrada, como mucho lo consideran “una historia vieja”, “fake news” o incluso un “engaño”.

Lula se enfreta a una fatídica decisión. Con acceso a los nombres ensombrecidos por el Lava Jato, él puede soltar una bomba de neutrones y salirse con un reseteo de todo el sistema – exponiendo una banda de jueces de la Corte Suprema ligados al Lava Jato, fiscales, fiscales generales, periodistas e incluso generales que recibieron fondos de Oderbrecht en el exterior.

Esto sin nombrar el traer al frente al “rey del mercado negro de dólares” Messer, quien controla el destino de Moro. Esto significa levantarle el dedo apuntando directamente al “Estado Profundo” estadounidense. No es una decisión fácil de hacer.

Ahora está claro que los acreedores del estado brasileño eran, originalmente, deudores. Confrontando diferentes cuentas es posible cuadrar el círculo del legendario “desbalance fiscal” brasileño – exactamente cuando esta plaga vuelve, otra vez, con el intento de decimar los activos del sufriente Estado brasileño. El Ministro de Finanzas Paulo Guedes, un neo-pinochetista y porrista de Milton Freeman, ya ha advertido que seguirá vendiendo empresas estatales como si no hubiera mañana.

El plan B de Lula podría ser negociar algún tipo de acuerdo que entierre todo el dossier – al igual que la investigación original de Banestado fue enterrada hace dos décadas – para mantener el liderazgo del Partido de los Trabajadores como una oposición domesticada, y sin tocar el tema absolutamente esencial: cómo Guedes está vendiendo el Brasil.

Esa sería la línea favorecida por Fernando Haddad, quien perdió la elección presidencial con Bolsonaro en 2018 y es una especia de versión brasileña de Michelle Bachelet, la ex presidenta de Chile. Es un neoliberal avergonzado que sacrificaría todo por tener otro intento de llegar al poder en 2026.

Si el Plan B llegara a ocurrir, galvanizaría la ira de los sindicatos y los movimientos sociales – la carne y sangre de las clases trabajadoras brasileñas, los cuales están a punto de ser totalmente decimados por el neoliberalismo recargado y la colusión tóxica entre la versión brasileña del Patriot Act estadounidense con los esquemas militares que se benefician del Evangelistán de la Cocaína.

Y todo esto después que Washington – exitosamente – casi ha destruido al campeón nacional Petrobrás, el objetivo inicial del espionaje de la NSA. Zanin, el abogado de Lula, agrega – tal vez muy tarde ya – que la “cooperación informal” entre Washington y el Lava Jato fue de hecho ilegal, de acuerdo al decreto número 3.810/02.

¿Que hará Lula?

De esta manera, como un efecto de la filtración del Banestado, se armó una primer “lista VIP” del Banesado . Incluye al actual presidente del Supremo Tribunal Electoral, quien también sirve como miembro de la Corte Suprema, Luis Roberto Barroso, banqueros, empresarios de medios e industriales. El fiscal del Lava Jato, Deltan Dallagnol, es muy cercano al neoliberal miembro de la Corte Suprema en cuestión.

La lista VIP debe ser leída como una hoja de ruta de las prácticas de lavado de dinero del 0.01% de la sociedad brasileña – aproximadamente estimado en 20.000 familias que son dueñas de cerca de un trillón de dólares en deuda interna brasileña. Una gran parte de esos fondos han sido reciclados de vuelta en Brasil como “inversión extranjera” a través del esquema de CC5 en los 90’s. Y es así como explotó la deuda interna de Brasil.

Todavía nadie sabe en detalle dónde el torrente de dinero sucio habilitado por el Banestado finalmente aterrizó. Nunca fue formalmente reconocido que “el cuerpo” fue traído de Nueva York ni nunca llegó a los procesos judiciales. Pero el lavado de dinero definitivamente sigue en progreso – por lo que el crimen no prescribiría – así que alguien, cualquiera, debería ser llevado a la cárcel. Pero no parece que nada de esto vaya a suceder pronto.

Mientras tanto, permitido por el “Estado Profundo” estadounidense, las finanzas transnacionales y las elites cipayas – algunas en uniforme y otras con hábito – el golpe híbrido en cámara lenta contra el Brasil sigue creciendo, día a día aproximándose de apoco a una dominación completa.

Lo que nos lleva de vuelta a la pregunta final: ¿Que hará Lula con esto?

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