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Retroceso del oficialismo chileno en las primeras elecciones regionales

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por Ariadna Dacil Lanza

El estallido chileno de octubre 2019, lejos de ser un fenómeno efímero, llegó hasta la actualidad y promete seguir dejando huellas. El pasado domingo los chilenos y chilenas volvieron a las urnas para terminar de cerrar el mega proceso electoral iniciado a mediados de mayo cuando eligieron a los constituyentes que redactarán la nueva constitución, votaron por primera vez a los gobernadores -en primer turno-, y a nivel municipal, definieron los alcaldes y concejales. Así, el 13 de junio quedó configurada la distribución de poder en las administraciones subnacionales donde el oficialismo retuvo únicamente uno de los 16 cargos de gobernadores, quienes serán los nuevos encargados de las regiones. 

Cabe recordar que hasta el momento, las regiones estaban a cargo de los Intendentes, quienes eran designados por el Presidente y no a través de las urnas. A partir de la reforma de la constitución de 2017, se estipuló que en las siguientes elecciones -previstas para octubre 2020 pero pospuestas hasta 2021- la figura del Intendente sería no solo reemplazada por la de gobernador sino que también éste sería electo por el voto popular. Su mandato será por un período de cuatro años. 

Sin embargo, la descentralización del poder del titular del Ejecutivo Nacional es evidente, por otro lado se estipuló la creación de una nueva figura que no goza del mismo proceso de selección que los gobernadores. Es la figura del Delegado Regional que más bien remite al viejo modelo ya que será designado por el primer mandatario. Sus atribuciones serán la de realizar acciones de gestión y coordinación.

El primer turno la votación se había desdoblado en dos días para evitar aglomeraciones en el contexto de pandemia. Además de constituyentes y cargos municipales había 90 candidatos a gobernadores de todo el espectro político: “Unidad Constituyente”, constituida en septiembre de 2020, está integrado por Partido por la Democracia (PPD), Partido Radical (PR), Partido Socialista (PS), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Progresista (PRO) y Ciudadanos (CIU); “Chile Vamos” que convoca al oficialismo, y que desde 2015 convoca a los partidos de la derecha, la Unión Demócrata Independiente, Renovación Nacional, Partido Regionalista Independiente Demócrata y Evópoli. En la segunda vuelta la cita fue de un solo día. 

Este nuevo sistema de selección de autoridades a nivel regional no es producto del estallido de 2019, porque lo antecede, pero el proceso de octubre dejó su marca en los resultados. El oficialismo ubicado en “Chile Vamos” fue el gran perdedor ya que no tendrá prácticamente presencia. Mantuvo solamente una gobernación. Mientras que la ex Concertación, ahora Unidad Constituyente, fue el gran ganador al conquistar 10 regiones. 

Resultados por región:  Atacama, Coquimbo y Biobio fue para los independientes. Antofagasta, Arica y Parinacota, Aysén, Maule, Magallanes, de Los Lagos, Ñuble, de Los Ríos y O’Higgings fueron para Unidad Constituyente, que además se llevó la perla de la región Metropolitana con el demócrata cristiano Claudio Orrego. En Tarapacá ganó la fuerza de izquierda Comunes y en Valparaiso el Frente Amplio. La Araucanía fue el único bastión del oficialismo y será representado por Luciano Rivas. 

Si el descontento contra el gobierno empujó al presidente Piñera a realizar una consulta popular para que el pueblo chileno definiera si quería o no una nueva carta magna, y luego también incidió en los resultados de los comicios de mayo, donde no pudo tener un rol predominante en la composición de la futura Convención Constituyente ni en los demás cargos ejecutivos subnacionales, ahora se replicó en la elección del domingo último. El descontento del estallido sigue marcando su legado y tendrá un nuevo desafío en las presidenciales de fin de año.

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