por Pablo Macía
Durante el 2021 se cumplen 30 años del nacimiento del Mercosur (Mercado Común del Sur), iniciado con la firma del Tratado de Asunción por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay el 26 de marzo de 1991. El mismo surgía con el objetivo declarado de ampliar los mercados nacionales como condición para “acelerar el proceso de desarrollo económico con justicia social”, preservando el ambiente, mejorando la infraestructura de conexiones físicas y la complementación productiva. A su vez se proponía promover el desarrollo científico tecnológico y modernizar la producción de bienes y servicios para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
De esta forma se creaba una clara conciencia de la necesidad de constituir un bloque regional capaz de sobrevivir a la competencia internacional en el contexto de avance de la globalización neoliberal de los ´90, potenciada por la caída de la URSS y la previsión de un mundo unipolar con hegemonía de Estados Unidos.
Bajo estos presupuestos, el Mercosur impulsó, hacia adentro, la eliminación progresiva de aranceles aduaneros entre los países miembro, la libre circulación de bienes y servicios en la intrazona, y la coordinación de políticas macroeconómicas (fiscales, monetarias, cambiarias, industriales, agrícolas y de servicios, entre otras). En la relación hacia afuera, promovía la conformación de aranceles externos comunes para otros países, sumada a la coordinación de una política comercial como bloque regional en los foros económicos multilaterales.
Sin embargo, la historia del Mercosur estará tensionada por la disputa política sobre el tipo de integración del bloque, y por el marco de inserción internacional que promueva hacia afuera. Las históricas disputas internas en cada uno de los países se trasladan así al marco regional. Por un lado, el modelo de inserción liberal vinculado a las ventajas comparativas de la región, relegándola a productora de materias primas y a algunos enclaves industriales modernos vinculados a cadenas globales de valor, en una relación dependiente y subordinada. Por el otro, un modelo desarrollo industrial y científico tecnológico autónomo, con justicia social y promoción de derechos, orientado al mercado interno como primer paso para la inserción internacional en base a la exportación de bienes y servicios diversificados y con mayor valor agregado.
Las etapas del proceso de integración
El proceso de integración regional atravesó distintas etapas al calor de las coyunturas políticas de los países miembro. En los ´90, la integración se consolidó en el marco de la hegemonía neoliberal impulsada por el consenso de Washington, adquiriendo un carácter eminentemente comercial favorable para los grandes consorcios empresariales como en el caso más notorio de la industria automotriz. Más allá de las políticas socialmente excluyentes características del período, el Mercosur posibilita un gran aumento del volumen y magnitud del intercambio comercial intra zona, que consolidará las bases económicas de espacio. Así, por ejemplo, Brasil se constituye en el principal socio comercial de la Argentina, permitiendo la exportación de bienes y servicios diversificados y con valor agregado.
La conformación de un MERCOSUR político, económico y social
Pero será recién en los inicios de este siglo que el proceso adquiere un carácter más integral, autónomo y soberano, adquiriendo una fuerte dimensión social con el arribo de los gobiernos populares de Néstor Kirchner, Lula y Tabaré Vázquez. La integración ya no estará vinculada exclusivamente a la conformación de acuerdos comerciales, sino a la construcción de una ciudadanía regional, a la integración social, cultural y política.
Sin dudas uno de los mayores hitos de esta etapa fue la presión del bloque para extinción del ALCA en el 2005, que representaba la subordinación de América Latina a los intereses de Estados Unidos. A su vez, se crea el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) con el objetivo de reducir las asimetrías entre los países miembros, promoviendo proyectos de infraestructura orientados a fortalecer prioritariamente a Paraguay y Uruguay. En materia de integración política se firma el Protocolo de Constitutivo del Parlamento del Mercosur, y en materia social el Protocolo de Promoción y Protección de los Derechos Humanos.
Promediando su recorrido, el MERCOSUR inicia en 2006 en Córdoba, el I Encuentro por un Mercosur Social y Productivo, antecedente de la Cumbre Social del Mercosur, con la presencia de Fidel y Chávez, que brindan un histórico acto frente a 200 mil personas. También comienza a gestarse el proceso de integración de Venezuela al bloque, que se sustancia en 2012 potenciando la importancia geopolítica del MERCOSUR.
La clave de este proceso de integración es “pensar en grande para ser más grandes”, superando los intereses sectoriales y los juegos de suma cero en los que un actor intenta ganar en detrimento de otros sectores dentro del bloque regional. Así, hasta el 2015, se constituyó un modelo de integración política, económica y social que fortaleció las capacidades del bloque, construyendo un circulo virtuoso de crecimiento con inclusión social que irradió su impronta más allá de sus fronteras, hacia toda América Latina y en el conjunto del sur global.
El giro a la derecha desde 2015
Este proceso se obturó durante el último lustro como consecuencia del avance de gobiernos de derecha que aprovecharon el ralentizamiento del crecimiento económico, y capitalizaron en constante asedio y desprestigio promovidos por las corporaciones mediáticas y judiciales hacia los gobiernos populares de la región. Las estrategias de desestabilización y Lawfare lograron su cometido con el ascenso de Macri y Bolsonaro como personajes centrales de este período. Bajo una nueva impronta liberal conservadora, se paralizó la dimensión social y política del proceso y se orientaron estrategias de vinculación dependiente con otras regiones como Estados Unidos y la Unión Europea. Los indicadores más recientes del Mercosur¹ muestran contundentemente el retroceso generado por estas políticas. La participación de la Argentina en las exportaciones a la intrazona bajó de un promedio del 25% hasta el 2014 a un 19 % en 2019.
Esta caída se da en detrimento de los productos diversificados y con valor agregado que Argentina exporta a la intrazona, mientras que ganan mayor peso el comercio de bienes primarios hacia el mercado Chino. Así se restablece un patrón primario exportador que desalienta la promoción de la producción y el empleo industrial local.
Por otro lado, el intento de consolidar el acuerdo con la Unión Europea es otro indicador de esta pérdida de autonomía y la entrega hacia un modelo de inserción primarizado.
Nuevo avance del campo popular y disputa regional
El cambio de gobierno en Argentina, con el triunfo del Frente de Todos en 2019, constituyó un freno al avance de la derecha en la región, y permitió irradiar una estrategia renovada para las fuerzas populares, que le dieron la victoria electoral al MAS en Bolivia y al correísmo en Ecuador de la mano de Andrés Arauz. Dentro de este proceso se inscriben también la deslegitimación social del gobierno de Bolsonaro y la liberación de Lula en Brasil, luego del escandaloso proceso de proscripción que sufrió con la persecución política y el Lawfare.
Se constituye así un nuevo escenario de disputa en la región para reorientar el proceso del Mercosur hacia la estrategia de integración política, económica y social que le devuelva al bloque el protagonismo de las primeras décadas del siglo.
Construir la integración regional desde lo local: el potencial de la Provincia de Buenos Aires
El triunfo del Frente de Todos en la Provincia de Buenos Aires genera una nueva perspectiva de desarrollo con inclusión, y de transformación estructural en la jurisdicción con mayor potencial industrial de la Argentina. El gobernador Axel Kicillof ha reflotado la épica de otorgarle a la Provincia el protagonismo que tiene por sus dimensiones territoriales (una superficie similar a la de Italia), su población (17,7 millones de habitantes) y por los sectores productores de valor agregado como el complejo industrial automotriz, del acero, de la siderurgia, de las oleaginosas, la ganadería, la metalmecánica, el calzado, el cemento, la petroquímica entre otros que representan el 40% del PBI nacional.
Además cuenta con 23 Universidades Nacionales y 2 Provinciales, Institutos de Investigaciones, centros turísticos de los más concurridos del país, e industrias culturales diseminadas en todo su territorio. De esta forma, la Provincia de Buenos Aires es un elemento clave en la integración regional a partir de la proyección del intercambio comercial, cultural, turístico, educativo, para la región.
La dinámica del nuevo gobierno se propone relanzar las capacidades de la provincia, reforzando una estrategia de desarrollo en la que además se encuentra la gestión de los puertos y canales que unidos a la industria naviera, promueven la infraestructura de intercambio comercial necesario para la región.
Esta estrategia está orientada a revertir las políticas de “industricidio” del último gobierno de Cambiemos, que en el período 2015-2019 provocó una caída del Producto Bruto Geográfico de un 5,1%, la pérdida del 11% de los puestos de trabajo registrados y más del 15% de las pymes industriales.
En ese contexto y aún durante el 2020, signado por la pandemia, se relanzó la iniciativa de la Subsecretaría de Relaciones Internacionales e Institucionales de la Provincia, con la implementación de múltiples proyectos de cooperación internacional. Entre los más destacados se encuentran los de promoción del sector PyME, el de fortalecimiento de trabajadoras de la economía social, de asistencia tecnológica frente a la pandemia, y la elaboración del Catálogo bonaerense para la cooperación internacional, que indentificará las principales capacidades sectoriales de los 135 municipios de la provincia.
Estas iniciativas vuelven a poner a la provincia en una línea de acción caracterizada por la literatura académica sobre los estados subnacionales como “paradiplomacia”, que se orienta a “mejorar el desarrollo socio-económico de sus pueblos, la atracción de inversiones o el armado de redes focalizadas en el intercambio de experiencias”². Las posibilidad de establecer relaciones internacionales por los Estados sub-nacionales fue incorporada a la Constitución en la reforma de 1994, en el artículo 124, donde avala la acción externa de las provincias y la “firma de convenios cuando aquellos se orienten al logro del desarrollo económico y social del territorio”³, y no vayan en contra de la política exterior de la Nación.
De esta manera, con la complementación de la Política Exterior Argentina y la Provincial, surge la posibilidad de restablecer los lazos construidos por los gobiernos populares durante el comienzo del siglo XXI. La realización material y simbólica de esa reactivación del proceso de integración y desarrollo, puede resumirse en la terminación de los buques petroleros Eva Perón y Juana Azurduy, construidos en Astilleros Río Santiago de Ensenada por encargo de PDVSA y que fueran paralizados durante el Gobierno de Cambiemos. El titular de ARS, Ariel Basteiro indicó que se realizaron gestiones para terminar el primer buque en 8 meses durante el 2021 y continuar la construcción del segundo.
El MERCOSUR atravesó diversas etapas en sus 30 años. Más allá de avances y retrocesos, durante este semestre, con la Presidencia Pro Tempore de la Argentina, el panorama es de expectativa para quienes impulsan la puja por la orientación del bloque hacia un proyecto de integración política autónomo y soberano
¹ Informe Técnico de Comercio Exterior 2019 (Mayo 2020) COMITÉ TÉCNICO N° 6 “Estadísticas del Comercio Exterior del MERCOSUR”, UTECEM/Secretaría del MERCOSUR
² Paikin, D. (2011) “Federalismo e integración regional: los vínculos de las provincias argentinas con el MERCOSUR.” Revista de relaciones internacionales Número 41, IRI-UNLP, 2012.
³ Paikin, D. (2011),“Gobierno multinivel e integración regional. La acción provincia en el ámbito del Mercosur”, Revista Punto Europa, Nº 2, Buenos Aires, Universidad de Bologna.