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Se realizó la Cumbre de la Organización de cooperación de Shanghái con la incorporación de Irán y mayor integración. A 500 días de la guerra en Ucrania el conflicto continúa entre el estancamiento y la amenaza de una escalada. Los efectos del cambio climático batieron récords históricos y se conocieron nuevas proyecciones de la FAO sobre la alimentación mundial. El Mercosur se debate entre un modelo de integración y desarrollo frente a uno de fragmentación y libre comercio. Se desarrolló la 45° cumbre de Jefes de Estado de CARICOM en su 50 aniversario con el acuerdo de libre circulación de personas entre sus miembros.

Por Federico Montero y Pablo Macia

Se realizó la Cumbre de la Organización de cooperación de Shanghái con la incorporación de Irán y mayor integración

Con la presidencia pro tempore de India, el martes 4 de julio se desarrolló bajo formato virtual la 23ª cumbre del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Fundada en 2001, la OCS está formada por China, India, Kirguistán, Kazajistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Además, hasta ahora había cuatro estados observadores interesados en adherirse como miembros de pleno derecho: Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia, y otros seis asociados en el diálogo, esto es Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía. El principal avance en este sentido fue la incorporación plena de Irán al organismo y el memorándum para que Bielorrusia pueda hacerlo en 2024. De esta manera, el bloque euroasiático avanza hacia occidente, contrarrestando la política de la OTAN que desde el año pasado ha considerado a Rusia como la principal amenaza y a China como un desafío estratégico. La alianza militar occidental se reunirá esta semana entrante, los días 11 y 12 de julio en Vilna, capital de Lituania, y todo indica que permanecerán con esa misma lógica de confrontación hacia Moscú y Beijing.

Pero más allá de los aspectos vinculados a la seguridad y la geopolítica, la OSC no es una alianza meramente militar que unifica ejércitos, sino un espacio de cooperación pragmática en materia económica y de infraestructura. Desde esa perspectiva, la OSC es un espacio que discute iniciativas como las propuestas por China como la Franja y la ruta, o las impulsadas por India como las startups e innovación digital y la medicina tradicional. La incorporación de Irán al organismo también permite mejorar la articulación comercial en el corredor norte sur que atraviesa em mar caspio, entre otras iniciativas. Entre todos los países miembros de la OSC se calcula que alcanzan un 30% del PBI mundial y el 40% de la población global, siendo China, India y Rusia las principales potencias emergentes que están dentro de las 10 economías más grandes del planeta. Otro aspecto que ha debatido el organismo es el de avanzar hacia mecanismos de intercambio comercial y financieros alternativos a la hegemonía del dólar, impulsando monedas locales que alivien la presión de la divisa occidental en cuestiones como las deudas externas que vienen socavando las posibilidades de desarrollo de países de renta media y baja. Los avances hacia estas iniciativas que promuevan una mayor autonomía frente a las sanciones occidentales se vienen impulsando cada vez con más fuerza. Pero la organización excluye los enfoques de confrontación de bloques ideológicos y promueve un multilateralismo basado en la cooperación de mutuo beneficio, con respeto hacia la diversidad cultural, la no injerencia en asuntos internos, y la seguridad equitativa, integral y cooperativa. Es por ello que el bloque se compone de países que mantienen distintos grados de acuerdo con las potencias occidentales, entre las que India se destaca como el de mayor relacionamiento mientras que sobre Rusia e Irán pesan las mayores sanciones de este bloque. Pero independientemente del grado de relacionamiento con occidente, es claro que los países de la OSC mantienen una política de autonomía estratégica frente a los intentos hegemónicos de Estados Unidos y sus aliados, promoviendo de esta manera un miltipolarismo con mayor protagonismo de los países emergentes y del sur global.

A 500 días de la guerra en Ucrania el conflicto continúa entre el estancamiento y la amenaza de una escalada.

El sábado 8 de julio se cumplieron 500 días del inicio de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Según la ONU, el conflicto militar se ha llevado la vida de más de 9 mil civiles hasta la fecha y unos 11,3 millones de ucranianos fueron desplazados en ese período (5 millones de estos dentro del país y 6,3 millones en el extranjero) según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Así la guerra continúa con la ocupación militar de Moscú en gran parte de la zona rusoparlante de Ucrania en el donbás y el sur del país, mientras que la contraofensiva anunciada desde hace unas semanas no ha tenido grandes avances que mostrar. En ese contexto la novedad de la semana es la decisión de Estados Unidos de proveer a Kiev de bombas racimo en el enfrentamiento. Este armamento ha sido denunciado por organismos de derechos humanos internacionales y está prohibido en una centena de países por los peligros que causa en la población civil. En efecto, las bombas racimo desprenden un centenar de explosivos que se esparcen por la zona afectada, y alrededor de un 40% de las mismas no explotan en el momento, sino que quedan dispersas por el territorio. Esto conforma el peligro de ser detonadas por la acción civil incluso luego de muchos años, como ha sucedido en Laos o Vietnam, entre otros ejemplos. A esto se suma que estas nuevas municiones pueden constituir una escalada en el conflicto militar, generando aún más victimas en el desarrollo de la guerra.

Por otro lado, durante esta semana se desarrollará la reunión anual de la OTAN en Vilna, donde Ucrania presiona para entrar en la coalición una vez que termine la guerra frente a Rusia. En ese encuentro,  los presidentes de Lituania, Polonia y Letonia están presionando para endurecer las defensas de la coalición frente a Bielorrusia, a la que consideran un peligro por las armas tácticas que presentan en su acercamiento a Rusia y por la probable estadía del grupo Wagner en el país. En un primer momento se anunció que los mercenarios comandados por Evgeny Prigozhin llegarían a Minsk luego de deponer el amotinamiento que el 24 de junio realizaron en Rusia, y que amenazó con marchar a Moscú en una suerte de golpe de estado. La intentona fue sofocada pero finalmente no se conoce el verdadero paradero de los rebeldes. Por lo pronto, el emporio económico de Prigozhin, que estaba compuesto por medios de comunicación, granjas de trolls y la proveduría gastronómica a la oficialidad rusa comienza a desmantelarse como represalia del Kremlin a su levantamiento.

Un último aspecto a tener en cuenta es el potencial peligro de un quiebre en el acuerdo de granos concretado por Rusia y Ucrania con la mediación de Turquía y la ONU. Desde Moscú critican la implementación del mismo, afirmando que en vez de destinarse el cereal a cubrir las necesidades alimentarias de África, y los países más necesitados, se termina comerciando a Europa para bajar los precios. Desde el Kremlin también reclaman que los fertilizantes rusos necesarios para potenciar la producción alimentaria son trabados por las sanciones financieras y logísticas impuestas por occidente, generando un incumplimiento de los compromisos asumidos en el acuerdo. En este contexto puede peligrar la continuidad del acuerdo que debe renovarse a mediades de este mes, lo que traería una nueva alza de precios internacionales y más hambre para las poblaciones más vulnerables.

Los efectos del cambio climático batieron récords históricos y se conocieron nuevas proyecciones de la FAO.

Según estimaciones privadas de Climate Reanalyzer, la semana pasada batió el récord de ser la más calurosa en el mundo, desde que se toman los registros. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) que es el organismo público más legitimado no confirmó este dato aunque afirmó que se han registrado temperaturas récord de superficie cálida en muchos lugares del mundo, lo que permite prever que puedan superar al 2016 como el año más caluroso registrado a partir del último gran “El niño”. El secretario general de la ONU ha dicho que “el cambio climático está fuera de control” y llamó nuevamente a impulsar la transición energética justa urgentemente. El dramatismo de la situación surge de la falta de compromiso de las distintas partes en el calentamiento global, como las que se manifestaron en la última Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27), celebrada en Egipto del 6 al 18 de noviembre de 2022. En ella no se arribó a un acuerdo concreto en términos de impulsar las responsabilidades compartidas pero diferenciadas entre los distintos países frente al calentamiento global. Este principio establece que son los países desarrollados, que más contaminan, quienes deben invertir más en la transición justa y el desarrollo de los demás países, mientras que los menos desarrollados mantienen una cuota mayor para utilizar energías en transición que les permita superar la crisis social frente a la ambiental. Pero la interpretación de este objetivo es lo que está en disputa a nivel global, ya los países desarrollados imponen estándares ambientales altos para impedir el desarrollo de los emergentes. Por otro lado, las principales economías como Estados Unidos y China han incumplido los compromisos asumidos, en una carrera que continúa deteriorando el ambiente.

Por otro lado, durante la semana también se conoció el informe de la OCDE-FAO: Perspectivas agrícolas 2023-2032, describiendo las tendencias a mediano plazo de la producción, el consumo y el comercio de alimentos a nivel mundial.En el mismo se estima que la producción alimentaria se desacelerará al compás de la curva poblacional, teniendo como principales desafíos de la producción alimentaria al cambio climático, las enfermedades de animales y plantas, y las tensiones geopolíticas que incrementan los precios de los principales insumos agrícolas. En ese marco se calcula que la producción mundial de la agricultura, la ganadería y la pesca crecerán a una tasa media anual del 1,1 % hasta el 2032, la mitad del ritmo registrado en el decenio que finalizó en 2015. En América Latina, el superávit comercial de productos agrícolas se espera que aumente un 17 %, elevando al 40 % la cuota de producción agrícola exportada para 2032.

El Mercosur se debate entre un modelo de integración y desarrollo frente a uno de fragmentación y libre comercio.

Durante la semana se realizó la 62° Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur y Estados Asociados en la que Alberto Fernández le pasó la presidencia pro tempore a Luiz Inacio Lula Da Silva luego su última vez hace 13 años cuando ejercía su segundo mandato. El presidente de Brasil, junto con Néstor Kirchner inauguraron el 2003 el llamado Consenso de Buenos Aires, que otorgó una dimensión de integración económica, política, social y cultural al espacio regional que durante la década del ´90 mantenía un carácter meramente comercial. En la etapa actual, el Mercosur está empantanado entre esos dos proyectos de articulación regional. Uno, encarnado por el gobierno de Argentina y Brasil, impulsado por la integración para el desarrollo común con valor agregado. El otro, con áreas de librecomercio que benefician a los factores económicos de poder de cada país, cuenta al presidente uruguayo Lacalle Pou como su mayor impulsor. Las desavenencias en estos dos modelos se vieron en la negativa del presidente uruguayo a firmar la declaración final del encuentro. Es que el mandatario oriental continúa manifestando la necesidad de “flexibilizar” el Mercosur, para firmar acuerdos bilaterales de libre comercio por fuera del bloque regional. Así lo intentó hacer con China pero obteniendo la negativa del país asiático. El gobernante de la derecha uruguaya también se posicionó ideológicamente contra la inhabilitación electoral de la precandidata opositora María Corina Machado por parte de lo que denominó “régimen venezolano”. Los mandatarios de Argentina y Brasil cuestionaron la injerencia en los asuntos venezolanos afirmando que el gobierno y la oposición de ese país mantienen negociaciones para encarar las elecciones del 2024 y para destrabar el bloqueo impuesto unilateralmente por Estados Unidos y sus aliados.

En cuanto a iniciativas de integración regional, el ministro de economía argentino y precandidato a presidente, Sergio Massa impulsó la propuesta de intercambio intrabloque en monedas locales para liberarse de la dependencia del dólar. En un mismo sentido, el presidente de Bolivia, Luis Arce intervino como miembro de un estado asociado impulsando una moneda común para el bloque regional.

Otro aspecto destacado del encuentro fue el debate sobre el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Tanto Lula como Fernández pusieron reparos en las exigencias “verdes” que intenta imponer Europa como medidas proteccionistas hacia sus agricultores. Además, ambos mandatarios plantearon que un acuerdo de esas características deberá dar paso al desarrollo de actividades con valor agregado por parte de los países de la región y que de lo que se trata es de una cooperación para el desarrollo y no un mero acuerdo comercial. Ese aspecto provocó nuevas desavenencias con el representante uruguayo. El rol activo de Lula como referente regional e internacional es visto como decisivo para garantizar los intereses del bloque en la negociación MERCOSUR-UE y en la cumbre de la UE-Celac, que se realizará en quince días en Bruselas. En cuanto a la Argentina, las próximas elecciones saldarán el posicionamiento del país en cuanto a estos dos modelos de articulación regional, con Unión por la Patria expresando la integración para el desarrollo y con Juntos por el Cambio representando el libre comercio y la subordinación económica y política argentina.

Se desarrolló la 45° cumbre de Jefes de Estado de CARICOM en su 50 aniversario.

La Comunidad del Caribe (Caricom) conmemoró su medio siglo de existencia con la 45ª reunión de jefes de Estado y de Gobierno del bloque realizada en Trinidad y Tobago durante la semana. El organismo fue creado el 4 de julio de 1973 con la firma del Tratado de Chaguaramas por Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago. Desde entonces, al mecanismo se han unido otros 11 países como Estados miembros y cinco como miembros asociados. Durante estos 50 años se desarrollaron marcos de cooperación estratégica que permitieron avances en el libre flujo de bienes y servicios al igual que en la adopción de normas homologadas que regulan las transacciones económicas en la región. A estos mecanismos se le sumaron en esta nueva edición el anuncio de la libre circulación de los ciudadanos miembros del organismo para principios del año próximo, constituyendo un avance en la dimensión social del marco de integración. Así en 2024los habitantes de la Caricom podrán circular libremente por Antigua y Barbuda, Barbados, Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Montserrat, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago.

A pesar de los logros, la Caricom enfrenta desafíos como la seguridad alimentaria, el cambio climático y la crisis multidimensional por la que atraviesa Haití. Sin embargo, los avances realizados hasta el momento proyectan perspectivas de desarrollo en este organismo que se ha consolidado durante los últimos 50 años, siendo espacio regional el más longevo del continente.

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