Observatorio del Sur Global

MERCOSUR… Cumbre y después…

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“Sur.. paredón y después…
Ya nunca alumbrará con las estrellas
Nuestra marcha sin querellas”

Homero Manzi

Escribe: Mariana Vázquez

El pasado jueves se realizó la 56 Cumbre de Jefes de Estado del MERCOSUR, el proceso de integración más importante del Cono Sur de América, que el año próximo cumplirá treinta años.

Esta Cumbre, en la cual la República del Paraguay entregó la presidencia pro tempore del bloque a la República Oriental del Uruguay, puso en evidencia desacuerdos profundos. Estos desacuerdos, que tiñeron el semestre, se centraron en dos cuestiones que son estructurantes a la hora de pensar en el presente y el futuro de nuestra región. En primer lugar, la economía política de la integración, que en gran parte se proyecta en el tipo de relaciones comerciales del bloque con terceros. Esto es, cuál es el proyecto económico  del MERCOSUR, qué tipo de integración económica se busca. Y, en segundo lugar, nada menos que la democracia y el Estado de derecho. La tensión con respecto a esta última cuestión tuvo su punto más alto, probablemente, cuando el presidente Alberto Fernandez decidió retirarse de la reunión al momento de hablar la presidenta de facto del Estado Plurinacional de Bolivia, Jeanine Añez. Pero veamos un poco más en detalle estas cuestiones.

¿Tercera posición?

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, precisó en esta Cumbre su particular visión geopolítica sobre el momento de transición que está experimentando el mundo. No es preciso elegir entre EEUU y China, precisó ¿Cuál sería entonces su versión de esta especie de tercera posición? Que el bloque firme de acuerdos de libre comercio con ambos. Esta posición no es nueva en el país vecino, más allá del cambio de gobierno, pero sí lo es su intensidad y su amplitud. Lo que sin dudas es novedoso, probablemente inédito en la historia de la integración bilateral desde la última restauración democrática, es la profundidad de las diferencias que separan a los dos países más grandes del bloque, Argentina y Brasil.

A la distancia política, se suma un desacuerdo profundo con respecto a la economía política de la integración, que es directamente proporcional al compromiso de una parte del gobierno de Bolsonaro con un nivel de apertura comercial sin precedentes en la historia del país vecino. En la mesa del MERCOSUR, esto se refleja en la propuesta de Brasil, reiterada por el propio jefe de Estado en la Cumbre, de bajar sustancialmente el arancel externo común del bloque, y de una agenda sumamente ambiciosa y exigente de negociaciones de acuerdos comerciales, en su mayoría profundamente asimétricos. La negativa de Argentina a acompañar esta agenda ha producido una gran tensión al interior del MERCOSUR en abril del 2020, y en forma incremental desde diciembre pasado.

En la pesada herencia del macrismo debe agregarse, a la carga del endeudamiento externo, la clausura de lo sustancial de la negociación de sendos acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y con la Asociación Europea de libre comercio, hoy en proceso de revisión legal. Así como la aceptación, por parte de su gobierno, de aquella agenda externa del bloque, que incluye negociaciones con países como Corea, Singapur, Canadá, El Líbano, la India, etc. En caso de entrar en vigor cualquiera de aquellos acuerdos, o de concretarse las negociaciones en curso en los términos planteados, el daño sobre la industria, el empleo, el poder regulatorio del Estado, y las posibilidades de desarrollo del país, sería muy grande.

Triste Europa

Triste Europa, titulaban los analistas brasileños Deisy Ventura y Ricardo Seitenfus  a su nota en la que daban cuenta, allá por el 2008, del retroceso en términos de derechos de los migrantes que implicaba la aprobación, en el marco europeo, de la que muchos llamaron “Directiva de la Vergüenza”, y estos autores “una tenebrosa concepción jurídica de la inmigración a los Estados Miembros de la Unión Europea”.

Llamó la atención, a quien conoce la historia de las cumbres del MERCOSUR, la inédita presencia de Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.

Apenas escasas horas pasaron de culminada la reunión de los Jefes de Estado del MERCOSUR para que la Unión Europea hiciera circular una propuesta de división del acuerdo negociado que, de manera también inédita en la historia de estos acuerdos, separaría el capítulo comercial de lo acordado en cuanto a diálogo político y cooperación. La Comisión Europea busca, de esta manera, un atajo al que se anticipa como difícil debate en el Consejo Europeo, que podría poner en riesgo el acuerdo. La política comercial, ya hace mucho tiempo comunitarizada, es su competencia y por ende insensible al veto de los Estados. De aprobarse esta propuesta, la entrada en vigor en el territorio europeo de este acuerdo sería, por ende, más fácil y rápida. Más allá de las reflexiones que sin duda sobrevendrán sobre el respeto o no del mandato negociador original de los Estados a la Comisión, u otras cuestiones que puedan surgir, está claro que el documento circulado no respeta lo acordado, ni la propia historia del proceso negociador que, más allá de que suele olvidarse, se montó sobre una supuesta historia de valores comunes que en algún momento llevaron a la Unión Europea a presentarse como una región diferente a su rival comercial, EEUU, que encabezaba por aquellos tiempos la propuesta del ALCA.

Triste Europa, decimos, si renunciando en este acuerdo a establecer un gran paraguas que teja lazos que  trasciendan lo meramente comercial, sólo deviene, una vez más, una potencia que busca un acuerdo asimétrico que, como señalamos arriba, de ninguna manera parecería contribuir con los objetivos del desarrollo y el bienestar levantados como bandera en otros foros por la misma Unión Europea.

Según cuentan los pasillos del MERCOSUR, y no es difícil deducirlo de  sus posicionamientos públicos, los gobiernos de Brasil, Paraguay y Uruguay no ven con malos ojos la propuesta europea. Ver más allá del libre comercio, y del corto plazo, no parece ser una virtud de las derechas de estos tiempos. Esperemos que el gobierno de la República Argentina, nuevamente, pueda parar la pelota y plantear una posición diferente en esta mesa.

Democracia, Estado de derecho y ciudadanía. Quo Vadis?

Por último, pero no por ello menos importante, no podemos dejar de recordar que el sendero que desde junio de 2012 fue tomando fuerza en el MERCOSUR, no abonado hoy por el actual gobierno argentino, es hijo de un importante retroceso democrático en Sudamérica. El golpe de Estado en Paraguay (2012), el golpe de Estado en Brasil (2016) y la  posterior inhabilitación de la candidatura de Lula da Silva, montada sobre el law fare, el golpe de Estado en Bolivia (2019), muestran que ciertos supuestos consensos sobre el destino de esta geografía no han sido construidos con legitimidad popular. En ese sentido, ningún esfuerzo es vano por la reconstrucción de un proyecto de región con anclaje popular que pueda darle a esta parte del mundo un lugar de nuevo polo de poder, profundamente democrático, en el escenario internacional.

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