por Sebastián Tapia
La subsecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman, visitó la ciudad china de Tianjin para un encuentro con el canciller chino Wang Yi. Es la segunda reunión de alto nivel entre las diplomacias china y estadounidense desde la asunción de Joseph Biden, siendo el primero un frío encuentro en Alaska en Marzo pasado.
Al igual que en Alaska, no parece haber mucho lugar para una mejora en las relaciones. Sin embargo, hay áreas en las que ambas potencias están de acuerdo en cooperar.
La previa
El encuentro entre ambos diplomáticos llega en un momento donde aumenta la tensión entre las principales potencias mundiales.
Dos temas han sido fuente de tensión este mismo mes. Por un lado, el 12 de julio Estados Unidos realizó un ejercicio de “libertad de navegación” con el destructor USS Benfold cerca de las islas Paracel, reclamadas por China como parte de su mar soberano en el Mar de la China Meridional. China asegura que forzó al destructor a abandonar la zona, mientras que la armada estadounidense sostiene que hizo uso de su derecho de “paso inocente”.
Por el otro, el 19 de julio Estados Unidos junto a la OTAN, la Unión Europea, Australia, Gran Bretaña, Canadá, Japón y Nueva Zelanda acusaron a China de haber realizado ciberespionage, incluyendo un fuerte ataque a servidores de correo de Microsoft. El portavoz de la cancillería china, Zhao Lijian, negó que eso haya ocurrido y aclaró que Washington no ha presentado pruebas concretas del ataque.
El mismo tipo de acusación ya fue presentada anteriormente contra Rusia, algo que los presidentes de ambos países conversaron en su reunión del 16 de junio. Esta vez, el presidente Biden trató de bajar el tono de la acusación:
“Tengo entendido que el gobierno chino, al igual que el gobierno ruso, no está haciendo esto por sí mismo, sino que está protegiendo a quienes lo están haciendo. Y tal vez incluso facilitando que puedan hacerlo”.
Pero lo que parecería un tema no tan importante, comparado con el problema de soberanía en el Mar de la China Meridional, se tornó crucial a partir de una declaración de Biden del 27 de julio:
“Creo que es más que probable que terminemos, si terminamos en una guerra, una verdadera guerra de disparos con una gran potencia, será como consecuencia de una infracción cibernética de grandes consecuencias y está aumentando exponencialmente, las capacidades”
Desde el lado chino, el canciller Wang Yi se adelantó a marcar la cancha antes del encuentro con Sherman. Para evitar los choques que tuvieron en la reunión de Marzo, el canciller declaró al canal de televisión chino Phoenix:
“China nunca aceptaría a ningún país que diga ser superior a otros (…) Si Estados Unidos no ha aprendido a tratar a otros países por igual, China y la comunidad internacional tienen la responsabilidad de ayudar a Estados Unidos a aprender cómo hacerlo”.
El encuentro
El comunicado publicado por la Secretaría de Estado estadounidense es muy escueto y resume el encuentro de manera positiva por parte del portavoz Ned Price. Deja en claro que Sherman llevó a la mesa los mismos temas presentados en Marzo:
“La Subsecretaria expresó su preocupación en privado, como lo hemos hecho en público, sobre una serie de acciones de la República Popular China que van en contra de nuestros valores e intereses y los de nuestros aliados y socios, y que socavan el orden internacional basado en reglas. En particular, planteó nuestras preocupaciones sobre los derechos humanos, incluida la represión antidemocrática de Beijing en Hong Kong; el genocidio y los crímenes de lesa humanidad en curso en Xinjiang; abusos en el Tíbet; y la restricción del acceso a los medios de comunicación y la libertad de prensa. También habló sobre nuestras preocupaciones sobre la conducta de Beijing en el ciberespacio; a través del Estrecho de Taiwán; y en los mares de China Oriental y Meridional.”
Vale la pena destacar que sí hubo temas en los que pudo avanzar la cooperación y el diálogo fue más ameno:
“Al mismo tiempo, el Subsecretario afirmó la importancia de la cooperación en áreas de interés global, como la crisis climática, la lucha contra el narcotráfico, la no proliferación y preocupaciones regionales que incluyen a Corea del Norte, Irán, Afganistán y Myanmar.”
Desde el lado chino, la principal preocupación fue marcar la posición china con respecto a la “competencia estratégica” entre ambos países. En palabras de Wang Yi:
“El desarrollo de China no es para desafiar ni reemplazar a Estados Unidos. No nos interesa apostar ganancias o pérdidas del lado estadounidense. El desarrollo de China no se basa en la premisa del declive de Estados Unidos. Nunca exportamos nuestra ideología o modelo de desarrollo porque asumimos la posición básica de que cada país debe explorar de forma independiente un camino de desarrollo adecuado a sus condiciones nacionales.”
En cuanto al mejoramiento de las relaciones entre ambas potencias, el canciller Yi propuso tres puntos a los que Estados Unidos debería atenerse:
“Primero, Estados Unidos no debe desafiar, calumniar o incluso intentar subvertir el camino y el sistema del socialismo con características chinas. Elegido por la historia y el pueblo chino, el camino y el sistema de China son cuestiones del bienestar de 1.400 millones de chinos y del futuro de la nación china, así como de los intereses fundamentales que China debe defender con firmeza.
En segundo lugar, Estados Unidos no debe intentar obstruir o incluso interrumpir el proceso de desarrollo de China. El pueblo chino tiene derecho a vivir una vida mejor y China tiene derecho a lograr la modernización. La modernización no es un derecho exclusivo de los Estados Unidos, sino que involucra la conciencia básica de la humanidad y la justicia internacional. China insta a Estados Unidos a eliminar todas las sanciones unilaterales, los aranceles elevados, la jurisdicción de brazo largo y el bloqueo tecnológico que ha impuesto a China lo antes posible.
En tercer lugar, Estados Unidos no debe infringir la soberanía estatal de China, ni siquiera dañar la integridad territorial de China. Las cuestiones relativas a Xinjiang, Xizang y Hong Kong nunca han sido sobre ‘derechos humanos o ‘democracia’, sino sobre la lucha contra la ‘independencia de Xinjiang’, la ‘independencia de Xizang’ y la ‘independencia de Hong Kong’. Ningún país permitirá que se comprometa su soberanía y seguridad nacionales.”
Wang fue más enfático en cuanto a Taiwán. Es una línea roja que no debe cruzarse, y se lo recordó a Sherman:
“En cuanto a la cuestión de Taiwán, es aún más importante. Aunque los dos lados del Estrecho de Taiwán aún no se han reunificado, el hecho de que China continental y Taiwán pertenezcan a la misma China y Taiwán sea parte de China nunca ha cambiado y nunca cambiará. Si las fuerzas de la “independencia de Taiwán” se atreven a provocar, China tiene derecho a tomar cualquier medida necesaria para detenerla. Instamos a la parte estadounidense a que cumpla su compromiso sobre la cuestión de Taiwán y actúe con prudencia.”
Está claro que en los temas en los que divergen más fuertemente son justo los temas más sensibles para el gobierno chino. Por eso, Wang sostiene que la raíz de la competencia entre ambos países podría ser resuelta si Estados Unidos adpota una política más pragmática hacia China, más allá de las diferencias ideológicas.
Después de la reunión
El encuentro en Tianjin no deja resultados operativos claros. Parece favorecer el diálogo en temas secundarios, pero el enfrentamiento sigue siendo fuerte en los temas más preocupantes. La subsecretaria Sherman continuó su gira por Asia para visitar Oman. Antes de China había estado en Corea del Sur, Japón y Mongolia, reevaluando la relación estadounidense con toda la región. A pesar del encuentro, es probable que la tensión militar no se reduzca, ya que el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, hará una gira por la región parando en Singapur, Hanoi y Manila. El objetivo de Austin es aumentar la presión con sus aliados sobre el Mar de la China Meridional. Esta gira coincide con la llegada del portaviones británico HMS Queen Elizabeth a esta zona en disputa.
Mientras tanto, China recibió una delegación de los Talibanes para conversar sobre el futuro de Afganistán y la posibilidad de realizar un proceso de paz netamente afgano. Para esto les pidió que abandonen el apoyo y cobertura a otros grupos islámicos que pudieran utilizar a Afganistán como base de operaciones y que ejerzan una política más inclusiva de otros pueblos y facciones afghanas.
A pesar de la falta de resultados, es bueno que se mantenga el diálogo. Es lo único que puede evitar que las tensiones regionales se conviertan en una guerra abierta entre las dos grandes potencias mundiales. Motivos para ello no faltan, sólo queda la voluntad de estos gobiernos por evitar una catástrofe mayor.