Observatorio del Sur Global

Biden recargado: 3 ejes y 2 ausencias en el discurso ante el Congreso

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Por Federico Montero

Esta semana el presidente de EE.UU. Joe Biden presentó en el Congreso su informe anual “Estado de la Unión” o SOTU por sus siglas en inglés. En términos político institucionales es un reporte similar al discurso de inicio de sesiones que se realiza en Argentina cada 1° de marzo.

Se trató del tercer discurso de su presidencia, pero el primero luego de las elecciones de medio término, en las que los demócratas perdieron la mayoría en la cámara de representantes, el equivalente de la cámara de diputados, a manos de los republicanos. Este cambio en la correlación de fuerzas va a marcar el devenir de los dos años que quedan para completar su gestión y resultaba clave que Biden, de 80 años, pudiera transmitir una imagen de fortaleza en este nuevo contexto político. Más aún contemplando las próximas elecciones presidenciales, en tanto los demócratas aún no tienen otro perfil de liderazgo que reúna suficiente apoyo para ser proyectado como candidato. Esto contrasta con el Partido Republicano, que aún con profundas divergencias entre los sectores alineados con la política de choque de Donald Trump y los sectores más “institucionalistas”, cuentan con varios liderazgos que se perfilan como precandidatos a partir de las últimas elecciones legislativas.

Vamos a marcar tres grandes ejes en materia de política doméstica del discurso de Biden y dos cuestiones salientes de política internacional en las que evitó profundizar.

El tema central fue la política económica. Llamó al Congreso a “completar la tarea” en el sentido del fortalecimiento de las políticas de desarrollo industrial y empleo, bajo la perspectiva neoproteccionista que inauguró Donald Trump y que profundizó y le dió un giro levemente redistribucionista en lo interno y militarista en lo externo, la administración demócrata del presidente Biden. Las iniciativas de reforma impositiva y crítica a las superganancias financieras que hizo en su discurso, buscan marcar un clivaje con el 1% privilegiado para fortalecer el enfoque que propone Biden. Esta es una respuesta a la política de Trump de “Hacer grande a América otra vez”, que había puesto el eje en todas las consecuencias negativas que tuvo el desarrollo de la globalización – impulsada fundamentalmente en los ‘90 por Bill Clinton y luego por Obama – para el entramado productivo y el control soberano de la producción de insumos considerados estratégicos por Estados Unidos. Agrupados en el llamado “cinturón de hierro oxidado” (rust belt), fueron los sectores industriales perjudicados por la política globalista quienes se sumaron a las bases conservadoras republicana y al sector más ideológico liderado por Bannon para configurar los apoyos que sostuvieron la presidencia de Donald Trump.

Tras la derrota de Trump, la crisis del Capitolio y las elecciones de medio término, estos sectores aparecen en disputa y es por eso que las principales iniciativas en materia de política económica que desarrolló Biden apuntan a la reindustrialización, pero apuntando a reemplazar el offshoring por el nearshoring, es decir tratar de repatriar en EEUU partes del proceso productivo o relocalizarlas en países cercanos o alineados con la Casa Blanca en la disputa geoestratégica con China. De allí el impulso a las políticas centradas en construcción, la producción de microchips (que ocasionó las tensiones con China por el carácter estratégico de Taiwán), la producción automotriz con tecnologías “limpias” (que generó las tensiones con Alemania y Francia), y la búsqueda de materias primas como el litio y energía barata en América Latina (lo que explica la política de buenos amigos con el Cono Sur y la predisposición a negociar con el gobierno venezolano), en una estrategia para compensar la presencia china que algunos analistas caracterizan como de recolonización.

Es justamente en materia de política internacional donde dos grandes temas – China y Ucrania – fueron objeto de una escueta toma de posición. Respecto a China, hubo una sola mención en relación al respeto en el vínculo bilateral y a la defensa de la soberanía, en un contexto de tensión por la situación con el globo meteorológico chino derribado por un F-22 Raptor debido a que sobrevolaba territorio estadounidense. Este acto totalmente desproporcionado pero que sirvió a Biden para reponer en valor el nacionalismo norteamericano, fue el primer gran ausente en el discurso ante el Congreso.

En relación a la guerra en Ucrania, en la que el involucramiento directo de EEUU es cada vez más visible por el envío de tanques y la reciente visita de Zelensky a Washington, Biden ratificó el apoyo incondicional al mandatario ucraniano, pero la gran ausencia en su discurso fue la referencia al escándalo del Nord Stream 2 ante la denuncia que el periodista Seymour Hersh, ganador del premio Pulitzer, realizó respecto de la responsabilidad directa de EE.UU. en las explosiones del gasoducto en medio del conflicto ruso-ucraniano. Hasta el momento, solo había especulaciones de qué podía haber ocasionado la explosicón, pero es la primera vez que hay aparentes pruebas. Este gasoducto puede considerarse el eje central del conflcito ruso ucraniano en esta etapa, dada la importancia vital del suministro de energía para la productividad industrial alemana, puesto que le permitía obtener gas a precios muy baratos. De comprobarse, constituiría un escándalo internacional: EE.UU. aprovechando un ejercicio de la OTAN para plantar las bombas con buzos tácticos para tres meses después activarlas con una baliza sonora lanzada por militares noruegos.

Volviendo a la política doméstica, el segundo eje de su discurso se enfocó en la relación con la oposción republicana. Si bien en varios pasajes Biden buscó bajar las tensiones apuntando a la necesidad de encontrar políticas bipartidarias, es decir políticas de estado apoyadas por los dos partidos, el momento de quiebre apareció al referirse al debate sobre el endeudamiento. Para EE.UU. es crucial sostener abierta la posibilidad de continuar emitiendo deuda para así financiar la política de expansión militar en el exterior como también algunas políticas domésticas. Los republicanos han manifestado su oposición a aprobar un mayor endeudamiento, por lo que Biden afirmó que de no ser concretado, tendría que recortar dos grandes políticas sociales que son emblema de su gobierno: el seguro social (jubilaciones) y el programa Medicare (cobertura de salud). Aquí se dio el momento de mayor tensión, con muchos gritos de reprobación de los republicanos desde las gradas y Biden elevando el tono y finalmente logrando imponerse. Este cruce fue señalado al finalizar el debate como un momento de crispación por parte del presidente norteamericano.

El tercer eje importante estuvo enfocado en dirigir un mensaje a las bases progresistas del partido demócrata. A la presencia de figuras internacionales como Bono (líder de U2) y la ex embajadora norteamericana en Afganistán, se sumaron dos presencias domésticas especialmente significativas. Por un lado, los padres de Tyre Nichols, un joven afroamericano asesinado a golpes por la policía en Memphis hace unos 15 días. Tras nombrarlos, Biden afirmó que “es my duro perder un hijo pero mucho más perderlo en manos de quienes represetan a la ley” y fueron aplaudidos por toda la clase política, lo que le dio pie a Biden para pedir una reforma de la policía y brindar así una fuerte señal contra la violencia institucional y el racismo que es endémica en el país. La segunda señal tuvo lugar a partir de la presencia de las víctimas del tiroteo en el parque Monterrey en California, donde murieron 10 personas en los festejos del año nuevo lunar. Allí, Biden aprovechó para insistir con la política de recorte de tenencia de armas. En conjunto, fueron dos mensajes para contener a la base progresista del Partido Demócrata.

En resumen, el discurso mostró a un Biden recargado, claramente de proselitista y de campaña, con tres ejes claramente orientados a la política económica, las tensiones con la oposición republicana y los mensajes para contener a la base progresista de su partido. No se sabe si irá por la reelección, pero buscó mostrar fortaleza en lo interno y en lo externo en un escenario de guerra y conflicto propone EE.UU. en el marco de la competencia estratégica con China, aunque sin profundizar en las dos grandes cuestiones presentes como fueron las tensiones con Beijing y el escándalo por las explosiones del Nord Stream-2.

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