Los ALC (Acuerdos de Libre Comercio) en América Latina y el Caribe han acentuado históricamente la perdida de control por parte del Estado en las regulaciones comerciales, beneficiando a las grandes empresas y subordinando las políticas económicas nacionales al mercado internacional.
El recorrido que se hace por parte de las autoras (Natalia Quiroga Díaz y Nidia Rincón Velásquez) nos lleva a repensar el Acuerdo Mercosur-EU no sólo desde una perspectiva latinoamericanista si no también, ambientalista y a fundamentalmente, analizar los impactos que tendrían – de manera diferencial – en la vida de las mujeres las consecuencias de dicho Acuerdo.
Desde el deterioro de la industria manufacturera en los países integrantes del Mercosur – Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay – ya que existiría una gran competencia con las empresas europeas, a la inexistencia de generación de empleado calificado en estos mismos países como resultado claro de la mayor importación de productos de valor agregado provenientes de los países integrantes de la Unión Europea.
El rechazo de sectores agrícolas de varios países europeos ha puesto en agenda las consecuencias ambientales y sanitarias que podría tener la aprobación de este acuerdo. Por parte de los países latinoamericanos es fundamental señalar el impacto que tendría en comunidades indígenas y campesinas poniendo en riesgo la sostenibilidad de estas comunidades, al mismo tiempo que pone en riesgo la soberanía alimentaria de gran parte de la población. Como si fuese poco, las mujeres sufrirían una triple opresión: por su condición de mujeres, pobres e indígenas.
Como remarca el artículo: “de firmarse el Acuerdo también se pondría en riesgo de extinción la vida de
las comunidades que habitan en estos territorios, por el impacto del desplazamiento forzado y por el asesinato de referentes sociales característico del proceso de expansión de la frontera agrícola. Este modelo productivo es el factor
principal para entender la caída vertiginosa de los pequeños propietarios en la tenencia de la tierra. El modelo agroexportador que profundiza este Acuerdo configura una reforma agraria que redistribuye la tierra de la agricultura familiar a las grandes empresas.”
Por último, y no menos importante, es necesario detenerse en el recorrido histórico de este acuerdo y como evidencia, en el caso de Argentina y Brasil, la acción llevada a cabo por gobiernos neoliberales en 2016 y 2019 en lo que respecta a estas negociaciones, su poca transparencia respecto al trasfondo de lo pactado y sus claras consecuencias hacía los países integrantes del Mercosur. En un mundo atravesado por una coyuntura inesperada como la del Covid-19, los Estados tendrán que apuntar a proteger su Industria Nacional, negociar en condiciones más equitativas y fortalecer los lazos regionales en pos de un crecimiento sostenible e igualitario.