Se está desarrollando la Cumbre del G7, el grupo de los siete países más importantes de lo que se entiende como Occidente comandados por EE.UU., en el contexto de la crisis internacional por la guerra en Ucrania.
El lugar en el que se realiza es significativo: la ciudad de Hiroshima en Japón, conocida por ser una de las dos localidades que sufrió el impacto de una bomba atómica, en uno de los genocidios más grandes de la historia y que podría definirse como un crimen de guerra. Sin embargo, la condena de este acto no tomó dicho cariz puesto que fue llevado adelante por uno de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial.
Este bombardeo de Hiroshima y Nagasaki fue una señal política que implicaba no solamente finalizar el capítulo de la II Guerra Mundial en Asia, sino también marcarle la cancha de la posguerra a la Unión Soviética, en lo que vendría luego a tomar la forma de la Guerra Fría, así como también fue una manera por parte de EE.UU. de expandir su zona de influencia sobre Asia-Pacífico.
La situación en la actualidad cambió porque la principal competencia que tiene EE.UU. en esta región es China. El país norteamericano está buscando que esta Cumbre sea un mensaje a la potencia asiática, estableciendo una política de contención a su expansión de influencia, fundamentalmente sobre el Mar Meridional de China, donde el conflicto central se presenta sobre la isla de Taiwán.
Taiwán es el lugar donde se refugiaron los partidarios del Guomintang, quienes fueron derrotados por la revolución china que luego establecería la República Popular. Estos sectores pretenden que la isla sea un estado independiente de la China continental, pero ésta los reconoce como una parte inalienable de su territorio y una línea roja que no debe cruzarse en su reconocimiento diplomático.
En teoría, Estados Unidos reconoce a Taiwán como parte de China pero mantiene una especie de ambivalencia frente a la situación. Cuando las tensiones económicas y comerciales con la RPCh se acrecentaron, EE.UU. comenzó a tomar posturas mucho más decididas por la defensa de la autonomía de Taiwán, sobre todo después de la invasión defensiva de Rusia sobre Ucrania.
El país norteamericano comenzó a “marcar la cancha” a los fines de evitar que lo acontencido en Ucrania se repitiese con Taiwán, que hoy es el epicentro de la geopolítica del Mar Meridional de China y pieza central en la industria de microchips. La visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU en Agosto de 2022, marcó el inicio de esta etapa de tensiones crecientes con Taiwán, que incluyó importantes maniobras militares de China.
Por eso, este encuentro del G7 en Japón representa la voluntad de EE.UU. de impulsar una política militar de rearme en Japón, Australia y varios países de Asia-Pacífico, así como lo hizo con el rearme de Europa ante el enfrentamiento con Rusia. De esta manera, espera tejer una contención política y militar frente a la expansión de China.
Por ello la importancia de esta Cumbre, donde además habrá invitados especiales, como por ejemplo Lula da Silva, el presidente de la India y varios otros países para disputar la zona de influencia china. Recordemos, India y Brasil son parte del BRICS. Lula prometió impulsar su propuesta de encontrar una salida política a la guerra en Ucrania, pero en la misma Cumbre estará disertando Zelenski por videoconferencia. Lo que resulte del encuentro no será menor y habrá que prestar mucha atención a lo que suceda en Asia en los tiempos venideros.