por Julieta Sayan¹
El pasado domingo 18 de julio se cumplió el 30° Aniversario de la firma del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear entre Argentina y el Brasil suscripto en Guadalajara, México, que dió nacimiento a la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Esta Agencia, con sede en Río de Janeiro, es la primera organización binacional creada por Argentina y Brasil como corolario de un largo proceso de construcción de confianza y es la única en su tipo a nivel mundial.
La ABACC tiene como misión la administración y aplicación del Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC), cuyo propósito es verificar que ningún material utilizado en las distintas actividades nucleares de ambos países se desvíe para usos no pacíficos. Para ello, especialistas de ambos países cumplen un cronograma estricto de inspecciones de Salvaguardias mediante el cual las y los expertos argentinos visitan y auditan las instalaciones brasileñas y viceversa. De esta manera, se garantiza a las Partes y al resto de la comunidad internacional el cumplimiento del Acuerdo arriba mencionado.
Las actividades de investigación y desarrollo en tecnología nuclear en Argentina y en Brasil fueron institucionalizadas en la década del cincuenta a través de la creación de sus respectivas comisiones nacionales de energía atómica. La Comisión Nacional de Energía Atómica – CNEA, en Argentina, fue creada en 1950 gracias a la iniciativa del Presidente Juan Domingo Perón, mientras que la Comisión Nacional de Energía Nuclear -CNEN en Brasil fue creada en 1956 durante la presidencia de Juscelino Kubitschek. Entre los años cincuenta y mediados de los ochenta, ambos países avanzaron en sus respectivos planes nucleares actuando como competidores, desarrollando líneas tecnológicas diferentes, no complementarias² y alimentando fuertes recelos mutuos. Sólo a partir del retorno de la democracia en ambos países, fue posible avanzar en la desarticulación de las hipótesis de conflicto que abrazaban ambas dictaduras militares.
Los primeros hitos en el acercamiento político entre los presidentes Sarney y Alfonsín se dieron entre 1985 y 1987 cuando se firmaron una serie de Declaraciones Conjuntas sobre Política Nuclear (Iguazú, Brasilia, Viedma, entre otras), en el marco de una estrategia de general de Integración y Cooperación. Las mismas permitieron abrir el camino para que sendos negociadores diplomáticos lograran concretar las visitas de Sarney a la planta piloto de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu, Provincia de Río Negro, y de Alfonsín al centro experimental de uranio enriquecido de Aramar, Estado de San Pablo. Ambas instalaciones estaban fuera del sistema de inspecciones de salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y eran una de las principales fuentes de desconfianza respecto del carácter exclusivamente pacífico de ambos planes nucleares.
Finalmente, en 1991, año de nacimiento del MERCOSUR, se acuerda la creación de la ABACC y se ingresa de forma conjunta al esquema de inspecciones de salvaguardias del OIEA, mediante la firma del Acuerdo Cuatripartito entre Argentina, Brasil, la ABACC y el OIEA. Así, Brasil y Argentina se convirtieron en los únicos Estados del mundo cuyos programas nucleares están sometidos al control de dos organismos internacionales. El modelo de salvaguardias nucleares aplicado fue el resultado de una ingeniería técnica y diplomática sin precedentes.
Profundizando el camino hacia la integración
En 2004 se inicia una nueva etapa en la relación bilateral, cuando los presidentes Nestor Kirchner y Lula Da Silva suscriben el Acta de Copacabana con el objetivo de “profundizar la asociación estratégica entre ambos países y definir una posición convergente en los temas comunes”. Asimismo, declararon al 30 de noviembre como el Día de la Amistad Argentino-Brasileña en ocasión del 20° aniversario de la Declaración de Iguazú.
En 2007 se lanzó el Mecanismo de Integración y Coordinación Bilateral Brasil-Argentina (MICBA), que el plano nuclear se expresó al año siguiente mediante la constitución de la Comisión Binacional de Energía Nuclear (COBEN).
El objetivo de la COBEN fue implementar proyectos específicos que pudieran zanjar la no complementariedad tecnológica existente. Luego de varios intercambios entre tecnólogas/os e investigadores/as se seleccionaron cuatro temas de integración: a) reactores y residuos, b) aplicaciones nucleares, c) ciclo del combustible y d) regulación, y se aprobaron 30 proyectos de trabajo en conjunto. En 2013 se firmó un contrato entre la CNEA, la CNEN y la empresa argentina INVAP para la construcción conjunta de dos reactores nucleares de investigación.
Desafíos
Los procesos políticos internos acontecidos en ambos países entre diciembre de 2015 y la actualidad han impactado en una distancia con respecto al sentido y la orientación del proceso de integración regional, así como también en la búsqueda de complementariedad tecnológica bilateral. Sin embargo, y a pesar de las diferencias políticas coyunturales, la solidez de los acuerdos alcanzados en materia de usos exclusivamente pacíficos de la energía nuclear continúan siendo un ejemplo para el mundo. Prueba de ello fue el acompañamiento de la Alta Representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu, del secretario de la Organización para la prohibición de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), Flávio Roberto Bonzanini, y del director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, durante el evento oficial conmemorativo del 30° Aniversario de la ABACC.
En virtud del camino recorrido albergamos la esperanza de retomar la senda del desarrollo y la innovación tecnológica desde y para la región, tanto en lo que hace al avance del contrato firmado con INVAP para el reactor multipropósito RMB, como en el aprovisionamiento al hermano Brasil de fuentes selladas de Cobalto 60 para usos industriales y de radioisótopos para usos médicos producidos en Argentina.
Finalmente, cabe recordar la vigencia de las palabras del ex Presidente Néstor Kirchner cuando afirmaba:
“Argentina y Brasil comparten el mérito y el orgullo de ser los artífices originarios y categóricos de una zona de paz, libre de armas nucleares y químicas donde las diferencias son entendidas como resultado natural de la convivencia dinámica entre las comunidades y no como la antesala para la definición de un enemigo. (…) Frente a los sueños de aquellos que piensan en un mundo distinto, donde pensaron que por ahí pasa por integrarnos con otros sectores y competir entre nosotros, yo creo que América se tiene que integrar a América, que Argentina y Brasil se tienen que integrar, tenemos que superar las dificultades en el trabajo cotidiano, con toda nuestra fuerza intelectual, nuestra capacidad de racionalidad, para demostrar que somos capaces de integrarnos en América primero, integrarnos en el Mercosur, para discutir nuestra integración con los distintos bloques del mundo” (Acto de Aniversario de la creación del Mercosur, Ciudad de Iguazú, 30/11/2005).
¹ Lic. en Ciencia Política y Lic. en Sociología (UBA). Especialista en Gestión de la Tecnología y la Innovación (UNTREF). Directora de Dioxitek S.A.
² Mientras que Argentina se orientó hacia centrales nucleares de uranio natural y agua pesada de tipo PHWR y CANDU, Brasil eligió la línea PWR de uranio enriquecido y agua liviana. En el caso de las instalaciones de enriquecimiento de uranio, la planta piloto de Pilcaniyeu funciona con tecnología de difusión gaseosa, pero la planta de producción comercial de Resende, al sur de Rio de Janeiro opera con centrífugas.