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Perspectiva Latinoamericana | Cambios en la región: Arce Presidente

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Tras la holgada victoria en primera vuelta por parte del binomio Arce-Choquehuanca en el Estado Plurinacional de Bolivia, este domingo 8 de noviembre se dará el traspaso de mando en el cual la fórmula electa se hará cargo del gobierno nacional, poniendo fin a casi un año de gobierno de facto.

El contexto

A pesar de la contundente victoria electoral, todavía queda un reducto de manifestantes que se niegan a aceptar los resultados. Diversas movilizaciones se dieron en el departamento de Santa Cruz donde también se convocó a un paro cívico y se produjeron diversos incidentes, incluyendo el bloqueo de carreteras. La presidenta de facto, Jeanine Áñez, a días de entregar el mando, pidió al Tribunal Superior Electoral (TSE) que realice una auditoría sobre las elecciones del 18 de Octubre. Además, el día jueves 5 de noviembre, el presidente electo Luis Arce sufrió un atentado contra la propiedad en que se encontraba con un ataque a través de la detonación de un cartucho de dinamita, que afortunadamente no generó víctimas.

Lo que debería ser un festejo para la mayoría de la población boliviana, se verá empañado por un creciente nivel de violencia en la ciudad de La Paz por la amenaza de bloqueo de calles y enfrentamientos callejeros. Como manera de contener esa violencia, tanto la Central Obrera Boliviana (COB) como los movimientos indígenas movilizarán a sus miembros para resguardar la Plaza Murillo durante el traspaso de mando. Incluso se anunció la llegada de 10.000 indígenas de Norte Potosí para garantizar la seguridad.

La asunción

El evento tendrá lugar el domingo 8 de noviembre por la mañana y contará con la participación de diversas delegaciones internacionales. Por parte de Chile, participará el presidente Sebastián Piñera; el Rey de España, Felipe VI, junto al Vicepresidente, Pablo Iglesias; el candidato a presidente de la República de Ecuador por la fuerza del correísmo, Andrés Arauz; así como también el presidente de Argentina, Alberto Fernández. Este último además, luego de la ceremonia donde Arce será nombrado presidente en ejercicio, viajará a La Quiaca, Jujuy, Argentina, donde en un acto simbólico “despedirá” al ex-Presidente Evo Morales que retornará su país luego de un año de exilio.

De esta manera, se abre para la región un nuevo escenario completamente impensado hace unos meses atrás. El gobierno argentino se encuentra con un aliado que permitirá desarrollar políticas en conjunto: ya sea en términos económicos como en cuestiones políticas. Una de las declaraciones de Evo Morales fue la necesidad de revitalizar la Unasur, que tanto sirvió para garantizar las democracias en América Latina apenas una década hacia atrás. Tampoco dejemos de mencionar el vínculo actual que mantienen estos dos países en cuanto al gas y el posible escenario de la explotación del litio, del cual Bolivia es el país con la mayor reserva del mundo y antes del golpe de Estado ya había realizado intentos de su explotación.

La presencia de Andrés Arauz tampoco es un dato menor, el candidato a presidente se reunirá con el presidente Arce. La experiencia boliviana puede servir de gran ejemplo para las elecciones presidenciales que atravesará la República de Ecuador en febrero de 2021, dentro de unos pocos meses. El Movimiento al Socialismo en Bolivia logró resistir un año de golpe de Estado, se organizó políticamente y construyó una alternativa electoral real que le permite hoy recuperar la democracia bajo su gobierno, mientras tanto el correísmo sufre desde hace ya cuatro años el acoso permanente por parte del gobierno de Lenin Moreno. Ejemplo de esto son las proscripciones que sufrieron a la hora de presentar sus candidaturas a la elección nacional, donde dos veces fueron censurados, inhabilitándole los partidos políticos.

Los presidentes Fernández y Arce saben que necesitan de la unidad latinoamericana para garantizar la democracia y el crecimiento económico para los pueblos. La reciente victoria de la fórmula Biden-Harris en Estados Unidos también se puede percibir como un cambio en la relación de poder de América Latina. No por las bondades que pueda tener el nuevo presidente electo Joe Biden sino, principalmente, por el cambio en el rol que cumplirá el presidente de la República Federativa de Brasil, Jair Bolsonaro. Un hombre con ambición autoritaria y que se sentía fuertemente respaldado por Trump y probablemente no cuente con el mismo apoyo por el gobierno demócrata. Así el escenario de disputa y cambio queda abierto para la región.

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