El miércoles 29 de Septiembre se llevó adelante el primer diálogo del segundo ciclo de “Pensar la Unidad Sudamericana Hoy”, coordinado por Mariana Vázquez y presentado por el Director del Observatorio del Sur Global, Federico Montero. Los participantes del panel fueron: Maximiliano Reyes Zúñiga, subsecretario para América Latina y el Caribe de los Estados Unidos Mexicanos, Daiana Ferraro, ex coordinadora de la secretaría del MERCOSUR y ex coordinadora adjunta del MERCOSUR por Uruguay, Pablo Vilas, parlamentario del MERCOSUR por Argentina y Amado Boudou, ex vice-presidente y ex ministro de Economía de Argentina.
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Maximiliano Reyes Zúñiga abrió el debate mediante un mensaje grabado en video, donde destacó la apuesta de México por la CELAC, porque creen que las similaridades de la región deben prevelecer por sobre las diferencias, y recorrió los logros obtenidos durante la presidencia pro-témpore de ese país. Hizo hincapié en los alcanzados en la última reunión como: la creación del fondo CELAC para desastres, el plan de autosuficiencia sanitaria y la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE). Recordó que los retos de nuestra región no tienen ideologías y nos afectan de igual manera, por lo que destacó que las diferencias ideológicas fueron superadas en la última cumbre de la CELAC, al poder sentar a la misma mesa presidentes que antes no lo habían hecho. Finalmente propuso discutir el sistema interamericano para construir una América latina unida, fuerte y próspera.
El panel continuó con la presentación de Daiana Ferraro, quien reflexionó sobre los objetivos y los condicionantes de la unidad latinoamericana hoy en día. Comenzó por plantear la pregunta: ¿Tiene vigencia la unidad regional de América Latina? ¿Para qué la queremos?
Ella respondió con tres objetivos que buscamos en la Unidad: El bienestar de la ciudadania, que incluye temas de sustentabilidad social: distribución del ingreso, derechos humanos, tipo de empleo, etc.; La solución pacífica de conflictos, siendo increíble que no haya más espacios para esto a nivel regional; y la autonomía, mediante la cual América Latina necesita para el desarrollo de sus propias políticas y para proyectar algunos principios a escala global.
Pero hay varios condicionantes en el marco actual. Entre ellos encuentra: la transición hegemónica entre Estados Unidos y China, el paso de la economía centrada en el Atlántico al Pacífico, la aceleración de los cambios económicos, y el resultado de lo que quede de la pandemia. Planteó que la idea de una unidad latinoamericana implica la idea de una comunidad que comparte una visión del mundo y que a partir de ahí se relaciona con el mundo, por lo que es muy importante decidir con quién se vincula esa unidad.
Pablo Vilas continuó con el debate, explicando cómo la idea de una identidad común se vió contrastada con la realidad de los diferentes pueblos del continente, porque no somos tan iguales, pero sí tenemos las mismas necesidades. En pocas palabras:
“no es por amor, sino por espanto que buscamos la unidad”. El momento más plausible de alcanzar esa unidad fue el No al ALCA en 2005, cuando el principal desafío era la unidad de los sectores populares y los trabajadores. Sin embargo, para resistir a la crisis económica de 2009, se dejó de lado los procesos de cooperación con los pueblos hermanos de la región.
Vilas terminó dejando en claro que es desde la diversidad que vamos a lograr construir lo objetivos que nos lleven a la unidad. Recordó que la UNASUR fue una buena experiencia, marcó un piso, pero no hay que volver a lo mismo, sino hay que buscar nuevas estructuras adecuadas a la realidad actual.
El último en exponer fue Amado Boudou. Sostuvo que además de preguntarse para qué queremos tener una Patria Grande, es importante dilucidar a quién le sirve la no integración. Comentó que tiene la sensación que a partir de la instauración de la Razón Neoliberal, desaparecieron los seres humanos del análisis político, económico e histórico. Aparece en reemplazo la Economía, y ésta es más importante que los hombres. Recordó que en algún G20, ante el discurso dominante de la libertad de capital y de comercio, hizo la pregunta de por qué no la libertad de movilidad de las personas. La respuesta fue claramente negativa. Esto debido a que la no integración le sirve a las potencias coloniales, que aún existen, y a las oligarquías locales que son los socios de las potencias coloniales. Son las potencias coloniales que crearon las repúblicas puerto, desde donde sacar los productos locales hacia el exterior.
Según Boudou, los mercados ya no son lo que dicen las antiguas teorías liberales, donde se crea valor y se lo distribuye. Los mercados son mecanismos para extraer valor de la ciudadanía para llevárselo a los países centrales. Explicó que gran parte del valor de lo que exportamos, todos nuestros países, sufre la discriminación en la morfología de los mercados. Para los productos primarios, un precio con rentabilidad mínima. Para los servicios necesarios para esa exportación, precios monopólicos u oligopólicos.
Sobre el contexto internacional explicó que la irrupción de China es una gran oportunidad para todos nuestros países. Pero no todo lo que es bueno para China es bueno para nosotros. Estamos en otro tipo de enfrentamiento entre las grandes potencias, pero tan determinante como lo fue la Guerra Fría. En esta nueva situación, estamos en presencia de una guerra entre dos potencias, pero una de ellas está en decadencia. No produce un discurso que pueda entusiasmar a otros países. Necesita cada vez más violencia para sostener su hegemonía.
El próximo encuentro de “Pensar la Unidad Sudamericana Hoy” tendrá lugar el próximo miércoles 13 de octubre y buscará responder a la pregunta: ¿Hacia dónde va el MERCOSUR?