Observatorio del Sur Global

Lanzamiento de “Dos orillas para la integración regional”

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Por Mariana Vazquez

Les compartimos la primera edición de Dos Orillas para la Integración Regional, nueva propuesta editorial lanzada por la Embajada de la República Argentina en Uruguay, a cargo del embajador Alberto Iribarne, y la Representación Argentina ante MERCOSUR y ALADI, a cargo del embajador Mariano Kestelboim. Y les contamos les contamos un poco de qué trata este newsletter, que será mensual.

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En este primer número, el presidente argentino Alberto Fernandez en su nota “Dos orillas, dos pueblos hermanos”, reafirma una vez más el compromiso del gobierno argentino con la integración de nuestra región, y toma posición sobre a qué tipo de integración se refiere. Al comenzar afirma que “Son los pueblos los que se vinculan, más allá de los gobiernos que conducen nuestras repúblicas” y señala a la “solidaridad como valor supremo”. Pero va más allá, concibiendo a la integración como multidimensional, es decir, abarcando los distintos ámbitos de la vida social, y en pos de un desarrollo con igualdad. Eso requiere, a su vez, que la inserción internacional del bloque sea un instrumento para esos objetivos, lo mismo que los acuerdos que, conjuntamente, ha de negociar. El presidente afirma “La globalización nos obliga a pensar en nuestra inserción en el mundo, y estoy convencido que la mejor forma de hacerlo es revitalizando la integración y fortaleciendo la unión regional para alcanzar los mejores acuerdos en beneficio de nuestros pueblos. Lograr que el MERCOSUR, como proyecto regional, se transforme en pilar fundamental del progreso. En ese camino, será muy importante avanzar en el acuerdo con la Unión Europea, pero teniendo en cuenta las asimetrías existentes.” En síntesis, una unidad que es una unidad de los pueblos, con la solidaridad como amalgama, con un objetivo de desarrollo e igualdad, y con la proyección al mundo como un instrumento y una consecuencia de esa cosmovisión.

En las respectivas notas de presentación, el canciller Felipe Solá y los embajadores Mariano Kestelboim y Alberto Iribarne dan cuenta de los objetivos de la publicación: “(…) una plataforma para dar visibilidad a diversas iniciativas, tanto en el ámbito bitateral como en el plano de la integración regional”, desde una mirada amplia que, más allá de ciertos reduccionismos economicistas, dé un lugar clave a las “(…) dimensiones política, social y ciudadana, con énfasis en la defensa de la democracia y la protección y promoción de los derechos humanos”, promoviendo “(…) debates que contribuyan a generar políticas públicas comunes”.


Las notas de este primer número dan cuenta de esta mirada amplia. En el plano bilateral, destaca la nota “Uruguay en la génesis de la resolución 2065 (XX)”, que da cuenta del apoyo clave de la República Oriental del Uruguay al proceso que llevó a la sanción de dicha resolución, de suma relevancia en la defensa de los derechos argentinos en la cuestión Malvinas. La descolonización de nuestra región, en un sentido ya más amplio, solo puede consolidarse a partir de un proyecto de unidad regional, del cual estos antecedentes son mojones sin duda clave y es preciso traerlos a la memoria colectiva.
En el plano regional, se destaca la información acerca de las acciones del bloque en el marco de la pandemia de COVID-19: la aplicación de mecanismos y protocolos para facilitar el intercambio de los insumos necesarios para afrontar la crisis sanitaria, y la ampliación de fondos para el proyecto pluriestatal “Investigación, Educación y Biotecnologías aplicadas a la salud”, financiado por el Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM) del MERCOSUR, y ejecutado por instituciones de gran prestigio en los cuatro países. Desde Dos Orillas se afirma “Las herramientas y los reflejos de concertación y de diálogo político y estratégico, desarrollados a lo largo de décadas de construcción integracionista, alcanzaron una mayor visibilidad pública a través de estos resultados efectivos dirigidos a afrontar un contexto atípico e inesperado. (…) la constatación de un MERCOSUR diverso, que abarca aspectos sociales, organizacionales y políticos, que lo convierten en una referencia integradora que va mucho más allá del comercio entre nuestros países.”

Esta coordinación, nos parece importante señalar, es hija de dos transformaciones relevantes que tuvieron lugar en el MERCOSUR a partir de la llegada de gobiernos populares a los Estados partes, en 2003 y en los años posteriores. En primer lugar, el cambio en la mirada que el bloque tenía de las dimensiones sociales de la integración, particularmente en las políticas del sector de la salud. En su primera década (1991-2003), caracterizada por una jerarquía política de los objetivos de liberalización comercial y por la hegemonía de una mirada fundamentalmente mercantil de otras áreas de integración, las regulaciones del sector eran vistas como meras barreras al comercio, buscándose una armonización para evitar bloqueos a este último. A partir de 2003, primó en el bloque una perspectiva de derechos, luego de lo cual los acuerdos en el sector salud fortalecieron el trabajo conjunto para garantizar el derecho a la salud. Por otro lado, la creación del propio FOCEM, en 2004, año en que los Estados partes reconocieron, tardíamente, las asimetrías existentes al interior del bloque. El FOCEM es un fondo solidario, redistributivo, en el cual las economías más grandes realizan más aportes, y las economías menores reciben mayores desembolsos para la ejecución de proyectos de diverso tipo. La conjugación de ambos cambios acontecidos en la década pasada, es sin dudas la condición de posibilidad de las acciones de hoy.

Por último, en su nota “Acción colectiva y regionalismo”, Jorgelina Loza plantea varios temas claves: la construcción de una identidad comunitaria regional, la legitimación social del proceso de unidad, y la relevancia de la participación social para lograr estos dos objetivos. Desde este marco conceptual, que compartimos, no podemos dejar de dar cuenta de todo lo hecho en el MERCOSUR, particularmente a partir de 2003, para fortalecer la participación social en el bloque. Durante 10 años, luego del I Encuentro por un MERCOSUR social y productivo que tuvo lugar en Córdoba, Argentina, en 2006, se realizaron las Cumbres Sociales del MERCOSUR, donde organizaciones de toda la región fueron convocadas a un diálogo político y social permanente con los gobiernos. También se crearon espacios de participación social en ámbitos sectoriales del bloque como, a modo de ejemplo, la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR. Es muy importante no desconocer este derrotero, que fue muy rico y un avance importante para ampliar la legitimidad del proceso de integración y, fundamentalmente, su democratización. Lamentablemente, este proceso fue desmantelado con la llegada de gobiernos de derecha a los Estados Partes del bloque. Fue en 2017, en la presidencia pro tempore argentina del bloque, bajo el gobierno de Mauricio Macri, que por primera vez un gobierno en 10 años interrumpió la convocatoria a una Cumbre Social del MERCOSUR. Es muy importante volver a dar centralidad a la dimensión social y ciudadana del proceso de integración y reafirmar la democratización del bloque.
En síntesis, Dos Orillas para la Integración es una auspiciosa iniciativa, que sin dudas contribuirá a fortalecer lazos y afianzar una integración, un proceso de unidad en su sentido más amplio y profundo.

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