Observatorio del Sur Global

“Ebullición global” ¿Qué significa esto para América Latina?

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Por Ramon Cruz Aquino

Hay quienes elevan la basura (ideológica, artística, científica) a la categoría de vanguardia. Pero la basura fue, siempre retaguardia, antología de escombros, pobre vestigio. Por lúcidas o acuciantes que sean las preguntas recién nacidas, las nuevas respuestas no vendrán de la basura.

­­ ­­­–Mario Benedetti, Preguntas de cajón, El País

Mario Benedetti, uno de los mayores representantes de la literatura latinoaméricana del siglo pasado, advertía desde su columna semanal en el diario “El país” de los enormes retos que teníamos como sociedad en este nuevo siglo, especialmente aquellos que son parte del “progreso global”.

Desafortunadamente, Mario no estaba lejano a la realidad que vivimos desde aquellos pensamientos que escribió hace casi treinta años. Incluso este ilustre escritor no fue capaz de preveer la catástrofe climática de la actualidad. Se quedó corto.

Hoy el mundo está en ebullición. Globalmente la sociedad ha llegado al punto donde la temperatura y la sensación térmica es mayor a lo que nunca se había vivido. El calor comienza a resultar insoportable para todos los que habitamos el ambiente. Lo peor: es solo el inicio.

En palabras de Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de las Nacionos Unidad (ONU): “hemos pasado de la era del calentamiento global a la de la ebullición global”. Para el Secretario esto representa que el aire es irrespirable, el calor es insoportable y el nivel de ganancia de los combustibles fósiles y la inacción climática es inaceptable.

Así pues, en primer lugar, es importante plantear la primera duda ¿qué significa todo lo anterior? En ese sentido, que el calentamiento global sea renombrado por “ebullicción global” u “horno global” solo demuestra que la crisis climática se ha agudizado. Estamos aún en mayor peligro. Por lo tanto, tener que recurrir a un nuevo concepto que evidencie que literalmente el planeta es un horno y que cada vez hace más calor no es una buena noticia, sino es un sintoma de desesperación por parte de la ONU y autoridades internacionales: no es posible continuar así.

Además, resulta importante destacar que aunque el planeta es un horno, no hornea a todos por igual. Las afectaciones son diferenciadas y sobre todo desiguales: Por un lado, desde los hábitats marinos que no cuentan con la misma resilencia que otro tipo de espacios y por ende sus poblaciones de flora y fauna mueren por el aumento a las temperaturas, hasta los refugiados climáticos alrededor del mundo, es posible observar desigualdad en la afectación.

Por otro lado, los países del norte global, aunque sí tienen afectaciones por la crisis, cuentan con un mayor número de herramientas para adaptarse al problema, especialmente herramientas financieras. Entonces, es evidente que el problema no es igual para todos, e incluso empeora desproporcionadamente.

En segundo lugar, la situación en América Latina es compleja, complicada y con enormes retos a causa de la desigualdad mencionada. En ese sentido, es posible ver tres grandes puntos para entender la situación: lo legal, lo económico financiero y lo espacial. Ante ello surge una segunda pregunta ¿cómo estos tres factores son relevantes ante la “ebullición global”?

En la cuestión legal, el “acuerdo de Escazú”, desarrollado desde 2018 a la fecha y firmado por veinticinco países de Latinoamérica (ratificado únicamente por quince), es el mejor ejemplo de un mecanismo de derecho internacional ambiental en nuestra región. Su principal función es garantizar el acceso a la información relacionada a asuntos ambientales, además de asegurar el acceso a la justicia y a la protección en materia ambiental.

Por consiguiente, este mecanismo resulta de suma importancia para la defensa de territorios, especialmente en el ámbito del litigio, ya que con mayor información disponible y recursos relacionados a esta es posible desarrollar mejores defensas legales ante injusticias, especialmente en situaciones de desplazamientos forzados, crisis del agua y migración. Además, este mecanismo es una nueva oportunidad de salvaguardar las vidas de los miles de defensores ambientales de América latina, ya que somos la región con mayor número de asesinatos a este tipo de activistas. Defender el territorio se ha vuelto un asunto de vida o muerte, especialmente en México, desde donde redacto esta columna.

En cuanto a  la cuestión financiera es claro: son necesarios recursos específicos para enfrentar la crisis climática, mismos que no provengan de préstamos por parte de instituciones internacionales de banca de desarrollo, sino que sean verdaderos pagos por parte de los responsables de la crisis climática hacia los países y comunidades afectadas. En ese sentido, el presidente Gustavo Petro de Colombia en su reciente discurso crítico durante la pasada COP27 fue contundente: fin a los hidrocarburos y un nuevo plan financiero que garantice la acción climática.

“Sin dinero no baila el perro”, es un dicho común en México, y también un hecho ante la acción climática: sin financiamiento es imposible emplear cualquier solución y política pública efectiva.

Además, debe ser un mecanismo para eliminar la desigualdad, no para agravarla, por ello es necesario que ese dinero no provenga de préstamos internacionales, sino de fondos comunes que tengan como fuente el pago de los verdaderos responsables. En otras palabras, que los responsables paguen por la crisis que han causado y no que los países más afectados se endeuden intentando reparar errores que no les corresponden.

En cuanto al tercer factor, lo espacial, lo más preocupante es el riesgo que corren los países de esta región ante la crisis climática agravada por la “ebullición”. En el “Indice de riesgo climático global 2021” los datos evidencian que, junto con África, latinoamérica es la región con mayor riesgo y países afectados. Otro ejemplo es de la presente imagen:

Esta gráfica representa la variación de presencia de hielo en el continente donde está el 70% del agua dulce del mundo, además de que regula el clima global: la Antartida. Esto es  un problema global, pero su mayor repercución es regional, especialmente en el extremo sur del continente americano. Así pues, entre riesgo inminente y deshielo es claro que latinoamérica tiene una situación sumamente complicada relacionada a la crisis climática.

Por tanto, en tercer lugar es indispensable plantear la última pregunta, misma que engloba todo el texto: ¿qué significa la “ebullición global para América latina?

En pocas palabras, siginica que empeorará el resultado de la combinación de dos fenómenos que se contraponen: por un lado, que América latina es una región con alto riesgo ante la crisis climática, y, por otro lado, que no cuenta con el suficiente financiamiento para enfrentarla, incluso este hecho se ha vuelto parte del discurso de algunos gobiernos como el colombiano para exigir al norte global acciones y responsabilidad financiera.

Desafortundamente, este texto aborda unicamente los tres factores tangibles mas evidentes. Sin embargo, las afectaciones en cuestiones sociales, migratorias, productivas, culturales e individuales aún son un tema pendiente de análisis y discusión. Una cosa es clara: requerimos acciones contra la crisis climática y financiamiento para llevarlas a cabo.

Una primer respuesta es la justicia climática. Este concepto quizás pueda darle a la región un rumbo para enfrentar, exigir y remediar todo lo que tiene que ver con la crisis, con otras regiones y especialmente con el norte global. En futuros textos será abordado este concepto, pero por ahora es importante definir a la justicia climática como “justicia social para enfrentar al cambio climático”.

Por lo tanto, la ebullición climática solo coloca a América latina ante un reto aún mayor. La justicia climática puede funcionar como un parámetro para enfrentarlo, sin embargo, es necesario también socializar este concepto poco conocido.

Tomando en cuenta la cita incial de Mario Benedetti, como sociedad no podemos creer que las ideas que nos han llevado a esta crisis nos pueden salvar de la misma. Es necesario “tirar la basura ideológica” que no tiene aquí, para entonces atender el problema de manera justa. Esta región requiere nuevas y mejores respuestas, especialmente cuando ya empezamos a hornearnos.

  • Las opiniones aquí vertidas son entera responsabilidad de lxs autorxs y no necesariamente reflejan la posición del Observatorio.
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