Alemania fue a las urnas y por primera vez en casi dieciséis años no contó con la presencia de la canciller Angela Merkel. La principal potencia europea definió en estas elecciones a los integrantes de la Bundestag, el parlamento alemán.
En estas elecciones parlamentarias, que se celebran cada cuatro años, por sufragio universal, directo, libre, igual y secreto para mayores de 18 años, los alemanes debieron emitir dos votos; el primero a un candidato específico por una de las 299 circunscripción, y allí el candidato que obtuvo más votos se llevó el escaño; y un segundo voto a una de las listas cerradas que presentaron los partidos a nivel nacional, y estos escaños en juego se reparten de manera proporcional.
La barrera legal de representación inicial está fijada en un 5% a nivel nacional para poder participar en la distribución de las bancas, pero también existe la posibilidad de tener representación obteniendo tres mandatos directos.
Si bien el parlamento Alemán tenía 709 bancas, no se conocía la cantidad que tendría la en juego de la nueva composición ya que los integrantes de la Bundestag varían en cada elección porque el sistema electoral pondera la proporcionalidad que obtiene los partidos que superan el 5%.
Superada la elección, los partidos iniciarán la fase nada sencilla de tratar de formar gobierno. La formación de las coalición de gobierno requiere tiempo, ya que las distintas fuerzas deben acordar y llegar a compromisos mutuos.
En un nuevo informe electoral del equipo del Observatorio del Sur Global abordamos las claves para enteder los comicios y las perspectivas a futuro en el gobierno alemán