por Sebastián Tapia
El domingo 15 de Agosto, el movimiento Talibán ingresó a Kabul y tomó control de Afganistán tras la huida del presidente Ghani y el derrumbe del gobierno. Ahora el problema no son las batallas y la guerra, sino el gobierno de un país destruido tras décadas de conflicto. El nuevo Emirato Islámico de Afganistán dice no ser una repetición de lo que fue entre 1996 y 2001. Queda en las potencias regionales garantizar que lo cumplan.
Talibán 2.0
Unos pocos días después de tomar la capital afgana, el portavoz del movimiento Talibán, Zabihullah Mujahid, dió una conferencia de prensa donde marcó los parámetros de lo que se espera que sea el próximo gobierno. Si bien el gobierno está siendo negociado entre todas las facciones que acompañaron a los Talibán al poder, Mujahid se dirigió al público para aclarar expectativas y diferenciarse del pasado. Algunos puntos para destacar de la conferencia:
Un punto que remarcó fue que el Talibán iba a garantizar la seguridad en Kabul, tanto para los extrajeros como para los nacionales:
“Todos los países extranjeros y sus representantes, sus embajadas, sus misiones, organizaciones internacionales, agencias de ayuda: me gustaría asegurarles que no permitiremos que nadie haga nada en su contra. Su seguridad está asegurada.”
Dejó en claro que no se apoyará a grupos terroristas que ataquen a países vecinos, u otros países. Este es el principal objetivo de las negociaciones con China y Rusia, además de ser funcional a la explicación del gobierno de Biden sobre por qué fueron a la guerra:
“Quisiera asegurar a la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, que nadie resultará perjudicado en Afganistán. Quisiera asegurarles a nuestros vecinos, países de la región, que no vamos a permitir que nuestro territorio sea utilizado contra nadie, ningún país del mundo. Por lo tanto, toda la comunidad mundial debe estar segura de que estamos comprometidos con estas promesas de que no sufrirán ningún daño desde nuestro suelo.”
Remarcó la necesidad de que sea respetado su derecho al autogobierno y a decidir la manera en que se van a gobernar:
“Los afganos también tienen derecho a tener sus propias reglas, regulaciones y políticas para que se aprovechen del beneficio de la nación del pueblo, que estén de acuerdo con nuestros valores, por lo que nadie debe preocuparse por nuestras normas y principios.”
El tema que más se critica en Occidente, con respecto a cómo gobernó el Talibán entre 1996 y 2001, tiene que ver con los derechos de la mujer. Este nuevo Talibán busca despegarse del gobierno anterior y presentarse más agradable para la comunidad internacional, por lo que se declaró que:
“El Emirato Islámico está comprometido con los derechos de la mujer en el marco de la Sharia. Nuestras hermanas, nuestros hombres tienen los mismos derechos; podrán beneficiarse de sus derechos. Pueden tener actividades en diferentes sectores y diferentes áreas en base a nuestras normas y reglamentos: educación, salud y otras áreas. Van a trabajar con nosotros, hombro con hombro con nosotros. La comunidad internacional, si tiene alguna inquietud, queremos asegurarle que no va a haber ninguna discriminación contra la mujer, pero por supuesto dentro de los marcos que tenemos.”
Es de esperar, si se cumple la palabra, que Afganistán tome un modelo de sociedad islámica más similar a Arabia Saudita o Irán. Lo que no es el mejor de los escenarios para las mujeres afganas, aunque sí una mejora con respecto a 2001. Sin embargo, a pesar de la voluntad declarada por el nuevo gobierno en Kabul, en el resto del país no necesariamente se van a ver respetados los derechos de la mujer en el corto plazo. Ya hay denuncias de algunos casos de femicidios en el interior del país.
Con respecto a los medios de comunicación, la promesa es similar:
“Por lo tanto, cuando se trata de las actividades de los medios de comunicación, los valores islámicos deben tenerse en cuenta cuando se trata de las actividades de los medios de comunicación, cuando se trata de desarrollar sus programas. Por tanto, los medios de comunicación deben ser imparciales. La imparcialidad de los medios de comunicación es muy importante. Pueden criticar nuestro trabajo para que podamos mejorar.”
Aunque en este caso hay claros avances. Por empezar, la televisión y las radios siguen transmitiendo, cuando en el pasado habían sido prohibidas. Incluso, un portavoz talibán fue entrevistado por una periodista mujer sin que eso afecte al canal de televisión.
El principal miedo de la mayoría de la población que ha colaborado con los ocupantes estadounidenses y de la OTAN es la posibilidad de una venganza. Que el Talibán los considere traidores, los arresten y los castiguen o maten. Eso es lo que alimenta la desesperada fuga hacia el aeropuerto de Kabul, todavía controlado por EEUU. Mujahid se mostró conciliador:
“Quiero asegurarles a todos los compatriotas, ya sean traductores, ya sean militares o civiles, todos han sido importantes. Nadie va a ser tratado con venganza. Tanto los jóvenes que tienen talento, que han crecido aquí, que son de este país, no queremos que se vayan. Estos son nuestros activos, nos gustaría que se quedaran aquí, para servir. (…) Quisiera asegurarles que en sus casas nadie les va a hacer daño, nadie va a tocar su puerta, nadie va a ser interrogado ni perseguido… Los que han tocado las puertas de las personas para inspeccionar sus casas, esto son abusadores y serán perseguidos e investigados.”
Sin embargo, de acuerdo al think tank Centro Noruego de Análisis Global, se está dando una persecución a los antiguos colaboradores de los ocupantes. Es temprano para decir si esto es realmente así o forma parte de la propaganda occidental.
También dejaron en claro que el negocio del tráfico de drogas va a ser eliminado, como lo hicieron en el pasado. Un negocio que creció a su máximo bajo la ocupación estadounidense.
“Aseguramos a nuestros compatriotas y a la comunidad internacional que no produciremos narcóticos. En 2001, si recuerdan, habíamos reducido la producción de contenido de narcóticos a cero en 2001, pero lamentablemente nuestro país estaba ocupado para entonces y el camino estaba allanado para la reproducción de narcóticos incluso a nivel del gobierno: todos estaban involucrados.”
Ante la pregunta si el Talibán ha cambiado con los años, Mujahid respondió:
“Nuestra nación es una nación musulmana, ya sea hace 20 años o ahora. Pero cuando se trata de experiencia, madurez y visión, por supuesto, hay una gran diferencia entre nosotros, en comparación con hace 20 años. Habrá una diferencia en lo que respecta a las acciones que vamos a tomar, esto ha sido como una especie de proceso evolutivo complementario.”
Hay algunas muestras de esto, por ejemplo la crítica hacia el Wahabismo que hace un mullah del talibán al canal iraní Press TV. En la entrevista se desliga al movimiento del “Estado Islámico” y esa escuela sunita tan fundamentalista. También se celebró la Ashura, un día del calendario shiita, anteriormente prohibido. Estos actos, en la semana que va de su gobierno, los muestra más abiertos a otras ramas del Islam.
Gobierno en formación
El Talibán declaró la creación del “Emirato Islámico de Afganistán” el 19 de Agosto, el mismo nombre que habían adoptado en 1996 y el mismo día en que se declaró la independencia en 1919. Pero el gobierno todavía no está del todo conformado. Continúan las negociaciones entre las diferentes tribus y líderes regionales para lograr una distribución estable del poder.
Abdul Ghani Baradar, el líder político talibán, regresó ayer de Doha a Afganistán para liderar el gobierno y cerrar los acuerdos con las otras facciones. En el esfuerzo de formación del gobierno lo acompaña el doctor Abdullah Abdullah, que fue un alto funcionario del anterior gobierno, y el primer presidente afgano tras la invasión estadounidense, Hamid Karzai.
Se han incorporado funcionarios de minorías étnicas diferentes a la mayoría pashtún, por ejemplo un hazara a cargo de un distrito, o líderes uzbecos y tayicos en el norte del país. Cabe destacar que hasta Hashmat Ghani, el hermano del fugado presidente Ashraf Ghani, juró lealtad al Talibán y se sumó a sus filas.
La Resistencia
Pero el control Talibán de Afganistán no es completo. Queda en la provincia de Panjshir un núcleo de resistencia, liderado por Ahmad Massoud. Él es el hijo del general Massoud que lideró la Alianza del Norte durante la guerra civil afgana contra el talibán y asesinado en 2001, dos días antes del ataque a las Torres Gemelas.
Tras la caída de Kabul, se ha podido reunir unos 3.000 soldados afganos que desean seguir combatiendo, escudados en la difícil geografía montañosa de la provincia. Junto a él está el general Bismillah Mohammadi, el ex ministro de defensa, y Amrulah Saleh, ex vicepresidente. Saleh sostiene que es el presidente en ejercicio según la Constitución, tras el escape de Ghani, pero carece de influencia política para hacer valer su puesto.
Para poder ejercer una verdadera resistencia al Talibán, y comenzar una nueva guerra civil, Massoud pidió a Occidente el envío de armas y pertrechos en una carta abierta en el Washington Post. Este podría ser un as bajo la manga para Estados Unidos, si desea seguir desestabilizando la región sin exponer a sus propias tropas. Sin embargo, Massoud no descarta la posibilidad de integrar un gobierno afgano junto al Talibán, si este es verdaderamente abierto y plural.
La contención regional
La región asiática se está organizando para mantener la estabilidad en Afganistán. Rusia mantiene una actividad diplomática de alto nivel para discutir estos temas. Ayer Putin y Erdogan discutieron sobre el futuro afgano en un llamado telefónico, del cual el Kremlin emitió un comunicado que dice:
“Mantuvieron un debate en profundidad sobre la situación en el Afganistán. Señalaron la importancia de garantizar la estabilidad y la paz civil en ese país, el estricto cumplimiento del estado de derecho y el orden. Se hizo hincapié en la prioridad de las tareas de lucha contra el terrorismo y narcotráfico. El presidente acordó fortalecer la coordinación bilateral sobre asuntos afganos “
Por su parte, el canciller Sergei Lavrov se comunicó con su contraparte paquistaní, Shah Mahmood Qureshi. De su llamado se destacó que:
“Los ministros enfatizaron la necesidad de asistencia, incluso dentro de la ‘troika’ ampliada, para establecer un diálogo inclusivo dentro de Afganistán en cuanto a formar un gobierno representativo, garantizar la estabilidad y el orden público en ese país “
Sin embargo, para Rusia todavía no es momento de reconocer al gobierno afgano ni al Talibán. Este movimiento es considerado un grupo terrorista desde 2003 en Rusia, por lo que primero debería levantarse ese rótulo antes de ser reconocido. Para ello, Lavrov considera que se necesitan más méritos, como la inclusión de otras partes en el gobierno.
Por su parte, China considera que está lista para tener “relaciones cooperativas y amistosas” con Afganistán, aunque no ha anunciado el reconocimiento oficial del Talibán.
Por otro lado, Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, declaró que la Unión Europea no reconoce al Talibán ni está teniendo negociaciones políticas con él. Sin emabargo, ofreció ayuda al país, 57 millones de euros este año y hasta 1.000 millones en 7 años, si se cumplen con tres condiciones: respeto por los derechos humanos, buen trato a las minorías y respeto por los derechos de las mujeres y las niñas.
En cuanto al Reino Unido, el ministro de relaciones exteriores, Dominic Raab, consideró que:
“Tendremos que traer países con una influencia potencialmente moderadora como Rusia y China, por muy incómodo que sea”
Es decir, reconoció que el gobierno británico ya no tiene suficiente influencia en la región como para manejar el problema de Afganistán y que esto será mejor manejado por otras potencias como Rusia y China, a pesar de la pésima relación que tiene el Reino Unido con ellas.
Reflexiones norteamericanas
El gobierno estadounidense continúa con la evacuación de su personal y aquellos que colaboraron con ellos durante la ocupación desde el aeropuerto de Kabul. Mientras tanto, el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán, presentó un informe evaluando los 20 años de ocupación. Está claro que no plantea un buen panorama. El principal problema que plantea es la corrupción y el desvinculamiento entre los planes realizados y la realidad en el territorio. Simplemente no hubo reconstrucción del país porque no hubo interés en hacerlo, sino en realizar negocios.
Stephen Walt sostiene que la salida apresurada de Estados Unidos de Afganistán no afectará la credibilidad del país con sus aliados, porque era una decisión necesaria para tomar y que no afecta sus interese más cercanos. Cree que los aliados estadounidenses deberían depender de sí mismos, más que de EEUU. Y eso es lo que se preguntan ahora otros líderes.
Theresa May se pregunta sobre el futuro de la alianza atlántica:
“¿Qué se puede decir de la OTAN si dependemos por completo de una decisión unilateral tomada por Estados Unidos?
Merkel, por su lado, le preguntaba al presidente afgano Ghani:
“¿Qué debería decirles a los alemanes si 20 años de servicio en la Bundeswehr (el ejército alemán) hubieran sido en vano?”
Esta pregunta de Merkel puede ser hecha por cualquiera de los aliados de Washington que lo acompañaron en 20 años de una ocupación fallida. Ni hablar de aliados como Ucrania o Georgia, que esperan ser defendidos ante una supuesta invasión rusa, pero que sus soldados son olvidados en Kabul cuando los norteamericanos fueron evacuados.
El final de la ocupación de Afganistán deberá ser resuelto por los mismos afganos, con ayuda de los países vecinos y las organizaciones regionales. Lejos estamos del 2001, cuando Estados Unidos decidía por el resto de las naciones e imponía su voluntad por la fuerza. Washington está tomando nota, limitando su involucramiento en otras regiones y apretando los tornillos en las zonas de mayor influencia. Asia tiene espacio de maniobra para forjar un futuro más similar a sus propias ideas. Es de esperar que los Talibanes entiendan que el mundo ha cambiado en 20 años y ellos deberán adaptarse para ser parte de esta nueva Asia.