En las últimas semanas llamó la atención que se instalara en el debate público la cuestión de la elección de las autoridades del BID. Aunque ubicado en un registro de instituciones de financiamiento regional, el BID ha cobrado relevancia desde su creación y siempre estuvo atravesado por la política. Lo novedoso es el modo en que se ha planteado el debate, fundamentalmente exponiendo una fuerte discrepancia entre Estados Unidos y quienes apoyan a su candidato para la presidencia del BID, por un lado, y Argentina, México y la Unión Europea, que plantean otras alternativas pero coinciden en la conveniencia de posponer la decisión, una vez que la pandemia se haya aplacado y, fundamentalmente, hayan pasado las elecciones presidenciales en EEUU. ¿Cuáles son las tensiones que explican esta inesperada disputa diplomática? ¿Cómo juega el estilo de negociación de Trump y los intereses norteamericanos a corto y mediano plazo?
En primer lugar, la propuesta de Trump del candidato norteamericano Clever Carone, rompe una regla no escrita del BID, según la cual el presidente es siempre un latinoamericano y el vicepresidente un norteamericano. En este caso, además, la candidatura de Clever fue lanzada al ruedo después de que se postularan varios candidatos latinoamericanos. Esta iniciativa se inscribe en las actitudes ya clásicas de Trump que obedecen a “patear el tablero” de las formas sistémicas de acción de EEUU en los ámbitos multilaterales y bilaterales, dentro y fuera de la región, para obligar a una nueva negociación. Los ejemplos son muchos y van desde la renegociación del NAFTA, los acuerdos con Corea del Norte o el manejo de las tensiones en medio oriente.
De esta forma, más allá de su estilo outsider, la amenaza de ruptura no es una posición ideológica sino su forma particular de pragmatismo cuando los términos del juego planteado incomodan a sus objetivos e intereses. El quiebre, la generación de controversias y un poco de revuelo que alimenta el personaje – por qué no decirlo- son una estrategia de confrontación y negociación. “Just business“, como lo explicó el propio Trump allá por 1987 en “The art of the deal”, libro escrito junto a Tony Schwartz, que lo catapultó a la popularidad en Estados Unidos.
Pero volviendo al BID, la jugada de Trump se entiende por la particular coyuntura regional. Por un lado, la disputa geopolítica con China, que se ha convertido en el principal prestamista de latinoamérica, no puede soslayarse. A partir de 2004, con la visita del entonces presidente Hu Jintao a Brasil, Argentina, Chile y Cuba, el rol de China ha ido en aumento. Sin contar los swaps, China supera los créditos que otorgaron, sumados, el BID y la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. El contexto de pospandemia que comienza a discutirse, donde una región endeudada y en recesión necesitará financiamiento para la reactivación económica y para reconstruir su infraestructura, termina de completar el cuadro.
En ese escenario, los ojos de Trump vuelven al BID para recuperar el sentido original que tuvo para la política norteamericana en la región: promover las inversiones norteamericanas en la región bajo el paradigma del desarrollo y contener las amenazas a su hegemonía.
Un poco de historia
El Banco Interamericano de Desarrollo, fundado en 1959, es una de las principales fuentes de financiamiento en materia económica, social e institucional de América Latina y el Caribe. Siendo el mayor banco regional del mundo apunta a sectores como: salud, integración regional, educación, energía, desarrollo urbano y vivienda, ciencia y tecnología, reforma/modernización del Estado, agua y saneamiento, medio ambiente y desastres naturales, entre otros.
Surgió como resultado de las ideas desarrollistas de la época, que sostenían la necesidad de industrializar la producción de materias primas para lograr la sustitución de importaciones y así mejorar los términos de intercambio de la región con aquellos países más desarrollados. Pero no sólo la industrialización era necesaria, sino también mejorar las condiciones socio-políticas que obstaculizaban el desarrollo de las naciones latinoamericanas, tal como recomendaba la CEPAL entonces. Por otro lado, el BID fue instrumental en la política de “Alianza para el Progreso” fomentada por el presidente estadounidense John F. Kennedy, como una forma de buscar disminuir las disparidades sociales latinoamericanas y así evitar el atractivo que ejercía la Revolución Cubana, y su modelo de desarrollo socialista, sobre la región.
Esta conformado actualmente por 48 países, de los cuales 26 son miembros prestatarios de la región. Entre ellos: Argentina, Venezuela, Costa Rica, Brasil, México, Chile, Perú, Colombia, Bolivia. Mientras que los 22 miembros no prestatarios están integrados por Estados Unidos, Canadá, Israel, China, Japón, Corea y 16 países de Europa. Cada país que quiera pertenecer al BID como miembro regional debe ser parte de la OEA (Organización de Estados Americanos), mientras que los países que quieran ser miembros no regionales deben ser miembros del FMI (Fondo Monetario Internacional).
La máxima autoridad es la Asamblea de Gobernadores en la que cada país miembro designa a un gobernador, cuyo poder de votación es proporcional al capital que el país suscribe a la institución. Siendo así, los países de América Latina y el Caribe tienen poco más del 50% de los votos. Dentro de ese porcentaje Argentina y Brasil encabezan la lista con un 11% cada país. Mientras que Estados Unidos y Canadá tienen un 34% de los votos, y los países no regionales no prestatarios casi un 16%.
El 27 de julio el BID anunció que a partir de esa fecha, con un plazo de 45 días, los gobernadores podrían proponer candidaturas para reemplazar al actual presidente Luis Alberto Moreno. Las elecciones se llevarían a cabo el 12 y 13 de septiembre. Sin embargo, muchos países se unieron para exigir que las elecciones se posterguen para marzo del 2021 por dos cuestiones: el contexto actual de la pandemia de Covid-19, que impediría que se vote presencialmente, y las elecciones nacionales previstas para el 3 de noviembre en Estados Unidos, que podrían cambiar el panorama del gobierno con mayor porcentaje de capital.
Mauricio Claver Carone
Abogado, nacido en el estado de Florida y de ascendencia cubana, Claver Carone es el actual Asesor Especial de Donald Trump y Director Principal para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional. Previamente fue el asesor principal del Subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y Director Ejecutivo interino de Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacional. Conocido por su defensa al embargo a Cuba y crítico hacía las políticas de acercamiento a la Isla que había llevado el ex-presidente Barack Obama, obtuvo popularidad por su blog “Capitol Hills Cubans” en el que se muestra en las antípodas de figuras como Castro en Cuba y Chávez en Venezuela.
La postulación de Carone por parte de los Estados Unidos generó repercusiones en los países de América Latina y el Caribe, no sólo por cuestiones ideológicas, sino porque en caso de que se convierta en Presidente, sería el primero en la historia de origen estadounidense y no latinoamericano.
Cuenta con el apoyo de países como Colombia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Honduras y Haití, entre otros. Aunque Brasil ha postulado a su propio candidato, Carone aseguró contar con el apoyo de este país.
Argentina, México y Chile
Si bien Argentina tiene su propio candidato – Gustavo Beliz, abogado y funcionario del BID por más de 14 años y actualmente desempeña el cargo de Secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación – dejó en claro su postura sobre la necesidad de que el próximo presidente sea latinoamericano.
El pasado 7 de agosto la Comisión de Relaciones y Exteriores y Culto del Senado de la Nación Argentina votó por unanimidad una declaración en apoyo para que el cargo de la presidencia del BID sea ocupado por un representante de América Latina. La iniciativa fue del Senador y ex-canciller Jorge Taiana que señaló “creemos que la presidencia debe quedar en manos de un latinoamericano porque eso significa la reafirmación de la igualdad y del equilibrio institucional entre los países del continente americano” .
De la misma forma, se pronunció a favor del postergamiento de las elecciones a marzo 2021 afirmando que “este mismo planteo se replicó en el Congreso de los Estados Unidos por numerosos representantes que escribieron a las autoridades y pidieron que se postergue la elección del candidato. Por un lado, porque estaba mal violar la norma que la costumbre había fijado que sea un latinoamericano y segundo porque no se sabe que candidato va a ganar las elecciones en Estados Unidos” y que se podría dar un escenario en el que “hubiera un presidente del BID, que no solo se llevara mal con el resto de los integrantes latinoamericanos si no que también podría estar enfrentado a la Casa Blanca si ganara la elección Biden“. Por otra parte, destacó la importancia del dialogo con comisiones de relaciones exteriores de la región para tomar una postura unificada sobre el tema.
También el actual canciller, Felipe Solá, se sumo al reclamo de postergar las elecciones aclarando que “queremos que se postergue hasta marzo la Asamblea que elegirá al nuevo presidente del BID. Estamos inmóviles por la pandemia y una elección crucial debe hacerse en forma presencial, como corresponde. Mantenemos a nuestro candidato, Gustavo Beliz.“
También Chile ratificó que lo ideal sería postergar las elecciones. El canciller del país transandino, Andres Allamand, calificó de ‘inadecuada’ la candidatura de Estados Unidos a la presidencia del BID y señaló que “es prudente postergar las elecciones previstas para septiembre y debatir, en un ambiente libre de tensiones una mejor definición del rol del banco en la ayuda a los países miembros para enfrentar la recuperación pos-COVID-19″. Agregó en el Senado chileno que “la magnitud de la tarea que hoy enfrenta el BID no aconseja tensionarse con una elección en septiembre, razón por la que Chile se inclina por una postergación del proceso”.
Se sumaron seis ex-ministros de Relaciones Exteriores de Chile afirmando que “La presidencia del BID debe estar en manos de quien demuestre capacidad técnica, poder de convocatoria y experiencia diplomática” y que Claver Carone “pareciera carecer de la personalidad adecuada y el buen juicio para encabezar” la presidencia.
México, inesperadamente, fue parte del reclamo: “En el día de ayer, Chile planteó la pertinencia de posponer la fecha de elección del presidente hasta tanto los gobernadores puedan volver a reunirse presencialmente. En el mismo sentido, el pasado 30 de julio, se pronunció Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común y vicepresidente de la Comisión Europea” añadió la dependencia que representa a México en la Asamblea de Gobernadores del BID.
La Secretaría de Hacienda, vía Twitter, aclaró que apoya este pedido “hasta que haya condiciones para ello, sobre todo para dialogar y definir el papel que tiene esta institución ante los desafíos sociales y económicos que plantea la coyuntura de la Covid 19″ .
Todo indicaría que tanto México como Chile, apoyarían la candidatura del argentino Gustavo Beliz.
Por otro lado, Costa Rica, suma su candidata. La ex-presidenta del país, Laura Chinchilla, anunció su postulación el pasado 22 de junio “Lo que América Latina está demandando en este momento (…) es un liderazgo experimentado, capaz de trabajar con diferentes actores y sectores y que mire a la región no solamente desde el punto de vista de balances financieros sino un punto de vista integral y complejo” . Contó con el apoyo del actual presidente Carlos Alvarado que afirmó estar trabajando desde febrero con esto.
Así las cosas, las apuestas están en danza, resta ver si Trump decidirá negociar antes o después de las presidenciales norteamericanas.