Observatorio del Sur Global

Visita del presidente iraní a Siria: distensión e implicancias geopolíticas

Ignacio Martín Ruiz
Ignacio Martín Ruiz
8 Minutos Leídos

El proceso de distensión que tiene lugar entre los países árabes en Medio Oriente continúa acentuándose. El objetivo parece claro: promover la estabilidad y la reconstrucción del conjunto de las economías locales para de esa manera proyectarse como un nodo regional fortalecido y soberano en el mundo multipolar que se desenvuelve.

El miércoles 3 de mayo, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, viajó a Siria para reunirse con su viejo aliado, el presidente Bashar al-Asad, en lo que es la primera visita de un mandatario iraní desde que estallara el conflicto en territorio sirio en 2011. A partir de esta reunión se firmaron múltiples acuerdos entre los que destaca un memorándum de entendimiento de cooperación estratégica a largo plazo entre ambos países.

Además, el pasado 1 de mayo los ministros de Exteriores de Egipto, Irak, Arabia Saudita y Jordania se reunieron junto a su homólogo sirio en Amán, capital jordana. En este encuentro se buscaron aproximaciones para alcanzar una solución política a la crisis en Siria y discutir su readmisión a la Liga Árabe (su membresía fue suspendida en 2011), cuestión que se votará este domingo 7 de mayo en una reunión de emergencia que tendrá lugar en Riad, capital saudí. También se abordará la situación en Sudán.

Un proceso necesario y bienvenido

Este proceso de promoción de políticas de buena vecindad comenzó en marzo de este año con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita, lo que condujo el pasado 1 de mayo a la apertura de la embajada iraní en Riad, así como también del consulado general y la representación en la Organización de Cooperación Islámica en Yeda, según informó el portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Nasser Kanaani. El papel desplegado por la República Popular China resultó fundamental al actuar como mediador en este conflicto.

Continuando esta senda, a mediados de abril el ministro de Exteriores sirio, Faisal Mekdad, viajó a Arabia Saudita para reunirse con su homólogo, lo que halló retribución unos días luego cuando el ministro saudí viajo a Siria para continuar con las reuniones tendientes a normalizar y armonizar las relaciones entre ambos países. Recordemos nuevamente que Siria es un histórico aliado de Irán.

A su vez y durante el mismo mes de abril, Catar y Bahréin restablecieron sus vínculos diplomáticos, que se habían cortado en 2017 cuando Bahréin, junto con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, impuso un bloqueo diplomático a Catar por considerar que era demasiado cercano a Irán.

Finalmente, a raíz del acercamiento entre iraníes y saudíes, aumentaron las probabilidades de alcanzar un alto el fuego en la guerra civil de Yemen, con la mediación de delegaciones de Arabia Saudita y Omán. Este conflicto enfrenta al gobierno (respaldado por los saudíes) y a los hutíes (apoyados por Irán). Hasta el momento el proceso de diálogo permitió el intercambio de prisioneros entre ambos bandos, aunque las tensiones persisten.

Trasfondo geopolítico y multipolaridad

Para dimensionar la importancia de estos sucesos, recordemos que las relaciones entre Irán y el reino saudí están atravesadas por una histórica rivalidad que se expresa no solo en la manera en que interpretan el Islam (Irán es de mayoría chií y Arabia Saudita, suní), sino también en la manera en que tejieron sus vínculos internacionales, particularmente desde la revolución islámica que tuvo lugar en territorio iraní en 1979 y que derrocó al Sha Mohammad Reza Pahlevi.

Tras esta revolución, “la relación con Estados Unidos daría un vuelco de 180 grados” e Irán “pasó de ser un aliado estratégico de EEUU a una fuente de antiamericanismo”. A su vez, el cambio de gobierno en suelo iraní fue el “punto de partida del conflicto con Arabia Saudita” puesto que “amenazaba seriamente a los Gobiernos seculares árabes de la región acusándolos de usurpadores”, lo que eventualmente condujo a Saddam Hussein, entonces presidente de Irak, a invadir Irán en 1980[1].

El alineamiento del reino saudí con EEUU y la retórica antiamericanista de Irán supusieron, junto al carácter secular del gobierno de Arabia vis a vis el carácter religioso de la República islámica de Irán, los ingredientes de la rivalidad geopolítica entre ambas potencias en Medio Oriente y el foco de las tensiones que evitaban que la cooperación regional pudiera efectivamente prosperar. La unipolaridad norteamericana en las relaciones internacionales tras la caída de la Unión Soviética acentuó esta situación.

Este es un breve racconto que ilustra la importancia sistémica del restablecimiento diplomático entre Irán y Arabia Saudita, cuyas relaciones estaban totalmente rotas desde 2015, así como también del proceso de diálogo para readmitir a Siria en la Liga Árabe. Es un antes y un después en la cooperación regional de los países árabes.

Siguiendo a Sergio Cesarín, “se espera que la normalización de las relaciones entre Teherán y Riad propicie una mayor estabilidad y seguridad regionales e impulse la cooperación entre los países del Golfo Pérsico y del mundo islámico. Según declaraciones oficiales, ambos países reconocen su destino compartido y sus denominadores comunes, lo que les obliga a cooperar para construir un modelo de prosperidad y estabilidad para sus respectivos pueblos”[2].

La creciente influencia de potencias como Rusia y China y el enfoque cualitativamente diferencial que ambas le dieron a su política diplomática con los países de la región, en relación a la forma confrontativa de EEUU, que tendió a promover la exportación e implantación de su forma-de-ver-el-mundo a través de la intervención militar, tiene mucho que ver con este presente en la región.

Esto tiene su correlato directo con la emergencia del paradigma de la multipolaridad, el respeto mutuo y la cooperación ganar-ganar. La posibilidad de un Medio Oriente soberano, en unidad y buena vecindad es también un factor clave para hacer realidad este paradigma por venir.

Esto será resulta fundamental, además, para la posibilidad de sentar a Israel en una mesa de negociaciones que permita, de una vez y para siempre, encontrar una solución a la cuestión de Palestina. China ya anunció su intención de oficiar como mediador en el conflicto, sobre el cual el ministro de Exteriores Qin Gang afirmó que su abordaje deberá involucrar la solución de dos Estados.


[1] https://www.teseopress.com/contrapuntos/chapter/5-ajedrez-geopolitico-de-medio-oriente-la-puja-de-poder-entre-iran-y-arabia-saudita/

[2] https://forosur.com.ar/en/blog/iran-arabia-saudi-y-china-triangulo-de-distension/

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