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Perspectiva Latinoamericana | El fenómeno Bolsonaro

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El 1 de enero del año 2019 asumía Jair Mesías Bolsonaro como presidente de Brasil con el ex presidente Lula Da Silva, principal figura política del país, preso e impedido de participar en las presidenciales. Se consumaba así través de elecciones un violento proceso de reconfiguración de la política nacional, que había comenzado con el golpe institucional contra la presidenta Dilma Rousseff. Sin embargo, la situación de crisis institucional en Brasil y emergencia de un gobierno autoritario no fue una excepción. Sobre el fin del mismo año, con pocos días de diferencia, aunque Lula fue liberado, en Bolivia, Evo Morales forzado a renunciar tras un pronunciamiento de las fuerzas armadas en el marco de una ola de protestas por los resultados electorales que se espiralizó de manera violenta. El pronunciamiento militar que impidió la convocatoria a nuevas elecciones en Bolivia como forma de dirimir el conflicto y el reemplazo del presidente Evo Morales por un régimen civil de facto completaron el golpe institucional. Sin ir más lejos, en la misma coyuntura, el giro represivo del gobierno de Lenin Moreno en Ecuador, configuró un escenario de gobiernos de autoritarios. 

Antes de la pandemia, la democracia estaba en riesgo en el Cono Sur. Como se señala en este dossier del Centro de Estudios en Ciudadanía, Estado y Asuntos Políticos (CEAP), contrariamente a lo que pregonaba cierta mirada institucionalista, la llegada al gobierno de la “nueva derecha” no ha sido sinónimo de mejoramiento de la democracia y respeto de la institucionalidad. 

En el marco del ciclo de debates sobre Política Latinoamericana, conversamos con Ariel Goldstein, quien es sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (en nuestro canal de Youtube pueden acceder a su exposición). El dialogo giró en torno al fenómeno Bolsonaro y las implicancias para el debate sobre lo que se ha dado en llamar la “nueva derecha” en la región  . Esto es, las expresiones que se han constituido como alternativas al ciclo de gobiernos populares en el Cono Sur que se constituyó a comienzos del siglo XXI.

Goldstein, quien se ha especializado en el estudio de la política brasileña, hace poco más de un año presentó su último libro “Bolsonaro: La democracia de Brasil en peligro” . Allí, plantea que, lejos de representar un fenómeno imprevisible, el ascenso de Jair Bolsonaro se encuentra enraizado en la historia de Brasil. A su vez, lo precede el triunfo de Trump en Estados Unidos y las extremas derechas en Europa. Sin embargo, sus características son únicas y lo convierten en un fenómeno inédito, fruto de un electorado con un fuerte rechazo a la política a consecuencia de las graves denuncias de corrupción contra los gobiernos anteriores, desconfiado de los medios tradicionales y seducido por el estilo “políticamente incorrecto” del ex militar, que no duda en hacer declaraciones en defensa de la tortura, la pena de muerte, la homofobia, la misoginia y el racismo. Una “extrema derecha pop” que se vale de simbologías creativas y graciosas en las redes y que tiene, en su base, un profundo vínculo con los militares y con sectores fundamentalistas religiosos.

En primer lugar lo que hay que entender para la llegada de una persona como Jair Bolsonaro a la presidencia del Brasil es conocer las condiciones que lo permitieron. Este intento por conocer la situación previa nos llevó a los primeros años del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), bajo la presidencia de Luiz Ignacio Lula Da Silva. Desde el primer día hubo un intento por parte de los medios de comunicación en construir al PT como la cara visible de la corrupción en todo el país. Un claro ejemplo de esto es lo que se conoció en el 2005 como el Mensalão. Gran parte de los estudios de Goldstein se centran en la asociación de los medios de comunicación y la política. Es así que también que nos señala los intentos constantes de construir discursivamente al PT como simples militantes del Chavismo venezolano. Para los medios de comunicación del establishment eso que antes, en los gobiernos de Vargas o Goulart, se disfrazaba de peronismo o vinculado con la Unión Soviética; con el gobierno de Lula el fantasma del comunismo tiene la cara de Hugo Chávez.

Dentro de esta relación problemática del PT con los medios de comunicación, surgen diversas cuestiones que articulan el conflicto ya contra el gobierno de Dilma Rousseff. Su presidencia estuvo atravesada por un gran crecimiento económico lo que generó expectativas a diversos sectores de la sociedad en búsqueda de la movilidad social ascendente. Un aspecto interesante que señala es que esas expectativas se ubicaron dentro de una matriz de pensamiento de corte neoliberal donde premisas como “ser empresario de sí mismo” se sobrepusieron en la subjetividad de la sociedad brasileña. Es así que estos anhelos por un mejoramiento del nivel de vida desde una óptica individualista se configuraron con nuevas formas de la cuestión religiosa.

Parte de las críticas que se esbozaron contra el gobierno de Rousseff apuntaba a que, si bien se había logrado un mejoramiento económico donde la mayor parte de los brasileños y brasileñas pudieron acceder a ciertos niveles de consumo, la falta de respuesta para resolver problemas estructurales concentró muchas de las críticas. Estos problemas estructurales estaban asociados directamente con el desarrollo de la infraestructura estatal.

La falta de llegada del Estado para resolver las problemáticas sociales sumado a la aparición de nuevos actores generó una mutación en la base de sustentación del poder del PT. Goldstein destaca lo que se dice comúnmente que allí donde el Estado se retira son las corporaciones las que se sobreponen por encima del interés común. Y así fue que se produjo el avance de dos actores muy complejos en la sociedad: la Iglesia Evangélica y el narcotráfico. En sus inicios el PT era aliado de los pastores evangélicos pero a partir de 2013 la agenda que quiso impulsar el gobierno en materia de géneros produjo la ruptura de la alianza. La correlación de fuerzas había cambiado, tanto es así que en diez años el Frente Parlamentario Evangélico pasó de tener 20 diputados a controlar casi 200.

El Lava Jato y el rol del por entonces Juez Moro terminó de constituir la agenda mediática que asociaba la imagen de Lula y el PT con la corrupción. Con el golpe a Dilma, la seguida cárcel y proscripción para Lula, el camino estaba allanado para la llegada de Bolsonaro. Sin embargo, parte de los rasgos del gobierno de Bolsonaro ya se habían adelantado en el interinato de Michel Temer, el vicepresidente de Dilma.

Un Bolsonaro que construye su base de sustentación con cuatro actores: los sectores evangélicos (Goldstein destaca que casi el 70% de ellos lo votaron), los agropecuarios que se unifican como los que controlan el agronegocio, el mercado financiero y los militares.

¿Cuál fue la estrategia de Bolsonaro? Apoyarse en la defensa de los valores del Brasil tradicional y profundizar la grieta. Algo que se ve hasta el día de hoy en sus discursos de odio, racismo, xenofobia y machismo.


Para finalizar te dejo algunas noticias de la última semana:

¿Dónde están los 43 de Ayotzinapa? El Equipo Argentino de Antropología Forense pudo identificar el cuerpo Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, uno de los 43 normalistas desaparecidos. Se desmantela el relato de la “verdad histórica“, acá podes leer un breve recorrido del caso publicado por El País.

Se busca vicepresidente con disponibilidad full time: Renunció el vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner. En un contexto de incertidumbre política, con el ex-presidente Correa exiliado denunciando un intento de proscripción y las elecciones por desarrollarse en febrero del 2021, ya es el tercer vicepresidente que se va de la gestión de Lenin Moreno.

Esto fue todo por hoy, espero que te haya gustado y hasta la semana que viene.
Manuel Lozano.

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