Boletim Ponto para Brasil de Fato
Hola, Arthur Lira secuestró las agendas en el Congreso y el Gobierno intenta un plan de escape a través del Senado, mientras la economía y el escenario internacional siguen siendo desfavorables.
Las demandas del secuestrador. El precio de Arthur Lira y del centro para desbloquear los votaciones de los proyectos de gobierno ya están sobre la mesa: anticipar la reforma ministerial para agosto, cambiar los ministros de coordinación política y entregar el Ministerio de Salud con un presupuesto de R $ 149 mil millones, junto con Embratur, el Banco del Nordeste y Correos. Los elegidos del centro recibirían los ministerios a “puerta cerrada”, o sea, con derecho a designar los cargos del primero al último nivel. Además, por supuesto, mantener el flujo de enmiendas siempre abierto. Hasta ahora, Arthur Lira tuvo éxito en su “reposicionamiento de marca” – de administrador del presupuesto secreto y bloqueador del impeachment de Bolsonaro a aliado de primera hora del nuevo gobierno desde el PEC de la Transición. Los números de que presume Lira no son desdeñables: gracias a él, el lavajatista Podemos votó el 70% de las veces con la base oficialista, más que el PSOL, e incluso el bolsonarista PL entregó el 30% de los votos. El problema para el Gobierno es que no hay garantías de que cediendo a las demandas de los centristas devuelvan vivo al rehén. Hasta ahora, la máquina de votos de Lira funcionó para los proyectos que interesan al mercado -como el nuevo marco o la reforma tributaria, que no serán golpeados por la “parálisis” de Lira-, mientras que los proyectos que interesan al gobierno son sometidos a sangría, desfiguración o chantaje -como Bolsa Família y Minha Casa, Minha Vida-. Además, los del centro no son una masa informe y aleatoria de diputados. Tienen una dirección y una ideología. Y están formados por las mismas bancadas del Buey, la Biblia y la Bala que aprovecharon la debilidad del gobierno para aprobar el cambio del Marco Temporal y el IPC del MST. En estos casos, la derrota no es del gobierno, sino de la sociedad. Pero los del centro tampoco son una asociación homogénea, lo que significa que el gobierno negocia al por mayor, sólo para tener que renegociar, proyecto por proyecto, al por menor con cada patrón.
Plan de fuga. Frente a la encrucijada, hay quienes sufren el “síndrome de Estocolmo” en el PT y creen que la única salida es entregar un ministerio al diputado Elmar Nascimento, de la Unión de Bahía de Brasil. Aliado de Lira, fue Nascimento quien negoció la aprobación del MP de los ministerios directamente con Planalto. Sin embargo, el diputado es adversario político de dos nombres prestigiosos para Lula, los ex gobernadores de Bahía Rui Costa y Jaques Wagner. Los senadores del MDB leales al gobierno sugieren otra táctica: el gobierno nunca tendrá mayoría en la Cámara y la solución es aliarse más fuertemente con Rodrigo Pacheco en el Senado. La señal de Pacheco de que el nombramiento de Cristiano Zanin para el STF debe avanzar sin problemas en la casa ya sería una señal de que allí la relación es diferente, lo que se confirma por la tramitación relámpago de la MP de los Ministerios. El presidente del Senado también sería un freno para otro aliado de Lira, Davi Alcolumbre, que también designó tres ministros y no puede garantizar la lealtad de su bancada, la misma Unión que ahora pide más ministerios. Pacheco también sería la solución de emergencia para agendas bomba como la del Marco Temporal. El pase del senador es aún más valioso porque pertenece al PSD del invisible pero omnipresente Gilberto Kassab, con 70% de lealtad al gobierno. Además, el nombre de Pacheco ya sonó dentro del propio STF para ocupar el segundo escaño que el gobierno debe designar este año. Esto reforzaría la segunda parte de la estrategia del gobierno: aferrarse también al Poder Judicial, como instancia para revertir las derrotas en el Congreso. Y es precisamente desde el Poder Judicial que se le recuerda a Arthur Lira que aún tiene cuentas pendientes. Aunque la acusación de corrupción destapada por el STF no prospere, una operación de la Policía Federal dirigida a aliados y enmiendas de Lira también puede reducir el impulso de poder del coronel de Alagoas.
Tocar techo. Otra parte de la estrategia del gobierno que fracasa es lograr victorias decisivas en la economía para mejorar las condiciones de gobernabilidad. Después de todo, ya vimos que la economía es demasiado lenta para la montaña rusa política. Mientras el nuevo marco fiscal espera a ser votado en el Senado, el fantasma del descabezado techo de gasto sigue rondando con un bloqueo presupuestario de 1.700 millones de reales que afectará a seis ministerios. Por no hablar de la reforma fiscal que no tiene plazo para ser considerada por el Congreso. A pesar de ello, Haddad se mantiene firme en su propuesta de reorganizar las bases fiscales del Estado, pero mientras estas ideas se quedan en el papel los privilegios fiscales roban 440.000 millones de reales al presupuesto anual del país. E incluso cuando el gobierno cosecha resultados positivos, como el crecimiento del 1,9% del PIB en el primer trimestre, esto sólo reafirma la fuerza económica del agronegocio, el mismo que lidera el IPC contra el MST. Otra parte de la estrategia de Lula era asegurarse victorias fuera de casa reinsertando a Brasil en la escena internacional. Pero también aquí, tras la euforia inicial y los resultados positivos, hay dificultades. La guerra de Ucrania demuestra que el margen de maniobra internacional es hoy más estrecho que el que Lula encontró en sus anteriores mandatos, con poco espacio para un actor de segunda fila como Brasil. Además, los recientes ataques a la agenda medioambiental, como la propuesta de prospección de petróleo en la desembocadura del Amazonas, los cambios en el Marco Temporal y el debilitamiento del Ministerio de Medio Ambiente, pueden afectar negativamente a la imagen del país en el exterior. Finalmente, en América del Sur, el desencuentro sobre la Venezuela de Maduro muestra que, incluso con las victorias electorales de la centroizquierda en el continente, estamos camino a la vecindad de Chávez antes que a la patria soñada por Bolívar.