Por Sebastian Tapia
Desde el inicio de la segunda fase activa del conflicto ucraniano, conocida en Rusia como la operación especial militar en Ucrania y en Occidente como la invasión de Ucrania, el apoyo de Estados Unidos al gobierno de Volodimir Zelensky ha sido invariable.
El gobierno norteamericano ha enviado más de 112 mil millones de dólares en ayuda económica, tanto con fines militares como financieros, al punto que las jubilaciones y el funcionamiento normal del gobierno ucraniano depende de la ayuda internacional estadounidense.
Pero con el paso del tiempo y la falta de logros militares en el campo de batalla, la atención de la administración Biden puede haber comenzado a enfocarse en otra región del planeta.
Fatiga ucraniana
Hacia fines de 2022, después del fin de la ofensiva ucraniana que le permitió recuperar Jersón tras la retirada rusa, pero antes del inicio de la ofensiva rusa que está tomando Artyomovsk, se comenzó a hablar de la “fatiga ucraniana”. Esto es, que el pueblo estadounidense se estaba cansando de ayudar a Ucrania y buscaría dejar de hacerlo.
Esta idea cobró tanta fuerza, que un think tank como la Rand Corporation salió a desmentir su existencia.
Pero con la estabilización del frente y el cambio de las autoridades en la cámara baja del Congreso estadounidense, que ahora contaba con mayoría republicana, a principios de Febrero, el congresista republicano Matt Gaetz de Florida presentó un proyecto de ley para terminar con el envío de la ayuda económica a Ucrania.
La resolución, denominada “Fatiga ucraniana”, fue presentada sólo con el apoyo de otros 11 republicanos, pero era el resultado de una carta enviada al Tesoro estadounidense pidiendo información detallada sobre el uso de esos fondos enviados a Ucrania, que había sido firmada por 35 republicanos.
Una encuesta de Associated Press y el NORC Center for Public Affairs Research, de mediados de Febrero, marca una fuerte caída en el apoyo popular al envío de armas a Ucrania.
De acuerdo con los datos recabados, el 48% está de acuerdo con el envío, 28 está en contra y 22 que no está a favor ni en contra. En Mayo de 2022, el 60% de la población decía estar a favor del envío de armas.
Otra encuesta, realizada por el Pew Research Center, a finales de Enero ya mostraba la caída en el apoyo al envío de ayuda. En Marzo de 2022, el 42% de los estadounidenses consideraba que no se estaba enviando la ayuda suficiente y sólo el 7% consideraba que esa ayuda era demasiado.
Para marzo de 2023, los que consideran que no se está enviando suficiente ayuda cayó al 20% y los que consideran que se está enviando demasiado ya alcanzan al 26%.
El nuevo presupuesto de defensa presentado por la administración Biden el 1ro de Marzo se reserva 1700 millones de dólares más, sólo para ayudar a Ucrania en la guerra. Es el partido republicano el que lidera el movimiento por supervisar y controlar esta ayuda.
Si bien el presidente de la cámara de representantes, el republicano Kevin McCarthy, aseguró que no le dará “carta blanca” a Ucrania, la dirigencia republicana sigue sosteniendo el envío de ayuda – tan sólo busca más control.
Pero hay una camada de diputados republicanos, como Matt Gaetz o Marjorie Taylor Greene, que son más cercanos a Donald Trump e impulsan una agenda más centrada en los problemas internos estadounidenses.
Trump, por ejemplo, criticó el viaje que hizo Biden a Polonia al cumplirse un aniversario del comienzo de la “operación especial”, donde el presidente estadounidense volvió a prometer más ayuda militar y económica, cuando en verdad debería haber estado recorriendo el poblado de East Palestine, donde el descarrilamiento de un tren con químicos generó un desastre ambiental.
La frontera sur
Un argumento recurrente de estos republicanos es que el gobierno de Biden está cuidando las fronteras ucranianas, pero no hace nada por defender su frontera con México.
La crisis por consumo de fentanilo, un opioide sintético, ha causado la muerte de más de 100.000 estadounidenses en 2022, y algunos legisladores republicanos consideran que se debe al tráfico realizado por los cárteles mexicanos.
El diputado republicano por Texas, Dan Crenshaw, presentó en Enero un proyecto de Ley para nombrar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y autorizar el uso de las fuerzas armadas contra ellos.
William Barr, el ex fiscal general de la administración Trump, llamó a tratar a los cárteles como se hizo con el Estado Islámico (ISIS).
Tras el secuestro de cuatro estadounidenses en la ciudad de Matamoros, y la muerte de dos de ellos, el senador Lindsey Graham retomó la idea de Crenshaw para autorizar a las fuerzas armadas estadounidenses a atacar a los cárteles mexicanos.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, calificó a estos comentarios cómo “una actitud intervencionista, prepotente, alevosa, majadera”, les sugirió tratar de resolver la descomposición social de su país y les recordó que “no somos un protectorado México es un país. No recibimos orden de nadie”.
El recuerdo de la Expedición Punitiva de 1916, cuando Estados Unidos mandó a sus fuerzas armadas a perseguir a Pancho Villa y no pudo alcanzarlo, es indicación que la acción es muy posible, aunque no brinde el resultado esperado.
El aprendizaje histórico no es el fuerte de Washington.
El pacífico
Otro escenario que está robando la atención estadounidense, y que se viene preparando con tiempo, es la confrontación con China en el Pacífico, especialmente en Taiwán.
En esto hay coincidencia entre ambos partidos políticos estadounidenses. Tanto Demócratas como Republicanos coinciden en que la gran amenaza a la hegemonía estadounidense hoy en día es China.
El pánico creado por los “globos espías” chinos y por las “grúas portuarias espías chinas” es parte de la retórica estadounidense para demonizar a la República Popular China.
La idea de que China pronto invadirá Taiwán, así como Rusia lo hizo con Ucrania, predicha por un general estadounidense para 2025, es parte de la presión norteamericana para iniciar un conflicto en mejores términos para ellos mismos.
El canciller chino, Qing Gang, llamó a dejar de promover esa idea en medio de las acusaciones del secretario de Estado, Antony Blinken, a China de estar ayudando a Moscú con armas.
Estados Unidos, como un niño que quiere comer el postre antes de terminar el plato principal, ya está planeando el conflicto con China sin haber terminado su intervención en Ucrania.
En el último año, Estados Unidos renovó sus bases en Japón, adquirió nuevas bases en Filipinas, reacondicionó sus posiciones en Australia y Guam, además de comenzar a construir un radar de largo alcance en Palau.
Pero para que las fuerzas estadounidenses puedan concentrarse, ya sea en una intervención en México o de lleno en la defensa de Taiwán, deberá dejar de enviar armamento y dinero a Ucrania.
La vietnamización de Ucrania
Después de las campañas de bombardeo, el presidente Nixon se sentó a negociar con Vietnam del Norte y logró acordar una salida. Las tropas estadounidenses se retirarían y la guerra quedaría en manos de Vietnam del Sur, que había sido preparado para continuarla.
En Afganistán sucedió lo mismo. El improvisado retiro de tropas dejó el combate contra el Talibán en manos del gobierno afgano, al cual habían entrenado por 20 años. Pero éste cayó en cuestión de semanas, acelerando incluso los tiempos de la evacuación.
En el caso ucraniano, Estados Unidos no tiene presencia en el terreno como para retirarse. Sin embargo, puede delegar el apoyo en armas y dinero a sus socios de la OTAN, principalmente los países europeos.
Quienes más han aportado a la ayuda de Ucrania, en cuestión de porcentaje de su PBI, han sido Polonia y los países bálticos.
Alemania, es vista como quien más debería aportar, aunque ese esté quedando sin stock de armas. Un ejemplo de esto es el envío de los famosos tanques Leopard II, los cuales Polonia ya entregó, Alemania está entregándolos durante el mes de marzo y Estados Unidos, que se había comprometido a enviar sus tanques Abrams, los enviará el año que viene.
Si es que son necesarios para entonces.
Hay un evento que parece indicar este cambio en la posición estadounidense, dejando a Ucrania como un conflicto europeo y desligándose del problema. Y eso es la explicación del ataque a los gasoductos Nordstream.
Yo no fui, fue mi aliado
Tras la explosión de los gasoductos Nordstream 1 y 2, el 26 de Septiembre de 2022, el principal sospechoso para la prensa occidental era Rusia.
Las investigaciones llevadas adelante por Alemania, Dinamarca, Suecia y Noruega no han publicado sus datos, por lo que no hay una teoría oficial acerca de la culpabilidad del hecho.
Esto cambió con la publicación del reporte del famoso periodista Seymour Hersh el 8 de Febrero pasado.
Hersh sostiene que una fuente, cuya identidad no puede revelar, le contó los detalles de la operación que fue planeada y ejecutada por los Estados Unidos junto a estas mismas naciones que están investigando, a excepción de Alemania.
El reporte fue inmediatamente desmentido por la Casa Blanca, ya que implicaría haber atacado infraestructura vital de Rusia, pero también de su socio, Alemania.
Una explicación alternativa recién surgió el 7 de Marzo, con una nota del New York Times, que asegura que quien realizó el atentado fue un “grupo pro-ucraniano”, según fuentes estadounidenses.
La información fue corroborada por el medio alemán Die Zeit, que le adjudica a dos privados ucranianos el barco utilizado para instalar los explosivos.
Casualmente, esta información se dio a conocer tras la reunión de Biden con Scholz en Washington el 3 de Marzo, si bien las notas dicen que se conocía hace tiempo.
Incluso, el medio británico The Times, asegura que el dato era conocido por las agencias de inteligencia occidentales hace meses, pero que no se había hecho público para proteger la relación entre Ucrania y Alemania.
Entonces, ¿por qué se la dio a conocer ahora? Tal vez porque ya se garantizó la entrega de tanques alemanes a Ucrania y se negoció el traspaso de la responsabilidad de esa guerra de Estados Unidos a Europa.
Los métodos de atentados terroristas no son extraños a Kiev. La explosión en el puente de Crimea, en el automóvil de Daria Dugina, los ataques en la provincia de Briansk, son sólo algunos ejemplos.
El ministro de Defensa de Ucrania, Aleksey Reznikov, se despegó del hecho, diciendo que era un halago a las fuerzas especiales ucranianas, pero que esto no había sido hecho por ellos.
El abandono de la ayuda a Ucrania para enfocarse en otros escenarios sería el movimiento racional para los Estados Unidos, así no se sobre extiende en demasiados conflictos a la vez. Pero su administración no se caracteriza por tomar decisiones totalmente racionales.
En medio de una crisis económica, ecológica, política y social, tal vez sea momento para que el gobierno norteamericano se dedique a mejorar las condiciones de vida de su pueblo, en vez de escalar un conflicto ajeno y desencadenar una guerra mundial.