por Rogerio Tomáz Jr.
El martes 23 de marzo, Sérgio Moro fue declarado “sospechoso” por la Corte Suprema de Brasil en una de las causas contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. El exministro de Justicia de Bolsonaro fue “condenado” a la mayor humillación que puede tener un magistrado en sus funciones: ser apuntado como parcial en un juicio.
En una audiencia del Congreso en 2019, el diputado Glauber Braga (PSol), hablando frente a Moro, utilizó una metáfora del fútbol para resumir su actuación contra Lula: un “juez ladrón”.
#Retrospectiva2019
Sem dúvidas uma das falas mais marcantes do ano: “Juiz ladrão e corrompido que ganhou uma recompensa para fazer com que a democracia brasileira fosse atingida”.
Assista!#MoroMentiu#MoroContinuaMentindo#MoroFujão#EquipeDeComunicaçãoGlauber pic.twitter.com/hLh26F4ihu
— Glauber Braga (@Glauber_Braga) January 10, 2020
Dos hechos fueron determinantes para que Moro fuera “condenado”: ??la conducción coercitiva de Lula para declarar, en 2016, y las grabaciones ilegales que el Lava Jato hizo de la central telefónica del estudio jurídico que defiende a Lula, permitiendo a los fiscales conocer la estrategia de la defensa de forma anticipada.
En la sesión de la segunda Cámara del STF, donde Moro tuvo sellada su suerte, el ministro Gilmar Mendes, designado al tribunal por Fernando Henrique Cardoso y con notorios vínculos con el PSDB, fue el más duro crítico del armado entre juez y fiscales para imponer la condena a Lula.
“¿La combinación de acciones entre el Ministerio Público y el juez está protegida por algún texto de la Constitución?”, preguntó Mendes.
“La desmoralización de la Justicia ya se ha producido. El tribunal de Curitiba es hoy mundialmente conocido como un tribunal de excepción. Esto nos avergüenza”, agregó el magistrado, enfáticamente.
Por otro lado, el ministro del STF designado por Bolsonaro en 2020, Kassio Nunes Marques, votó a favor de Sergio Moro, contradiciendo su historial de decisiones como juez federal en causas similares.
Lula denunció la farsa
Ya en su primera audiencia para declarar en Curitiba, en mayo de 2017, Lula manifestó que fue víctima de una persecución. “Considero ilegítimo este proceso y la denuncia es una farsa, estoy aquí por respeto a la ley, a la Constitución, pero con muchas reservas a los fiscales del Lava Jato”, dijo el ex presidente al entonces juez Moro.
En otro testimonio, también en Curitiba, Lula interrogó al juez sobre su papel en el caso. “Voy a terminar haciéndole una pregunta: mañana voy a llegar a casa y voy a almorzar con ocho nietos y una bisnieta de seis meses. ¿Puedo mirar a mis hijos a la cara y decirles que vine a Curitiba a declarar ante un juez imparcial?”, preguntó el líder del PT.
La batalla legal de Lula no ha terminado. Pero ahora quien tiene muchos motivos para sentir aprensión política es la derecha neoliberal del PSDB y la extrema derecha de Bolsonaro, quienes, de hecho, casi siempre actúan juntas.