Observatorio del Sur Global

¿Será SUR la moneda de la integración regional?

Ignacio Martín Ruiz
Ignacio Martín Ruiz
13 Minutos Leídos

Artículo publicado originalmente el 3 de enero de 2023 en el dossier “No hay dos sin tres. Desafíos y oportunidades para una nueva fase de disputa hegemónica en la región: el retorno de Lula”, elaborado por el Centro de Estudios en Ciudadanía, Estado y Asuntos Políticos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

“La creación de una moneda sudamericana es la estrategia para acelerar el proceso de integración regional, constituyendo un poderoso instrumento de coordinación política y económica para los pueblos sudamericanos. Es un paso fundamental rumbo al fortalecimiento de la soberanía y gobernanza regional, que ciertamente se mostrará decisivo en un nuevo mundo”.

De esta manera, en un artículo publicado el 1 de abril del 2022[1], Fernando Haddad, y Gabriel Galípolo, actuales ministro de Hacienda y viceministro de Economía de Brasil, respectivamente, sintetizaban una propuesta para reimpulsar el proceso de integración regional en Sudamérica. Hacia fines del mismo mes, el entonces precandidato a presidente de la República Federativa de Brasil por el Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio “Lula” da Silva, brindó un discurso en el que estableció la necesidad de desdolarizar las transacciones comerciales y financieras en la región y de fortalecer las monedas nacionales de los países que conforman la región, a los fines de garantizar así su soberanía monetaria. Para alcanzar estos objetivos tomó la idea precedente y propuso la creación de una moneda regional, que se llamaría SUR.

Estamos en un contexto global de grandes transformaciones, comerciales y geopolíticas. La globalización neoliberal liderada por EE.UU. llegó a su fin como consecuencia de las decisiones tomadas en torno al conflicto en Ucrania y por la guerra comercial contra China. En este marco, la tendencia económica actual es el fortalecimiento de los mercados internos y el comercio en monedas nacionales. Muestras de ello son el anuncio de China y Brasil de comerciar bilateralmente en yuanes y reales, la intención de la India de impulsar la rupia en el comercio transfronterizo y la posibilidad de crear una moneda común del BRICS, entre otros. Por todo esto, la propuesta de una moneda común regional puede ser un factor crucial en el impulso a una nueva etapa de integración regional continental, tanto a nivel Sudamérica como Latinoamérica. Pero ¿qué implicancias tiene crear una moneda común en nuestra región? ¿es acaso posible?

SUR

Abordar la propuesta de la moneda común desde algunas problemáticas que su implementación conllevaría puede brindarnos una mayor comprensión sobre su naturaleza. Todo proceso de unión monetaria se enfrenta a tres problemas: 1) la pérdida de la soberanía monetaria nacional 2) la agudización de la dependencia intrarregional y 3) los vaivenes en materia de política económica por los cambios de gobierno en la región.

El primer problema es característico de la forma de integración de la Unión Europea, en la que la moneda común reemplaza a las nacionales de aquellos países que deciden adoptarla. Esto limita la maniobrabilidad de la que disponen los gobiernos nacionales al momento de elaborar su política económica cuando el contexto interno o externo es adverso. Sin embargo, SUR puede plantearse desde una óptica diferente: el proyecto sobre el que está inspirada no es el EURO, sino que es el BANCOR.

El BANCOR era la moneda global que formaba parte de la propuesta que John Maynard Keynes presentó en la Conferencia de Bretton Woods de 1944. Recordemos que aquí se dirimió la forma que tomaría la arquitectura financiera global post Segunda Guerra Mundial, con los planes inglés y estadounidense como únicos contendientes. Prevaleció la propuesta del estadounidense Harry Dexter White—asesor de Hans Morgenthau, padre del realismo político—, que condujo a la adopción del dólar como moneda de reserva global y al establecimiento de su paridad con el oro hasta la crisis de 1973.

Si nos guiamos por la manera en que Keynes concibió al BANCOR, SUR no vendría a reemplazar a las monedas nacionales, sino que sería una moneda destinada exclusivamente al intercambio comercial y financiero entre los países de la región sudamericana, primero, con vistas a una posible ampliación al resto de Latinoamérica. Su objetivo es equilibrar los déficit y superávit de las balanzas comerciales de cada país y que todo lo intercambiado en comercio y finanzas permanezca en este circuito, promoviendo prácticas no especulativas y usureras. Mientras tanto, las monedas nacionales continuarían siendo utilizadas en las economías locales respectivas.

El primer paso para la creación de SUR sería la creación de un Banco Central Sudamericano, fondeado con aportes de las reservas de cada uno de los países de la región, en relación directa con su PBI anual. También podría considerarse el uso de recursos naturales como garantía de valor para que este Banco Central acuñe la moneda SUR. Luego, se establece un tipo de cambio fijo o flotante para cada una de las monedas nacionales de la región y cada país recibe, en relación a su PBI y al tipo de cambio, una cantidad determinada de SUR. Se pueden adquirir a posteriori nuevas sumas de SUR con divisas, pero SUR no puede ser intercambiado por otras divisas o recursos financieros: esto es conocido como la circulación de una sola vía y apunta a garantizar que las cantidades de SUR estén siempre en movimiento y no se las quite del circuito económico comercial. Dicho esto, SUR entonces estaría diseñado no como reemplazo de las monedas nacionales sino para que nuestro comercio intrarregional no esté mediado por divisas de potencias extranjeras. Esto, con vistas a reducir nuestra dependencia a ellas. Podría decirse que SUR apuntaría a: 1) garantizar la soberanía monetaria nacional de cada país, 2) reducir la dependencia de divisas externas en el comercio intrarregional y 3) mejorar las capacidades de adaptación de cada país a entornos externos adversos.

En relación a este último elemento, retomamos el segundo problema antes mencionado. Refiere a la posibilidad de que los países con menor PBI en la región pasen a depender aún más de los países de mayor PBI de nuestra misma región y que sus capacidades de adaptación a crisis o shocks externos se vean mermadas.

Para abordar esto se puede tomar otra institución contenida en la propuesta de Keynes: la Unión Internacional de Compensación (de hecho, en el anunciado comercio en yuanes y reales entre Brasil y China, se confirmó la creación de una Cámara de este tipo). Su objetivo sería el de velar porque las balanzas comerciales de cada país (al interior de la región) estén lo más próximas posible al punto de equilibrio: ni déficit, ni superávit.

Una cuestión a tener en cuenta es que la implementación de SUR, al menos en un principio, solo sería viable para el comercio intrarregional, en el que todos los países participan del circuito de una sola vía. Para el comercio extrarregional se deberían continuar utilizando las monedas acordadas entre las partes interesadas, mas no SUR, puesto que para su utilización se precisa que los actores participen de su circuito comercial y financiero.

Esto nos conduce a la necesidad de pensar nuestra integración regional en pos de construir una política internacional común orientada a representar los intereses latinoamericanos y del Sur Global en la agenda de los asuntos políticos globales. Sabemos bien que, hasta ahora y salvando la excepción de Brasil, las voces de nuestros representantes permanecieron al costado del camino de la historia propuesta por las potencias del Atlántico Norte. Como proyección de SUR al comercio extrarregional, se torna menester problematizar y profundizar en la necesidad de alcanzar un nuevo estadio en nuestro proceso de integración regional y global. Uno orientado a la promoción del desarrollo y beneficio común, la prosperidad de cada pueblo y la cooperación ganar-ganar.

Es aquí donde el tercer problema cobra su mayor relevancia, puesto que fuimos testigos de cómo el breve interregno de derechas en la región desarticuló la UNASUR y paralizó el funcionamiento sociopolítico del MERCOSUR y la CELAC. ¿Cómo garantizar que los procesos de integración soberana y de desarrollo y beneficio común perduren más allá de cualquier potencial cambio de gobierno? Si observamos lo que la derecha congresal de Perú logró y tenemos clara la complejidad del escenario electoral en Argentina para 2023 mientras vemos que los gobiernos de Petro y Lula deben negociar permanentemente con sus socios (pero históricos adversarios) de gobierno, el horizonte es complejo.

GLOBAL

Sin embargo, es en este contexto global en el que se torna evidente el enorme valor de una Latinoamérica unida, ya no solamente para propiciar bienestar a las poblaciones locales, sino también para contribuir en la promoción de un orden internacional no-hegemónico, de desarrollo común y cooperación y complementariedad genuinas.

Como Sur Global, conocemos los avatares del colonialismo, la dependencia, el neoliberalismo, el hegemonismo y el eurocentrismo. Nuestras trayectorias son únicas en su historicidad pero complementarias en su vivencialidad, por lo que las oportunidades pueden abundar. Es menester que, aprovechando cuanto antes la segunda ola contrahegemónica en curso, demos impulso político a la convicción de alcanzar un nuevo estadio en nuestra integración regional local.

Y es aquí donde SUR puede resultar clave. La creación de las instituciones que una moneda regional requiere, como el Banco Central o la Unión Regional de Compensación, entre otras que puedan considerarse, es en sí misma un primer paso que necesariamente demandaría un esfuerzo conjunto de trabajo y coordinación de las agendas gubernamentales de cada país.

SUR se perfila como una oportunidad histórica para profundizar los mecanismos de integración de cara a un mundo en el que estos procesos adquieren cada vez más importancia. Si aprovechamos este momento, podríamos impulsar este proyecto en simultáneo con la revitalización de la UNASUR, la CELAC y el MERCOSUR, apoyándonos en las posibilidades que brinda la existencia de la RUNASUR, así como los aprendizajes que podamos extraer de lo que fue un proyecto de moneda común regional como el SUCRE.

Un continentalismo latinoamericano, con voz y decisión propias, que promueva un orden global transmoderno, tomando palabras de Enrique Dussel, puede ser posible. Y SUR es parte del proceso.


[1] Haddad y Galípolo. Criação de moeda sulamericana pode acelerar integração regional, Diario Fohla 01/04/22.

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