Por Mariana Vazquez1
Hoy más que nunca, integración regional
No es preciso ser especialista en relaciones internacionales para ver hasta qué punto el mundo se está transformando a una velocidad vertiginosa. Podemos compartir algunos títulos: disputa hegemónica (entre EEUU y China, pero no solo); crisis climática; cambios en los modos de producción y comercialización, con sus respectivos impactos en los diversos territorios y en el mundo del trabajo; regionalización; disputas regulatorias en relación con todos estos temas, desde la inteligencia artificial al “uso” de los océanos o el espacio exterior; incremento de una obscena desigualdad; entre otros. Enormes cambios que no dejan de sorprendernos, en un interregno que para el tiempo de la vida humana parece infinito.
El concepto de antropoceno, que da cuenta de cuánto ha impactado la acción humana en el estado del planeta, al punto de crear cambios biológicos y geofísicos a escala mundial, parecería simbolizar casi como tragedia dos cuestiones que nos interesa destacar aquí. En primer lugar, la responsabilidad de la humanidad toda en lo que acontece en su realidad y en la de la Tierra y su sistema, en una especie de manifiesto contra la naturalización (en el sentido de producto de la naturaleza o de inmodificable) de las cosas y apelación a la política para transformar esta situación. Y, en segundo lugar, el hecho evidente de que los principales problemas del mundo, y de quienes lo habitan, no pueden resolverse dentro de las fronteras de los Estados exclusivamente Las regiones son las primeras escalas, insoslayables, en este camino. Y, paradójicamente, la organización de las periferias del mundo es la única que puede realmente transformar esta situación, dado que los Nortes, y sus prácticas, han tenido en términos históricos mayores responsabilidades en generarla. En un país en donde tanto se apela a la palabra “inteligente” para hacer referencia a la inserción internacional o a la política exterior, no parecen caber dudas de que una apuesta real a la integración regional es la opción política que más honra aquel atributo. Pero no cualquier integración, y allí vamos.
Un poco de historia: MERCOSUR, Parlasur y después…
El MERCOSUR fue creado en 1991. Sin embargo, su Parlamento nació en 2004, 13 años después. Y esto no fue casualidad. La primera década del bloque estuvo signada por sus contextos: global, regional y nacional, alineados en casi perfecta sincronía. Básicamente, la hegemonía de los dictados del Consenso de Washington, que se traducía en una integración orientada por la mano, nunca invisible, del mercado, que definía sin compasión ganadores y perdedores, reproduciendo y ampliando inequidades entre los Estados y al interior de sus territorios. Si bien la integración, que para ser justos fue parida por la democracia a mediados de los ´80s, transformó la geografía política y económica del Sur de América, y avanzó en un camino de unidad de su núcleo básico (Argentina y Brasil), no recuperó sin embargo su sentido más profundamente político y autonómico hasta la llegada de los gobiernos populares a los Estados Partes del bloque, a partir de 2003. Fue en ese marco, y con el horizonte político de transformarla no en una mera área comercial o administrativa, sino en un polo de poder real que jugara a nivel mundial y transformara la vida cotidiana de sus pueblos, que la apuesta a la democratización del MERCOSUR tuvo sentido. Y en el centro de esta apuesta estuvo el Parlasur.
Parlasur y democracia
A cuarenta años de la recuperación de la democracia en la República Argentina, y en un contexto de democracias amenazadas nuevamente en la región, vale la pena destacar algunas cuestiones relativas a la creación del Parlamento del MERCOSUR, a partir de la decisión política de Néstor Carlos Kirchner y de Luiz Inácio Lula da Silva. Ésta presupuso una recuperación de la conducción política de la integración regional, e implicó la democratización del bloque, a partir de un involucramiento directo de las fuerzas políticas de la región, debido a la propia creación del Parlamento primero y a las elecciones directas de sus miembros después.
La unidad continental no es un mero componente de la política exterior, como se pretende habitualmente; es un proceso político, económico, social y cultural que da cuenta de la vocación de integración entre pueblos como un sendero aún inconcluso en nuestra región. En ese sentido, unidad continental y soberanía popular están intrínsecamente relacionadas. El Parlamento, de manera no excluyente, debe cumplir un importante rol en sostener y nutrir esa relación, ampliando la base de la representación política en el espacio común.
En la República Argentina, el Congreso nacional aprobó por mayoría absoluta la reforma del Código Electoral que permitió esta elección. Es la ley 27.120, sancionada el 29 de diciembre de 2014, la que incorpora de esta manera el procedimiento para elegir a los parlamentarios y las parlamentarias del MERCOSUR y fija transitoriamente, hasta tanto se establezca el Día del MERCOSUR Ciudadano (según el Protocolo Constitutivo), que dichas elecciones se realizarán en forma conjunta con las elecciones primarias y las elecciones generales de cargos nacionales. Nuevamente, esto implicó un importante ejercicio de negociación política y un compromiso con el proyecto de integración, en la medida en que la elección de parlamentarios y parlamentarias del MERCOSUR presentaba a la ingeniería político-electoral el desafío de compatibilizar la representaciones federal y demográfica, garantizando el pluralismo político. El sistema adoptado, mixto, resolvió este dilema de la manera más democrática posible.
La República Argentina eligió a sus representantes en el Parlasur por primera vez en 2015.
Derecha o derechos
Mediante el decreto No. 343/19, el gobierno de Mauricio Macri suspendió las elecciones para el Parlamento del MERCOSUR, violando el derecho nacional y el derecho del MERCOSUR. En ese marco, no convocó a estas elecciones cuando correspondía, en 2019. Esta situación es de extrema gravedad, no puede ser olvidada, y amerita una reflexión más profunda.
El decreto viola los incisos 22 y 24 del artículo 75 de la Constitución Nacional, la división de poderes de la República Argentina, ya que a través de un acto del poder ejecutivo se suspende la aplicación de normas de un tratado internacional, el Protocolo Constitutivo del Parlamento del MERCOSUR, que es un tratado ratificado por el Estado Argentino por la ley 26146.
El Poder Ejecutivo violó la prohibición del artículo 99 de la Constitución Nacional, al legislar en temas vedados a sus facultades (en este caso, electorales). Avanzó sobre el poder legislativo, suspendiendo la vigencia de la ley 27120, que regula la elección.
Pero, además, afectó el derecho de los partidos a postular candidatos y candidatas a cargos electivos establecido en el artículo 38 de la Constitución Nacional, al igual que el derecho de las ciudadanas y los ciudadanos a elegir y ser elegidos y elegidas en las mismas categorías de candidatos y candidatas.
Por si quedaba alguna duda, parece claro que la opción política hoy es entre derecha o derechos.
Parlasur, democracia y unidad soberana
En 2023 se ha convocado nuevamente a elecciones para el Parlamento del MERCOSUR. Éste debe ser considerado como una institución más de la democracia, concebida con perspectiva regional. Son repudiables los intentos de quitarle valor político e institucional y, en el extremo de lo hecho por el gobierno de Cambiemos en 2019, la suspensión de las elecciones. El Parlamento, y la elección de sus miembros, es una conquista de los pueblos. Como toda otra institución de la democracia, debe ser mejorada con más participación e involucramiento popular; no cercenando derechos políticos.
Es fundamental, asimismo, que ejerzamos el derecho a definir qué proyecto de región queremos. La región es ese espacio geográfico y político intermedio a partir del cual podemos transformar, por un lado, nuestra vida cotidiana, la vida cotidiana de nuestros pueblos y, por otro lado, el estado del mundo, para un futuro mejor. Ese poder está hoy, por supuesto no de manera excluyente, en el voto a un Parlamento que pueda reflejar y promover un proyecto político para esta parte del mundo, su proyecto de desarrollo, su piso de derechos y garantías, sus posiciones internacionales. Defender el Parlasur y defender el voto, es defender la democracia y el derecho a una región soberana, que pueda elegir sin condicionamientos su destino. Vale la pena.
1 Profesora de la Universidad de Buenos Aires y del Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Miembro del Observatorio del Sur Global. Ex coordinadora de la Unidad de Apoyo a la Participación Social del MERCOSUR (2013-2016), por propuesta del gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner. Actualmente se desempeña como asesora en la Jefatura de Asesores del gobierno de la provincia de Buenos Aires.