Xi Jinping viajó a Moscú para fortalecer la asociación estratégica entre China y Rusia hacia una nueva era geopolítica multilateral. El premier japonés Fumio Kishida visitó la India y Ucrania para contener a China en Asia-Pacifico y ganar protagonismo diplomático de cara a la cumbre del G7. El gobierno francés sorteó las mociones de censura pero asume una crisis política de magnitud en las calles. En el marco del 24 de Marzo, se realizó el III Foro de Mundial de Derechos Humanos en Argentina con un fuerte respaldo internacional a Cristina Fernández de Kirchner frente al lawfare y la proscripción. La Cumbre Iberoamericana de presidentes promueve una nueva arquitectura financiera y estrategias para el desarrollo sostenible.
Por Federico Montero y Pablo Macía
Xi Jinping visitó Moscú para fortalecer la asociación estratégica de China y Rusia.
Durante dos días, el presidente de China, Xi Jinping, visitó Rusia con el objetivo de fortalecer la asociación estratégica frente al intento de occidente de aislar a Moscú en primera instancia y a Beijing en un plano más general. Xi y el presidente ruso, Vladimir Putin se reunieron 40 veces desde hace 10 años en que coinciden al frente de sus Estados, y ya establecieron un nuevo encuentro en el tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional este año.
De las reuniones mantenidas en esta oportunidad, se desprendieron dos declaraciones conjuntas que incorporan las visiones comunes en materia de política internacional y los acuerdos alcanzados. La primera, de carácter más estructural, es sobre la “Profundización de la Asociación de Coordinación Estratégica Integral en la Nueva Era”. En ella se proponen impulsar un orden internacional basado en tres ejes: respeto mutuo, coexistencia pacífica y beneficio compartido. De esta forma planean practicar “un verdadero multilateralismo”, promover la recuperación económica posterior a la pandemia y construir un mundo multipolar. La segunda declaración, de tono más coyuntural, refiere al “Plan de Desarrollo Pre-2030 sobre Prioridades en la Cooperación Económica”.
En términos generales, los acuerdos alcanzados remiten a tres aspectos fundamentales: 1. la visión geopolítica; 2. La cooperación económica; y 3. El plano de la defensa estratégica.
En cuanto al primero, China y Rusia coinciden en promover un orden mundial multilateral donde los países emergentes adquieran un mayor protagonismo en la gobernanza mundial, de acuerdo a su peso económico y geopolítico. Ambos países critican las relaciones en bloque y dirigidas contra terceros países, en referencia al abroquelamiento las potencias occidentales contra Moscú y Beijing. Además, afirman que cada Estado tiene sus particularidades históricas, culturales y nacionales para “elegir su propio camino”. Así, cuestionan la narrativa occidental que invoca su particular visión de la “democracia y la libertad” o el “combate contra el terrorismo” y la “defensa de los derechos humanos” para ejercer presión sobre otros pueblos. En las declaraciones también tuvo un capitulo destacado la ponderación de las relaciones sur-sur, con Asia, África y América Latina. Esta es una forma de de fortalecer al sur global y los países emergentes en el nuevo escenario geopolítico que impulsan ambos países, y que se plasman en espacios como el BRICS y las iniciativas de desarrollo y seguridad global.
En segundo lugar, respecto de la cooperación económica, se proponen intensificar el comercio de energía, recursos y productos eléctricos, aumentar la tolerancia de las cadenas de producción y suministro, ampliar la cooperación en tecnología de la información, economía digital, agricultura, la logística y el transporte transfronterizo. China es el principal socio comercial de Rusia, aumentando los intercambios en un 116% en los últimos 10 años, pero con un fuerte crecimiento del 41% en productos agrícolas y un 49% en energéticos durante el último año. Así se espera que este año superen los 200.000 millones de dólares en intercambios comerciales, en los que se destaca la provisión de carne, granos, petróleo, gas, carbón y minerales de Rusia a China. Ambos países acordaron construir el gasoducto Fuerza de Siberia 2, que llevará 50.000 millones de metros cúbicos de gas al noroeste de China. Pero además acordaron avanzar en la cooperación científica en los campos de las tecnologías de la información y la inteligencia artificial. Por último, Rusia apoyó el uso del yuan chino como moneda de intercambio alternativa al dólar en transacciones bilaterales y para países asiáticos, africanos y latinoamericanos.
En tercer lugar, vinculado a la seguridad estratégica, Moscú adhirió a la propuesta de China de los 12 puntos para un alto el fuego y el inicio de conversaciones de paz en Ucrania, destacando que la comunidad internacional vio con buenos ojos esta iniciativa. Entre los puntos más importantes destacan los de abandonar la mentalidad de guerra fría y evitar las confrontaciones en bloque, priorizando la autonomía y la neutralidad en los conflictos internacionales. China capitalizó la exitosa mediación que realizó para el restablecimiento de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán como contrapunto de la política de Estados Unidos, a quien acusa de avivar el fuego en los conflictos militares como en el caso de Ucrania, en donde continúa destinando armas. Además, China y Rusia impulsaron una investigación objetiva sobre los sabotajes contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2, y la preservación del mar Ártico como zona de paz. Esto es fundamental en el marco de la Ruta Marítima del Norte, que pasa frente a las costas de Rusia en el Océano Glacial Ártico y permite una nueva ruta comercial alternativa entre Rusia, China y Asia. Por último, en cuanto a Asia-pacífico, ambos países expresaron la preocupación por la creciente injerencia de Estados Unidos y occidente en Taiwán, considerada parte de China, y por la alianza AUKUS, que destinará submarinos nucleares a Australia en la región.
En suma, China y Rusia se han encontrado para fortalecerse en sus relaciones frente a la competencia estratégica que promueven desde occidente. Así se han reorganizado los bloques en un escenario cambiante y en disputa creciente, que Estados Unidos está provocando para contener el avance de China como actor regional y global en el mundo.
El premier japonés, Fumio Kishida, visitó la India y Ucrania para ganar protagonismo diplomático de cara al G7.
El primer ministro japonés Fumio Kishida, viene impulsando una nutrida agenda diplomática aprovechando la presidencia pro tempore del G7 que asumió durante este 2023. Así, a las reuniones mantenidas con el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, y con el canciller alemán Olaf Scholz en Tokio, se le sumó una gira que lo llevó a la India y a Kiev durante esta semana pasada.
En Nueva Delhi, Kishida se reunió con su par de la India, Narendra Modi, que a su vez preside durante este año al G20. Allí analizaron el progreso de las relaciones bilaterales centrándose en temas como la seguridad alimentaria, la financiación justa y transparente para el desarrollo, y las cadenas de suministro confiables para semiconductores y otras tecnologías críticas que Japón puede garantizar. El gobierno nipón le presentó a India su nuevo plan sobre el Indo-Pacífico Libre y Abierto (FOIP) que impulsa en la región como contención de la influencia de China.
Otro capítulo en la reunión fue el de la cooperación militar bilateral entre ambos países. En materia de seguridad estratégica, India y Japón comparten el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) junto a Estados Unidos y Australia desde el 2007. Pero, a partir de la guerra en Ucrania, Japón revisó su política militar aumentando su presupuesto al 2% del PBI, avanzando hacia el mayor rearme desde la segunda guerra mundial.
Desde la diplomacia china, se leyó esta visita como un intento de Japón de sumar a la India a la política de contención impulsada por los Estados Unidos en Asia-pacífico. Al respecto, el portavoz de la cancillería Wang Wenbin, afirmó que la región no está para “juegos geopolíticos” que impulsen la confrontación de bloques y busquen dañar a terceros países.
Pero a diferencia de Japón, que está bien alineada al marco de alianzas occidental comandada por Estados Unidos, la India se mantiene en un marco de autonomía entre bloques. El país ha recobrado un protagonismo creciente como uno de los emergentes que más ha crecido económicamente en los últimos años. Así se ha ganado un lugar junto a los BRICS y ha mantenido una posición neutral con respecto a Rusia. Con China mantiene algunas tensiones en su frontera pero también importantes acuerdos que se plasman en la Organización de Cooperación con Shanghái (OSC) y el propio BRICS, entre otras iniciativas.
De esta manera, la India se ha constituido en un actor de relevancia con capacidad para establecer puentes tanto hacia occidente como con los países del sur global y los emergentes. Este rol lo está ejerciendo durante este 2023 en el G20, y también lo ejercerá en la cumbre de mayo del G7 en la que fue invitada.
Volviendo a la política exterior de Japón, Kishida también visitó de sorpresa al presidente ucraniano Volodimir Zelensky en Kiev, para manifestarle el apoyo en la guerra y en la reconstrucción del país. El premier japonés era el único mandatario del G7 que no había arribado a Ucrania después que lo hiciera Joe Biden al cumplirse un año de la guerra el mes pasado. Kishida es el primer líder japonés de posguerra que entra en una zona de guerra. La visita tiene un gesto simbólico de cara a la cumbre del G7 en mayo donde la guerra en Ucrania será uno de los temas centrales. Además, es una manifestación de apoyo político a Ucrania que intenta contrarrestar el impacto de la reunión entre Xi Jinping y Vladimir Putin en Moscú.
Crisis social en Francia por la reforma previsional y convulsión financiera en Europa por la caída acciones del Deutsche Bank.
El gobierno de Emmanuel Macron esta atravesando una dura oposición en las calles luego de haber aprobado por decreto la polémica ley de reforma previsional que aumenta la edad jubilatoria a 64 años y las cotizaciones a 43.
A pesar de haber sorteado favorablemente dos mociones de censura de la oposición (en la que una de ellas estuvo a 8 votos de perderla) Macron sufre una fuerte pérdida de legitimidad por la medida, y una acérrima oposición en las calles. De esta manera, el jueves 23 de marzo se llevó a cabo una novena jornada de huelgas y protestas en las distintas ciudades del país, en las que se estima la participación de 3,5 millones de franceses, según la CGT.
Además de la participación de sindicatos, agrupaciones estudiantiles y movimientos sociales, también se han registrado hechos de violencia frente a instituciones públicas, con barricadas, quemas de autos y otros incidentes que la policía reprimió. Así se contaban con centenares de detenidos por las protestas, que han emulado a las de los chalecos amarillos de hace unos años atrás.
Sin embargo, el gobierno afirma que la nueva ley fue sancionada con toda la legalidad y comenzará a regir a fin de año. Pero más allá de la victoria institucional, la resistencia en las calles y el repudio activo de la ciudadanía continúa vigente y las centrales sindicales llamaron a nueva jornada de huelga general para el próximo martes 28 de marzo.
Por otro lado, en Europa continúan los cimbronazos financieros luego de la compra a precio de liquidación del Credit Suisse por el principal banco suizo, el USB. Esta semana el contagio llegó al Deutsche Bank (DB) cuyas acciones cayeron el viernes hasta un 14% para luego terminar en -8,6%, arrastrando a otros bancos de la región. Así, el índice de bancos Stoxx 600 de Europa cayó un 4%, mientras que el del Reino Unido cayó más del 3%.
Durante el mes, el banco germano ha perdido un 28 % en sus acciones y si bien está considerado como “demasiado grande para quebrar”, ha levantado sospechas de sus depositantes que asimilan su situación a la del Credit Suisse. En efecto, al igual que el banco suizo, el Deutsche tuvo conflictos con los reguladores bancarios, y una volatilidad en sus ganancias que lo llevó a una reestructuración. Pero los analistas afirman que la situación es muy diferente ya que el banco alemán viene recobrando su rentabilidad durante los últimos trimestres. Por lo tanto, la corrida bancaria en este caso está dada más por la ola de rumores y el efecto de las redes sociales que por alguna situación estructural de peso.
Pero frente a esta situación de incertidumbre financiera, las autoridades monetarias tanto de Europa como de Estados Unidos, continúan aumentando los tipos de interés, con el propósito de enfriar la economía y alentar las inversiones financieras de los depositantes. El problema es que frente al aumento de tasas, también crece el riesgo de impagos por parte de los bancos, cuyas tenencias se encuentran en gran parte en bonos de largo plazo, generando potenciales corridas que todavía no se han despejado.
Fuerte respaldo internacional a CFK en el Foro Mundial por los Derechos Humanos.
En el marco de las acciones conmemorativas del 24 de marzo en repudio a la dictadura cívico-militar, se llevó a cabo durante la semana el III Foro Mundial de Derechos Humanos (FMDH) en Argentina. Este año, al cumplirse 40 de la recuperación de la democracia, una de las consignas principales ha sido la de denunciar la persecución política a Cristina Fernández de Kirchner: “con proscripción no hay democracia”. En ese contexto se desarrolló dentro del FMDH la jornada organizada por el grupo Puebla titulada “Voluntad popular y democracia. Del partido militar al partido judicial, las amenazas a la democracia”.
El encuentro tuvo como objetivo denunciar internacionalmente el lawfare contra Cristina Fernández de Kirchner impulsado desde el 2015 y manifestado en el bochornoso fallo del Tribunal Oral Federal (TOF) 2 en el marco de la causa Vialidad. El tribunal compuesto por jueces y fiscales adictos al macrismo, dictaminó la inhabilitación a ejercer cargos públicos para CFK, en una operación armada y carente de pruebas que constituye una virtual proscripción de la vicepresidenta argentina. Esto se demuestra en el libro “Objetivo: Cristina. El lawfare contra la democracia en la Argentina”, presentado en la jornada con la autoría de prestigiosos juristas y estadistas internacionales. Resumiendo, el jurista español Baltasar Garzón afirmó que “No hay ni una prueba directa en las 1600 páginas de ese engendro llamado sentencia, que me he leído”. Además advirtió que el lawfare es aplicar “la doctrina del enemigo” a los líderes políticos populares, tergiversando mecanismos legales que deberían servir como garantías procesales, para aplicarlos arbitrariamente. Al ataque judicial, se le han sumado los discursos mediáticos de odio a CFK, que habilitaron el intento de magnicidio perpetrado el 1° de septiembre del año pasado, con el poder judicial retrasando la investigación para encontrar la verdad y las conexiones con presuntos autores intelectuales del hecho.
El acto central estuvo presidido por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner junto a los exmandatarios Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), José Luis Rodríguez Zapatero (España) y Ernesto Samper (Colombia).
Allí la vicepresidenta afirmó que el 24 de marzo del ´76 irrumpió para destruir el patrón e acumulación logrado hasta ese momento, y que el lawfare tiene como objetivo “no sólo volver a imponer un modelo económico sino disciplinar a los dirigentes del campo nacional y popular”. En ese aspecto afirmó que los factores de poder sólo persiguen a quienes impulsan la “justicia social”, porque garantizan el “derecho de los trabajadores a participar activamente en el producto bruto de lo que producen“. Además recordó que al final de los mandatos kirchneristas “no había deudas ni de empresas, ni del Estado ni de las familias y tampoco estaba el FMI”. ¿Qué hicieron en cuatro años para entregar el país destrozado? Se preguntó la mandataria en referencia al endeudamiento, la fuga, el retorno del FMI y el deterioro de todos los indicadores socioeconómicos de la gestión macrista.
Anteriormente al cierre de CFK, los expresidentes del panel apoyaron a la vicepresidenta en sus intervenciones. Así, Ernesto Samper denunció una alianza terrorífica entre grupos comunicacionales y sectores económicos concentrados. Evo Morales remarcó que “Cuando no nos derrotan política, electoral, social o culturalmente por defender a la gente humilde, lo intentan judicialmente”. Rafael Correa afirmó que el uso de la difamación en nombre de una “lucha anticorrupción” con el objetivo de “destruir moral, política y económicamente a adversarios políticos” también “nos roba la democracia”. Por último, José Luis Rodríguez Zapatero destacó que “tenemos una obligación que es no judicializar la política, porque acaba partidizándose la justicia y se hace un enorme daño a la democracia”.
Así, la campaña internacional en defensa de Cristina Fernández de Kirchner frente a la persecución política, el intento de magnicidio, el lawfare y la proscripción continuará desarrollándose en busca de la verdad y la justicia.
La Cumbre Iberoamericana promueve una nueva arquitectura financiera y estrategias para el desarrollo sostenible.
La XXVIII Cumbre Iberoamericana desarrollada el 24 y 25 de marzo en Santo Domingo, República Dominicana, sesionó bajo el lema “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”. Con la participación de 14 mandatarios de los 22 invitados, la cumbre retornó a una modalidad presencial luego de la última realizada en Andorra en 2021, que se desarrolló en medio de fuertes prevenciones sanitarias.
Esta nueva edición estuvo atravesada por el contexto de la guerra en Ucrania, en la que América Latina tomó una posición de mayor neutralidad que la que impulsa Europa y las potencias occidentales. En ese aspecto, luego de años de distanciamiento entre Europa y América Latina (verificados en las trabas para cerrar un acuerdo UE-Mercosur, entre otras cuestiones) el viejo continente vuelve a establecer lazos de cooperación con la región.
Frente a los cambios geopolíticos y la necesidad de contar con materias primas, Europa intenta retomar terreno en América Latina luego del avance de China en la región, que la ha convertido en el principal socio comercial en muchos de nuestros países. Así, España intentará capitalizar la presidencia del Consejo de la Unión Europea que le corresponde durante la segunda mitad de 2023, en la que se celebrará la cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea, el 17 y 18 de julio en Bélgica.
Los principales acuerdos arribados en la cumbre constan de declaraciones de principios sobre una nueva arquitectura financiera, un plan para la seguridad alimentaria, una carta ambiental iberoamericana, y una carta de principios y derechos en entornos digitales. También se destacó en el encuentro la situación migratoria, la crisis de Haití y el repudio a los bloqueos a Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre otros puntos.
En cuanto al primer punto, se estableció un Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional para establecer una cooperación financiera “más justa, inclusiva y sostenible”. Allí se planteó la necesidad de revisar los insostenibles niveles de endeudamiento que condicionan el crecimiento de los países de la región y la eliminación de las tasas y sobrecargos que aplica el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto es más imprescindible que nunca a partir de las previsiones negativas del BID sobre la región, a partir de las consecuencias de la pospandemia y de la guerra en Ucrania.
En cuanto a la seguridad alimentaria, según la FAO, más de 267 millones de habitantes corren peligro de subalimentación en la región (40,6% de su población). Por ello es fundamental la soberanía y producción alimentaria, garantizando el acceso a alimentos saludables para la población de América Latina, además del papel que cumple la región como proveedora mundial en la materia.
También se arribó a una Carta Medioambiental Iberoamericana, para hacer frente al calentamiento global y a la pérdida de biodiversidad y de recursos. Y por último a la carta de principios y derechos en entornos digitales, que sirva como marco de referencia para las legislaciones nacionales en el derecho a la comunicación, la privacidad y al acceso a las nuevas tecnologías informáticas.
La realización concreta de estos ejes programáticos quedará atada a la evolución en los próximos encuentros entre América Latina y Europa. Allí, la región tiene oportunidades de discutir mejoras a partir de una posición autónoma y soberana, en este mundo que avanza hacia un multilateralismo y un nuevo equilibrio de poderes en la escena mundial.