Observatorio del Sur Global

Las disputas entre países desarrollados y emergentes se desplegaron en Asia-Pacífico y la COP27

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La agenda política mundial se desplazó a Asia-Pacífico con centro en la cumbre anual del G-20. La Conferencia anual sobre el Cambio Climático COP27 continúa manifestando la disputa entre países desarrollados y emergentes. En Bolivia continúa el asedio de la oposición de Santa Cruz de la Sierra mientras el oficialismo muestra sus fisuras. Ex presidentes y referentes regionales hicieron un llamamiento para revitalizar la UNASUR.

Por Federico Montero y Pablo Macia

La agenda política mundial se desplazó a Asia-Pacífico con centro en la cumbre anual del G-20.

Durante la semana pasada, los actores clave de la geopolítica mundial se han reunido en diversos encuentros localizados en la geografía de Asia-pacífico, siendo el más crucial la 17° cumbre anual de presidentes del G20 en Bali, Indonesia.

Bajo el lema “Recuperarse juntos, recuperarse más fuertes”, los días 15 y 16 se reunieron los mandatarios de los 20 países más importantes del mundo en la isla de Bali: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.

Estas economías representan en conjunto el 90% del PBI, el 80% del comercio y el 66% de la población del mundo, y están compuestas tanto por las potencias desarrolladas como por los países emergentes. Los dos nucleamientos, teniendo como sus máximos referentes a Estados Unidos por un lado y a China por el otro, dejaron entrever sus diferencias en cuanto a el abordaje de la coyuntura mundial, atravesada por la guerra en Ucrania, la crisis económica e inflacionaria, el quiebre de las cadenas de suministro y las tensiones en Taiwán y Corea, entre otros puntos.

Uno de los puntos centrales del encuentro fue la negociación en la declaración final sobre la caracterización de guerra en Ucrania, en la que los países liderados por el G7 promovieron una condena más fuerte hacia Rusia por la invasión. Pero bajo la intervención de Rusia y otros países emergentes, la declaración final admitió que “la mayoría de los miembros del G20 condenan con firmeza la guerra en Ucrania” y que “hubo otros puntos de vista y diferentes evaluaciones de la situación y las sanciones” contra Moscú. Sólo bajo esta fórmula se logró arribar a una declaración conjunta, que además consideró inadmisible el uso de armas nucleares y promovió la continuidad de los acuerdos de comercialización de cereales ucranianos y fertilizantes rusos afectados por la guerra y las sanciones. Rusia reclama que en el acuerdo se garantice la prohibición del ataque a su flota en el mar negro y que los cereales y fertilizantes concernientes en el mismo se destinen a los países más vulnerables como los de África y Asia. Frente a los intentos de aislamiento hacia Moscú por parte de occidente, que lograron la inasistencia de Vladimir Putin en la cumbre y su reemplazo por su canciller Sergei Lavrov, la declaración final fue vista como una victoria por la diplomacia rusa, afirmando que “el G7 ya no domina” al conjunto de las economías congregadas en el G20.

Otro hecho que generó expectativa fue la reunión bilateral previa a la cumbre  que mantuvieron los líderes de las 2 principales economías del mundo: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de la República Popular China, Xi Jinping.  Ambos llegaron empoderados a la misma, ya que Biden logró mantener el control del senado en las elecciones de medio término, mientras que Xi obtuvo su tercer mandato como dirigente del PCCh y la continuidad de un tercer período en la presidencia de la nación. La reunión de casi 3 horas abordó los puntos de tensión más importantes como los de Ucrania, Taiwán y Corea y sirvió para que cada uno de los mandatarios refuercen su posición hacia adentro de sus propios países. En efecto, desde la prensa occidental destacaron que Biden se opuso a las “acciones coercitivas y cada vez más agresivas” de China hacia Taiwán aunque admitieron que Estados Unidos reconoce el principio de “Una sola China”, manteniendo la posición de ambigüedad estratégica y lazos informales con Taipéi. Mientras tanto, desde la prensa oriental resaltaron que Xi señaló que China continúa avanzando en la revitalización de la nación con sus propias instituciones democráticas y su propia cultura, y que continuará interviniendo con mayor protagonismo en el escenario mundial reforzando una economía de mercado que permita relaciones de mutuo beneficio. China destacó a su vez que el tema Taiwán es la primera línea roja que Estados Unidos no debe cruzar.

El mandatario chino adquirió relevancia en este G20 al retornar presencialmente a la escena internacional luego de un aislamiento autoimpuesto a partir del Covid-19 en 2019. En su intervención en la cumbre titulada “Trabajar juntos para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo y construir un futuro mejor” mantuvo una posición equilibrada condenando la ruptura de las cadenas de suministro que encarecen alimentos y energía como producto de la guerra en Ucrania y las sanciones. Xi afirmó que “la prosperidad y la estabilidad no serán posibles en un mundo donde los ricos se vuelven más ricos mientras los pobres se hacen más pobres” y llamó a que los países desarrollados cooperen con los emergentes en proporcionar más bienes públicos globales. Además llamó a contener las altas tasas de interés que encarecen los productos y las deudas externas de los países emergentes, y en ese aspecto impulsó la suspensión del pago de las deudas externas de los países más vulnerables.

En esa línea de cooperación internacional, el presidente de la Argentina, Alberto Fernández mantuvo una reunión con Xi Jinping en la que obtuvo una ampliación del Swap con China por 5.000 millones de dólares de libre disponibilidad para las cuentas del país. El encuentro entre el segundo socio comercial de la Argentina luego de Brasil también permitió restablecer los fondos para la construcción de las represas Cepernic-Néstor Kirchner programados para fortalecer la infraestructura estratégica en la Patagonia argentina.

La cumbre terminó con el anuncio del destino de 1.400 millones de dólares para un fondo mundial de prevención de futuras pandemias  y el pasaje de la presidencia pro tempore del grupo a la India a partir del 1° de diciembre y la próxima cumbre para el 9 y 10 de septiembre de 2023 en Nueva Delhi.

Previamente al G-20, en Nom Pen, Camboya, se desarrolló entre los días 11 y 13 de noviembre la cumbre de países del Sudeste Asiático ASEAN, conformada por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar, esta última vetada por el golpe militar desde el 1 de febrero de 2021. La misma también estuvo atravesada por la disputa geopolítica global ya que estuvieron como invitados el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Li Kdegiang, primer ministro chino y los cancilleres de Ucrania y Rusia, Dmytro Kuleta y Serguéi Lavrov. Esta composición generó la imposibilidad de cerrar con una declaración conjunta del encuentro ya que más allá de las articulaciones económicas del bloque, lo que estuvo en discusión fue el posicionamiento sobre la guerra en Ucrania y las tensiones en torno a Taiwán y Corea del Norte. La influencia de los dos grandes actores de la política mundial y sus aliados impidió una posición de consenso en este ámbito.

Donde sí se cerró un documento final fue en la 29ª Reunión de Líderes Económicos del APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico), celebrada este 18 y 19 de noviembre en la ciudad tailandesa de Bangkok. En el mismo reafirmaron el compromiso de  fortalecer el comercio multilateral basado en reglas y avanzar hacia un  Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico. Este Foro creado en 1989 con un enfoque voluntario y flexible congrega a 21 economías: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, China, Hong Kong, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, Mexico, Nueva Zelandia, Papua Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur, (Taiwan), Tailandia, Estados Unidos, Vietnam. Entre sus principales objetivos tiene los de promover el comercio y las inversiones y la cooperación técnica entre los miembros que representan aproximadamente la mitad del comercio mundial, el 40% de la población y más del 60 % del Producto Interno Bruto total mundial. Entre los principales ejes de la cumbre se destacaron los de promocionar la Economía Bio-Circular-Verde, de manera de avanzar hacia la crecimiento y la producción sostenible acorde a los ODS 2030 de la ONU.

De esta manera el eje Asia-Pacífico continúa ganando protagonismo en la economía, la producción y las disputas geopolíticas globales, desplazando la histórica hegemonía que mantenían las potencias occidentales del atlántico norte.

La COP27 continúa manifestando la disputa entre países desarrollados y emergentes

El cierre de la Conferencia anual sobre el Cambio Climático  desarrollada en Sharm el Sheij, Egipto (COP27) continúa retrasándose a partir de la negociación sobre su documento final. La declaración prevista para este viernes 18 se extendió a partir la negativa de los países desarrollados a firmar la propuesta elaborada por la presidencia egipcia, que destaca que por primera vez se debatió la posibilidad de compensar a las naciones en desarrollo dañadas por las emisiones de carbono. La dura negociación se sostiene en la disputa entre países desarrollados y países emergentes. Entre los primeros sostienen que absolutamente todos deben impulsar el compromiso de impulsar acciones para limitar el calentamiento del planeta en 1,5 ºC respecto de la era preindustrial, que se acordó en Paris 2015. Mientras tanto los países emergentes y en vías de desarrollo impulsan la propuesta de sostener responsabilidades compartidas pero diferenciadas, haciendo principales responsables de una transición justa a los países históricamente contaminantes. En ese aspecto, fomentan la creación de un fondo de pérdidas y daños destinado a los países que más sufren por la contaminación provocada por los países industrializados. Y a su vez, reclaman el cumplimiento del compromiso establecido en 2009 que estipulaba el desembolso de 100.000 millones de dólares anuales  de los países desarrollados para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático y a disminuir sus emisiones.

Mientras tanto, desde las economías desarrolladas, en especial las de la Unión Europea, reclaman que en esos fondos también aporten China e India, considerados países emergentes pero que en la actualidad aportan grandes cantidades de emisiones de carbono. Pero dichos gobiernos incorporan en su favor el argumento sobre el historial de emisiones y uso de recursos naturales, que hace como principales responsables a las economías desarrolladas que han venido contaminando el planeta desde la revolución industrial. En favor de estos argumentos también se inclinaron los negociadores del G77 que engloba a los históricos países no alineados en vías de desarrollo. Así las cosas, las disputas continúan entre estos bloques para elaborar una declaración final que de cierre a las discusiones impulsadas desde el 6 de noviembre.

Como dato de color, también fue muy criticado en la COP27 el patrocinio de la empresa Coca Cola Company, quien es considerada la más contaminante por sus envases de plástico por quinto año consecutivo, con 3,2 millones de toneladas de residuos. En el ranking le siguen de Pepsico con 2,5 millones de toneladas de residuos cada año, la alimenticia Nestlé y Unilever con sus marcas de limpieza. El reclamo de las organizaciones ambientalistas es que estas empresas reduzcan su contaminación a la mitad para el 2030 convirtiendo sus envases en reutilizables.

En Bolivia continúa el asedio de la oposición de Santa Cruz de la Sierra mientras el oficialismo muestra sus fisuras

La prospera zona de Santa Cruz de la Sierra donde se concentran los mayores yacimientos de hidrocarburos de Bolivia ha sido históricamente un bastión de la oposición de derecha al gobierno de Evo Morales y al MAS como partido que encaró la transformación del país. Desde allí se han pergeñado actos desestabilizadores, intentos secesionistas y hasta el golpe de estado de 2019, comandados por la figura del actual gobernador Luis Fernando Camacho. En esta oportunidad, desde hace un mes se han desarrollados paros y revueltas en reclamo de un censo que actualice la representación legislativa y la cantidad de fondos estatales que recibe la región, estimando que el crecimiento poblacional beneficiaría su peso relativo. En ese contexto se han impulsado acciones violentas que dejaron 3 muertos, la quema de edificios de representaciones sindicales y campesinas y pérdidas que se estiman en un valor de 800 millones de dólares. El gobierno nacional ha decretado el censo para el 2024, que garantizaría la actualización reclamada por la región para las elecciones del 2025. Esta decisión desinfló la protesta pero los movimientos desestabilizadores continúan en reclamo de la liberación de los activistas que han generado diversos hechos de violencia, en especial frente a la población indígena.

Pero a estos recurrentes intentos de la oposición se le suman las diferencias cada vez más marcadas en el oficialismo entre el histórico líder del MAS y presidente de Bolivia entre 2006 y 2019 Evo Morales y el actual presidente, el economista Luis Arce. Las tensiones incubadas desde hace tiempo quedaron en evidencia luego de que en la composición de los nuevos presidentes de las comisiones de la Cámara de Diputados para el período 2023 no hayan elegido a ningún miembro del bloque “evista” en los 9 de los 12 lugares del cuerpo legislativo. Las aspiraciones de Luis Arce a una reelección chocan con el liderazgo histórico de Evo Morales y la tensión continuará vigente en la competencia por representar a las bases del MAS, en un país que ha mejorado sustancialmente su nivel de vida bajo dicho movimiento.

Llamamiento para revitalizar la UNASUR en el nuevo escenario de integración.

La sucesión de gobiernos populares y progresistas electos en el sur de América con los recientes triunfos de Lula en Brasil y Petro en Colombia abrieron el escenario para el llamamiento a un reimpulso a los marcos de integración de la Unasur. Ex presidentes, funcionarios e intelectuales de Sudamérica impulsaron la iniciativa recordando que a partir de enero del 2023 “todos los países más grandes tendrán gobiernos partidarios de retomar y fortalecer los procesos de integración”.

En ese marco, recordaron que la UNASUR desarrolló durante sus 7 años de funcionamiento  importantes progresos en el manejo de las crisis políticas e institucionales en la región, además de avances en el campo de la sanidad y la infraestructura para la integración. Esa experiencia pasada se vio truncada por el cambio de gobiernos de carácter neoliberales en algunos de los países, y la regla del consenso generó vetos y bloqueos que paralizaron a la institución. Así, un nuevo espacio de integración como el que impulsa el documento del Center for Economic and Policy Research: Hacia una nueva Unasur: Vías de reactivación para una integración suramericana permanente, deberá aprender de la experiencia pasada para mejorarla y hacerla efectiva más allá de las identidades partidarias de los gobiernos. En ese plano se impulsa incorporar a nuevos actores sociales a la integración como las universidades, los centros culturales, las representaciones sindicales, PyMES y movimientos sociales para elaborar una agenda renovada de cooperación e integración.

Entre los puntos destacables de la misma se plantea la autosuficiencia sanitaria, la migración ordenada, combate común frente al cambio climático, obras prioritarias de conectividad vial, ferroviaria y energética, financiamiento de los intercambios comerciales hacia una moneda común, planteos comunes en materia de desendeudamiento y financiamiento de las deudas externas y otros puntos en común. El documento recalcó que América del Sur constituye una entidad en sí misma con sus 18 millones de kilómetros cuadrados y sus 422 millones de habitantes que representan por lo demás dos tercios de la población total de América Latina. En ese plano tiene un gran potencial para convertirse en un actor relevante en la nueva geopolítica mundial

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