Por Valeria Alejandra Torres García
En México y en Latinoamérica, si en algo nos ponemos de acuerdo es en dos cosas: en lo bendito que es el maíz y en lo bendito que es el fútbol. Porque un gol no es solo un balón cruzando la portería, es también la alegría de grandes y chicos, es la risa infantil que resuena en las calles, es el olor a sudor, tierra y caucho tras una reta, es también una ficha, una botella o cualquier objeto pateable cruzando hasta una línea imaginaria.
Es Maradona vengando, simbólicamente, Las Malvinas con una mano divina. Pero el fútbol también es el reflejo de que los goles no se gritan igual si eres hombre o si eres mujer.
Resulta increíble saber que, primero hubo una liga de fútbol en México (antes Liga Mayor fundada en 1943, ahora Liga MX)pero que el sufragio femenino llegó recién en 1955, 131 años después de la primera elección federal de 1824. Parece que algo hemos avanzado: pues solo tuvieron que pasar 73 años para la creación en 2016 de la Liga MX Femenil en nuestro país.
Vayamos por un momento al plano imaginario y pensemos en una mesa de análisis con los siguientes comentarios: ¿qué trae puesto? ¿Cómo luce su vestimenta? ¿Está peinada o despeinada? ¿Tiene acné? ¿Por qué no sonríe o por qué sonríe de más?
¿A qué o a quiénes se refieren los analistas? A nosotras, no importa si se habla de política o de fútbol. La discursiva sobre la mujer se reduce a una cuestión estética.
Pero lo que no es estético, casi siempre resulta incómodo. Tanto los paneles deportivos, como los políticos, rehúyen a temas como el de las madres trabajadoras, los bajos salarios o la tremenda falta de equidad contra las que competimos. Sí, jugamos once contra once, pero en una cancha hostil y con el árbitro en nuestra contra. De los errores, ni hablemos. O mejor sí. Solo basta recordar el error infantil del portero de Cruz Azul ante el Toluca un 8 de julio de 2023, cuando, de manera increíble, salió expulsado por ignorar un concepto básico: agarrar el balón con las manos fuera del área.
Mientras tanto, un 20 de julio de 2023, David Ymay y David Faitelson le explicaban, irónicamente, a Desireé Monsivaís, delantera de Pumas, por qué debían hacer las porterías más pequeñas en el futbol femenil. Al día siguiente, Fernando Tirado (oootro hombre) tuiteó una imagen de la portera del Santos Laguna en su encuentro contra el América “Para los que dicen que no hay que ajustarles las porterías y la cancha en el femenil. Esto acaba de pasar en media hora. Son goles de categorías inferiores, a tirarle por arriba del portero.”, pero, si hubiera sido un hombre, ¿también habrían sugerido cambiar las reglas del juego?. Ah, pero ahí sí hablamos de equidad, ahí sí hablamos de cambiar las reglas para hacer la competencia “más justa”, sobre todo cuando se cree que el problema es el tamaño de las porterías y no en que el fútbol (femenil) se ve más como una labor social que como un negocio. ¿Por qué ahí sí se busca cambiar las reglas rápidamente y no cuando las mujeres duramos tanto tiempo sin lineamientos que nos ayudaran a acceder a puestos de elección popular?
Si los de pantalones largos no creen que las cosas se arreglan con voluntad, tomemos como ejemplo la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en el 2018, con quien en un abrir y cerrar de ojos, tuvimos al primer gabinete paritario, que nos dio a la primera secretaria de Gobernación, una dependencia que hoy encabeza la joven Luisa María Alcalde (antes titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social) además de las tres primeras secretarias de Economía de nuestra historia.
¿Y cuál ha sido el reflejo de esto? Logramos navegar la pandemia por el COVID-19 sin endeudarnos y, en 5 años, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVALL), 8.9 millones de personas salieron de la pobreza en México. Eso también es aguante y no solo el término que muchas barras, violentas y machistas, se han tratado de apropiar.
Pero no es coincidencia, ni una sorpresa, que lo que vemos en las canchas femeniles sea un reflejo de lo que vivimos en la política las mujeres, es simplemente el resultado del machismo y su pacto de caballeros. Y aunque se diga que no hay que mezclar la política con el fútbol, hoy la política juega fútbol. Si las encuestas se hacen realidad, en el 2024 tendremos a Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, y surge la pregunta, ¿cuánto tiempo tendrá que pasar para que tengamos a una mujer como presidenta de la Federación Mexicana de Futbol (FMF)?
La pelota no se mancha, nuestros derechos tampoco.