Por Rogério Tomaz Jr.¹
Pocos días después de que Brasil se enterara de la participación directa del presidente de la República en el escándalo de corrupción de la compra de vacunas para Covid-19 en India, Covaxin, el gobierno de Jair Bolsonaro intentó reaccionar y preparó dos operativos contra la Comisión Parlamentaria Investigación que trabaja en el Senado.
La primera ofensiva fue intentar plantar un “caballo de Troya” en la CPI. La acción contó con el aporte involuntario de Folha de São Paulo. Un policía militar de Minas Gerais, que también actúa como representante comercial de empresas farmacéuticas, denunció al diario que había recibido, de parte de un funcionario del Ministerio de Salud, una solicitud de coimas para la compra de 400 millones de dosis del inmunizante de Astra Zeneca.
Luiz Paulo Dominguetti dijo que representó, en negociaciones con el gobierno brasileño, a la empresa Davati Medical Suply, que tiene su sede en Miami y no tiene vacunas para el coronavirus en su portafolio de Internet.
Deseoso de causar daño al gobierno y sin hacer ningún control en profundidad, Folha publicó la nota en tono duro de denuncia, pronto reproducida por casi todos los grandes medios de comunicación, incluido Rede Globo.
Inmediatamente la CPI se puso en contacto con el militar y lo convocó a declarar sobre el caso. Todo esto en menos de 48 horas. Hasta aquél momento, el gobierno no había emitido ningún comunicado oficial, los hijos de Bolsonaro tampoco habían protestado en las redes sociales. Todo parecía demasiado fácil y tranquilo.
En la sesión en la que testificó ante la CPI, el jueves (1), se descubrió la farsa. Dominguetti, luego de dar información vaga e imprecisa sobre los hechos relacionados con la denuncia que hizo a Folha de São Paulo, presentó un audio del diputado Luís Miranda hablando de negocios. El testigo dijo al CPI que se trataba de una negociación de vacunas y que incluso se mencionaba en el audio al hermano del parlamentario. Dos mentiras. Menos de 10 minutos después, el diputado llegó en la CPI y le dijo al presidente, Omar Aziz, que la conversación era de octubre de 2020 y el tema era la importación de guantes y otros productos para restaurantes. Miranda ha estado trabajando con la importación y exportación durante muchos años. Y en la conversación no aparece el hermano del diputado, sino la expresión coloquial “mi hermano” para referirse al interlocutor en la conversación.
La operación fue desnudada. Como no funcionó, los senadores oficiales intentaron implosionar el plan allí mismo, comenzando a atacar, aunque sin mucha convicción e indignación al policía militar, que para este momento ya tenía sus redes sociales expuestas, con amplia militancia digital en favor de Jair Bolsonaro.
Varios miembros del CPI pidieron la detención de Dominguetti por el delito de perjurio, pero Omaz Aziz consideró innecesaria la medida. Pese a ello, ordenó la incautación del celular del autor del frustrado espectáculo teatral, para que se revelen sus vínculos con el gobierno.
“Gestapo bolsonarista”
El segundo operativo confirmó el uso político de la Policía Federal por parte del gobierno de Bolsonaro. El sábado (3), mismo día de una nueva ronda de manifestaciones en todo el país contra el presidente, la PF acusó al relator del CPI, Renan Calheiros, por un delito que habría ocurrido en 2012 relacionado con la constructora Odebrecht, el pivote de la mafia Lava Jato de Curitiba.
La respuesta del senador fue dura. “La Policía Federal no tiene competencia para acusar a un senador. Solo el STF. Esta investigación está abierta desde marzo de 2017 y como no encontraron evidencias solicitaron una prórroga”, dijo Calheiros en un comunicado de prensa.
Calheiros también dijo estar “sorprendido” por la acción del PF, que destacó como una “institución estatal”, pero reforzó la acusación contra el gobierno. “No seré intimidado. Los responsables de las muertes, la demora en las vacunas, la cloroquina y la coima pagarán”, advirtió.
Es poco probable que Renan Calheiros tenga, a corto plazo, problemas más graves con el Poder Judicial.
Ya el gobierno de Bolsonaro está sitiado, esto es un hecho y no una opinión. Sin embargo, no está muerto. Lejos de ahi. Otras reacciones son previsibles, tanto para entorpecer el trabajo del CPI, como para impedir la candidatura de Lula en 2022. Como dice una canción de Caetano Veloso, “hay que estar alerta y fuerte”.
¹ Periodista brasileño, residente en Argentina, cursando la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Trabajó durante 11 años en la Cámara de Diputados de Brasil.