por Rogerio Tomaz Jr.
Transcurrió otra semana del reality “Gobierno de Bolsonaro” con varias novedades y viejos patrones de comportamiento del protagonista principal. Jair Bolsonaro fue incluido como investigado en dos nuevas demandas y ha vuelto a atacar las instituciones democráticas del país.
Ahora, el presidente de Brasil aparece como sospechoso de haber cometido delitos en cuatro investigaciones diferentes. Si sumamos las demandas en las que también se investiga a sus hijos – Flávio y Carlos Bolsonaro –, tenemos casi una decena de demandas en curso contra el mandatario. Ningún presidente brasileño ha sido investigado por delitos comunes mientras estuvo en el cargo. Collor de Mello y Dilma Rousseff fueron investigados por delitos de responsabilidad, no por delitos comunes.
El lunes (2), el Tribunal Superior Electoral (TSE) decidió por unanimidad iniciar una investigación administrativa sobre los ataques de Bolsonaro a la legitimidad del sistema electoral. El TSE analizará si Bolsonaro cometió los delitos de corrupción, fraude, propaganda electoral temprana y abuso del poder político y económico, entre otros.
Además, Jair Bolsonaro fue incluido como acusado en una causa del Supremo Tribunal Federal (STF) que investiga la máquina de “fake news” que maneja la ultraderecha, en la cual están involucrados directamente la familia del presidente y varios legisladores y empresarios.
Finalmente, la ministra Carmen Lúcia, del STF, ordenó al Ministerio Público emitir una opinión sobre el uso de TV Brasil, televisión estatal, para que Bolsonaro retransmita un “en vivo” a sus seguidores, tema de esta columna la semana pasada. En la sentencia sobre la denuncia, presentada por el diputado Alencar Santana Braga y otros parlamentarios del PT, la magistrada considera que puede existir delito electoral, uso ilícito de bienes públicos y atentado a la independencia de los poderes de la República.
En un proceso anterior, Bolsonaro aún está siendo investigado si intervino ante la Policía Federal para proteger a su familia de las investigaciones por corrupción.
Ante estas nuevas causas, que tuvieron gran repercusión en la prensa nacional e internacional, la reacción de Bolsonaro fue la de siempre: atacar a sus opositores y amenazar la democracia, esta vez llamando al ministro Luis Roberto Barroso, del STF, de “hijo de puta” durante un evento en Joinville, Santa Catarina.
El miércoles (4), durante una entrevista con Joven Pan, estación de radio de ultraderecha leal al gobierno, Bolsonaro volvió a amenazar la democracia, utilizando metáfora del fútbol. “Mi juego está dentro de las cuatro líneas, pero si salen de las cuatro líneas, tengo que salir de las cuatro líneas”, dijo.
Al día siguiente, CNN Brasil publicó nota en la que informaba que el comandante del Ejército, general Paulo Sergio Nogueira, habría advertido al mandatario que cualquier intento de ruptura institucional no recibiría el apoyo de la fuerza que dirige.
En la Cámara de Diputados, el proyecto de ley que instituye la impresión del voto – que sería un instrumento perfecto para la compra de votos, sobretodo en zonas de “milicias” – para que el elector obtenga una copia de su elección fue ampliamente derrotado en una comisión (23×11).
Pese a la derrota, el presidente de la Cámara anunció que la propuesta será decidida por el conjunto de 513 parlamentarios en votación esta semana. La maniobra de Arthur Lira está prevista por el regimiento de la Cámara, pero rompe la tradición que determina el aplazamiento de un proyecto cuando es derrotado en comisión. Para interlocutores cercanos, Lira reveló que lo hizo porque sabe que el destino será el mismo que el de la comisión: la derrota de Bolsonaro, que ya no podrá hablar del tema tras otro revés.
Abandonado, Bolsonaro terminó la semana ofendiendo al ministro Luis Roberto Barroso, del STF. En un almuerzo con empresarios y políticos, llamó a Barroso “hijo de puta” y asoció al ministro con la pedofilia. “Quiere que nuestras hijas y nietas de 12 años tengan relaciones sexuales. Para él, sin ningún problema ”, dijo el presidente.
Alianza con EEUU
En medio de todo esto, el presidente brasileño recibió en Brasilia, el jueves (5), al Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan. El gobierno de Joe Biden quiere evitar que Brasil adopte la tecnología de China para las redes de telecomunicaciones 5G. Para ello, el estadounidense ofreció el apoyo para que Brasil se convierta en socio global de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
En América del Sur, el único país en esta condición es Colombia. En la práctica, si Brasil acepta esta posición, podría participar en guerras promovidas por países de la OTAN, pero también podría entrar en los planes de grupos terroristas, lo que comprometería la seguridad de toda la región.
El proceso electoral brasileño también fue tema de conversación entre Bolsonaro y el asesor de Biden. “Estados Unidos fue muy directo al expresar la gran confianza que deposita en la capacidad actual de las instituciones brasileñas para celebrar elecciones libres y justas, con las debidas garantías para prevenir el fraude. Destacamos la importancia de no socavar la confianza en el proceso, especialmente porque no hay evidencia de fraude en elecciones anteriores en Brasil”, dijo “un alto funcionario estadounidense”, según el diario Folha de São Paulo.
En otras palabras, Estados Unidos también abandonó a Bolsonaro en su aventura golpista.
Además, otro gran tema de la semana fue una encuesta más, de Quast Consultora, que apunta a un escenario favorable para la victoria de Lula en la primera vuelta en las elecciones de octubre de 2022.