Nos acercamos a la segunda vuelta electoral en Turquía que determinará quién gobernará el país durante los próximos 5 años. La gran novedad de la semana fue dada por Sinan Ogan, candidato a presidente durante la primera vuelta por la Alianza Ancestral, quien anunció que respaldará al actual mandatario Recep Tayyip Erdogan.
Recordemos que Ogan resultó en tercera posición con el 5,17% de los votos en una reñida contienda que dejó a Erdo?an en primer lugar con el 49,52% de los votos frente al principal candidato de la oposición unida, Kemal Kiliçdaroglu, que cosechó el 44,58% del respaldo del electorado. Por tanto, su pronunciamiento en favor del actual presidente puede resultar totalmente determinante para dirimir al ganador de la contienda de este domingo: con que Erdogan capte un quinto del caudal del candidato ultranacionalista, ya podría ser suficiente.
Esto, sobre todo teniendo en cuenta la elevada participación electoral en la primera vuelta, que ascendió al 87,04% del total de la población habilitada para sufragar, la más alta en dos décadas. Si bien puede acontecer la posibilidad de que exista un mayor afluente a las urnas que pudiera desequilibrar la contienda en favor del candidato opositor, la realidad es que, a priori, las probabilidades son bajas.
¿Cómo explicar este escenario favorable a Recep Erdogan, cuando en la previa de la primera vuelta no había más que multitud de voces pregonando por el fin de sus 20 años de gobierno?
Es que cabe resaltar que el candidato opositor, Kiliçdaroglu, logró unificar al conjunto de la oposición tras su candidatura. Esto, en conjunción con los altos niveles de inflación que atraviesa el país y la estremecedora catástrofe humanitaria provocada por el peor terremoto en suelo turco desde 1939, hacía suponer que estos comicios estaban dados para el triunfo de la oposición, inclusive en primera vuelta. Sin embargo, no fue así.
A partir de los resultados de la 1° vuelta, Erdogan ya se aseguró la mayoría en la Asamblea Nacional. Su espacio político, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, obtuvo 268 escaños que, junto a los 50 que obtuvo su aliado, el Partido de Acción Nacionalista, suman 318 de las 600 bancas legislativas totales. Esta sería una de las razones por las que Ogan habría llamado a votar por el actual mandatario. Según sus declaraciones, “es importante para la estabilidad del país que la mayoría del Parlamento y el presidente sean del mismo partido”.
Otra de las razones que podría haber inclinado el apoyo de Ogan en favor de Erdo?an es el posicionamiento frente al Partido Democrático de los Pueblos (HDP por sus siglas en turco), la formación pro-kurda que concentra sus actividades en las regiones del sureste del país.
Kiliçdaroglu es el histórico líder del principal partido opositor en Turquía, el Partido Republicano del Pueblo. En estas elecciones obtuvo el apoyo de otros cinco partidos políticos opositores y así conformaron una coalición heterogénea llamada “Alianza Nacional”, también conocida como “Mesa de los Seis”. A ellos, se sumó el HDP (pro-kurdo).
Ahora bien, Ogan tiene un posicionamiento ultranacionalista que choca con las reclamaciones autonomistas del pueblo kurdo. Antes de enunciar por quién decantaría su apoyo, afirmaba “por ejemplo, podríamos firmar un protocolo (para apoyar a Kiliçdaroglu) para aclarar que no van a hacer ninguna concesión al HDP, es así de simple”. Lo que ya hacía vislumbrar lo que se confirmó esta misma semana.
Respecto de la perspectiva de los contendientes en materia de política interna, Kiliçdaroglu propone la democratización del sistema político turco, con un regreso al parlamentarismo en detrimento del presidencialismo impulsado por Erdogan y una línea discursiva alineada a la promoción de las libertades de expresión y de prensa. Al actual mandatario se lo acusa de haber creado una autocracia y de gobernar de manera autoritaria, pero esto es algo de lo que se acusa a todo líder que no sigue estrictamente las pautas de la gobernanza global de los países del Atlántico Norte comandados por Estados Unidos. Después de todo, ¿cómo podemos pensar la democracia liberal si un mandatario democráticamente electo puede ser tomado rehén de las decisiones de un grupúsculo del “supremo Poder Judicial” (como le está ocurriendo a AMLO en México), o bien pueden coartar la voluntad de una gran parte de la sociedad proscribiendo la participación electoral de líderes populares (como ocurre en Argentina con CFK).
No resulta difícil leer entre líneas el porqué los analistas occidentales no entienden cómo puede ser que el actual mandatario turco continúe teniendo el nivel de apoyo que sostiene, a pesar de sus tan “flagrantes tintes autoritarios”. Lo mismo ocurre con Rusia, China y virtualmente todo país que no se ajuste a los cánones occidentales… Respecto de su alineamiento geopolítico.
Y esto nos conduce a una de las claves más determinantes para lo que es este nuevo orden internacional en disputa y articulación. Erdogan sostiene un posicionamiento tendiente al equilibrio pragmático, con vistas a situar a Turquía en la centralidad del escenario geopolítico para la construcción de un mundo multipolar de negociaciones y cooperación de igual a igual, en respeto mutuo de la política doméstica de cada cual. Esto se expresa en la manera en que actuó frente al conflicto militar que estalló en Ucrania en 2022, pero que tiene su origen en 2014. El mandatario turco evitó romper lazos con Rusia y, de hecho, es el garante de que el acuerdo de granos sea una realidad. Kiliçdaroglu, por su parte, prometió en la antesala de la primera vuelta electoral un “giro de 180 grados” en la política exterior turca. De esta manera, la expectativa es que, de triunfar, se incline hacia el establecimiento de asociaciones estratégicas de cercanía con EE.UU. y la Unión Europea.
En definitiva, el resultado de estas elecciones será decisivo en cómo sigue el impulso a este nuevo orden mundial de cooperación ganar-ganar, respeto mutuo y no hegemonismo que actualmente impulsa China y es respaldado por prácticamente la totalidad de los países que históricamente fueron corridos al costado del camino por parte de los hegemones anglosajones. ¿Acaso Turquía será un actor alineado al status quo del Atlántico Norte o acaso será un actor que pregone por la soberanía nacional, el respeto mutuo y la reforma de las instituciones internacionales de la posguerra?