Newsletter Mirada Multipolar
por Sebastián Tapia
El gobierno de unidad conformado por los dos partidos mayoritarios en Israel propuso extender su soberanía a los territorios ocupados en Cisjordania a partir del mes de Julio. Esto echa por tierra los acuerdos de paz negociados con sus vecinos y amenaza la misma existencia del Estado Palestino. Sin embargo, el plan parece fracasar por la severa oposición internacional.
Un nuevo gobierno
Ninguna de las tres elecciones celebradas en Israel en el último año pudo otorgarle la mayoría de los asientos de la knesset (parlamento) a un sólo partido, ni otorgarle la capacidad de llegar a la mayoría con una alianza con otros partidos.
Finalmente el pasado 17 de Mayo los dos partidos con mayoría de diputados, el Likud, partido de derecha liderado por Benjamin Netanyahu y actualmente en gobierno, y el Azul y Blanco, del militar Benny Gantz, lograron un acuerdo para conformar un gobierno de unidad entre ambos. La paridad de escaños entre ellos hace que se dividan el gobierno en partes iguales, con 16 ministros para cada partido. Además el cargo de Primer Ministro continuará en manos de Netanyahu por el próximo año y medio, para luego pasar a manos de Gantz.
Lo que sería sólo un problema de política interna israelí traspasa sus fronteras al considerar otros puntos del acuerdo interpartidario. En ese mismo acuerdo se establece que unas de las prioridades de este nuevo gobierno de unidad será extender la soberanía israelí a gran parte de Cisjordania. Incluso se acordó a Julio como posible mes para declarar formalmente la anexión. La intención es incorporar jurídicamente al Estado de Israel los territorios ocupados por colonos judíos en Cisjordania, disminuyendo aún más los territorios controlados por el Estado Palestino.
El contexto interno
Israel enfrentó la pandemia de Covid-19 con restricciones al movimiento de sus ciudadanos, al igual que la mayoría de los países. Sin embargo, de acuerdo a un estudio de Oxfam en base a datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, durante este período de confinamiento hubo un aumento del 37% en los ataques a las propiedades o vehículos palestinos en Cisjordania. Sumado a la orden de derribo o incautación de 40 propiedades palestinas, mientras se aprobaba la construcción de 7.000 nuevas propiedades en la colonia judía de Efrat. Esto último va en contra de la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe la expansión de los asentamientos israelíes en Palestina.
El Covid-19 también sirvió de excusa para el gobierno para detener el funcionamiento del poder judicial durante la pandemia y así postergar la declaración de Netanyahu en un proceso en el que se lo imputa por soborno, fraude y abuso de poder. Sin embargo, el proceso fue reactivado el 24 de Mayo con Netanyahu considerando las acusaciones como absurdas y al proceso como un intento de derrocamiento. Su socio político, Benny Gantz, declaró a la prensa que el primer ministro es inocente mientras no sea declarado culpable, a pesar de haber repetido varias veces en campaña que alguien imputado por corrupción no debería estar gobernando.
Israel ahora afronta una segunda ola de casos de COVID-19, en gran parte asociada a una salida temprana de la cuarentena – otrora considerada un ejemplo a seguir por otros países. El cierre de pequeños negocios, una caída estimada del PBI del 6% para 2020 y el regreso del confinamiento han hecho caer un 15% el índice de aprobación popular del Primer Ministro y generaron masivas manifestaciones en contra del plan económico.
Apoyo externo
El gobierno israelí cuenta sólo con un país que apoya la decisión de anexar Cisjordania, los Estados Unidos. En el plan presentado por el gobierno de Donald Trump el pasado Enero, llamado el Acuerdo del Siglo, reconoce el derecho de Israel de anexar este territorio. Cabe destacar que este Acuerdo fue negociado por el yerno de Trump, Jared Kushner, con Israel pero no con la Autoridad Palestina ni con ningún gobierno árabe.
Sin embargo, este apoyo ni siquiera es incondicional. De acuerdo a un informe del canal de televisión israelí Kan11, EEUU sólo está dispuesto a apoyar esta anexión si hay estabilidad política, si la decisión proviene del consenso de ambos partidos de gobierno y si se le autoriza la construcción de más viviendas a los palestinos en los territorios ocupados.
Voces en contra
El rey de Jordania, Abdulla II, declaró al diario alemán Der Spiegel que la anexión de Cisjordania a Israel traería un “conflicto masivo” con dicho país. Este territorio fue ocupado por Jordania tras guerra que siguió a la partición del mandato de Palestina y luego perdió en la Guerra de los Seis Días en 1967. El rey dijo que no quería realizar amenazas, pero que de esta decisión dependían los acuerdos de paz firmados entre Jordania e Israel en 1994. La oposición jordana al rey ahora reclama la cancelación de dicho tratado.
Incluso el primer ministro británico, Boris Johnson, publicó una columna de opinión en la portada de un diario israelí pidiéndole al gobierno israelí que no anexione territorios palestinos y que su gobierno no reconocerá ningún cambio a las fronteras de 1967.
El canciller de Francia, Jean Yves Le Drian, instó al gobierno israelí a abstenerse de tomar medidas unilaterales que lleven a la anexión total o parcial del territorio palestino. Llamó, en cambio, a retornar a la mesa de diálogo entre ambas partes.
Los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Egipto y Jordania firmaron una declaración conjunta en la que establece que:
“Coincidimos en que cualquier anexión de los territorios palestinos ocupados en 1967 sería una violación del derecho internacional y pondría en peligro la base del proceso de paz. No reconoceremos ningún cambio de las fronteras de 1967 que no haya sido acordado por ambas partes en conflicto”
En una videoconferencia del 7 de julio los ministros de Exteriores de Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Egipto, Marruecos, Palestina, Túnez, Omán y Kuwait, rechazaron la anexión y llamaron a retomar las negociaciones entre las partes para la solución del conflicto en base al principio de dos Estados.
La Unión Europea se definió en la misma dirección, de acuerdo con jefe de su diplomacia, Josep Borrel. Evitó referirse a posibles sanciones, pero se comprometió a aplicar todas las capacidades diplomáticas de la Unión para evitar medidas unilaterales por parte de Israel. El 15 de julio el representante de la Unión Europea en Palestina, Sven Kühn von Burgsdorff, anunció que la UE no reconocerá ningún tipo de anexión a Israel de partes de la Cisjordania ocupada.
Desde Moscú, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova dijo:
“El intento de extender la soberanía israelí sobre los territorios palestinos no solo enterrará la idea de la solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí, sino además provocará una nueva y peligrosa espiral de violencia en la región”
En cuanto al ámbito religioso, las Iglesias de Jerusalén y la Organización para la Cooperación Islámica también se expresaron en contra de la anexión.
El enviado de Naciones Unidas para el proceso de paz en Oriente Medio, Nikolai Mladenov, anunció que:
“La anexión dañará las perspectivas de paz, excitará el extremismo en todas las partes y reducirá las perspectivas de una normalización de las relaciones entre Israel y los países árabes”.
Sobre la anexión, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos Michelle Bachelet declaró:
“no cambiará las obligaciones de Israel como potencia ocupante hacia la población ocupada en virtud del derecho internacional humanitario o de los derechos humanos. En cambio, perjudicará gravemente la perspectiva de una solución de dos Estados, socavará las posibilidades de una renovación de las negociaciones y perpetuará las graves violaciones existentes de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario”
Las resoluciones de Naciones Unidas, ignoradas por Israel bajo la excusa mantener su seguridad, exigen el retorno a las fronteras de 1967, antes de la Guerra de los Seis Días. El proceso de paz alentado por la ONU busca la solución de Dos Estados, es decir el eventual reconocimiento de Palestina como un Estado al igual de Israel. Sin embargo, la anexión de gran parte de Cisjordania llevaría a la atomización de los territorios palestinos y eventualmente a la anexión total, llegando así a la solución de Un Estado – sólo Israel.
La respuesta palestina
El 19 de Mayo el presidente palestino, Mahmud Abbas, declaró que ante la inminente anexión de los territorios palestinos a Israel:
“la Organización para la Liberación de Palestina y el Estado palestino a partir de hoy se liberan de todas las obligaciones en virtud de cualquiera de los acuerdos con los gobiernos de EEUU e Israel, incluidos los relacionados con la seguridad”.
Por estos acuerdos se entienden todos los comprendidos en el proceso de paz hasta la fecha, incluyendo a los Acuerdos de Oslo de 1993, el Protocolo de Hebrón de 1997 y el Memorandum del Río Wye de 1998
El proceso de paz de uno de los conflictos más prolongados de los siglos XX y XXI vuelve a foja cero en un instante. El incumplimiento por parte de Israel de sus obligaciones emanadas de las resoluciones de Naciones Unidas y los acuerdos de paz firmados en los últimos 30 años han llevado al fin del proceso de paz. Al retirarse Palestina de sus obligaciones, las facciones políticas extremistas, como Hamás, tendrán via libre para actuar en contra de la ocupación israelí. Justo en un momento en que Israel dice sentirse amenazado por Hezbollá en el norte y por la presencia iraní en Siria – con la que justifica sus bombardeos del territorio sirio.
En una muestra de unidad nacional, el 2 de julio, un miembro del comité central de Al Fatah, Yibril Rayub, y el vicepresidente de la oficina política de Hamás, Saleh Aruri, ofrecieron una conferencia de prensa conjunta llamando a la resistencia para proteger el proyecto de un estado palestino.
Es previsible un aumento de la violencia en Cisjordania y en Franja de Gaza en caso de realizarse la anexión. Pero es más difícil decir si crecerá en un conflicto regional como en otras ocasiones. Por otro lado, la fuerte reacción internacional muestra a un Israel aislado y sin sustento legal para su anexión. Esto puede funcionar para postergar la anexión hasta un momento más propicio, cuando la atención internacional se enfoque en otra crisis, pero no para desalentar a Israel de hacerlo.