Por Florencia Tursi Colombo
En las últimas semanas se dio una ola de protestas en Haití contra el gobierno como consecuencia del aumento de los combustibles, la inseguridad y el hambre.
El gobierno, que asumió el año pasado de manera provisional luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse, duplicó el precio de la gasolina. Al mismo tiempo, denuncian los manifestantes que hay desabastecimiento de combustibles y aumento de los alimentos.
Las manifestaciones piden la renuncia del presidente Henry. El pueblo haitiano vive una dramática situación caracterizada por el empobrecimiento, la desnutrición infantil y la inseguridad alimentaria.
Hubo también saqueos y vandalismo, por lo que el gobierno denunció que las protestas estaban lideradas por pandillas armadas. Lo que también le sirvió de excusa al gobierno para reprimir en un intento desesperado de mantener el orden en un país cuyo Estado es incapaz de garantizar seguridad.
En 2021, el asesinato del presidente Moïse, aceleró esa desintegración del Estado haitiano. Se ha desarmado toda estructura estatal, es decir, el Estado casi ni existe ya que no hay instituciones que funcionen y no hay representantes legítimos elegidos en elecciones democráticas.
De hecho, a comienzos del año pasado se habían dado una serie de manifestaciones reclamando una convocatoria a elecciones por parte del gobierno de Moïse, cuyo mandato estaba vencido.
Nada tuvieron que ver esas manifestaciones con el magnicidio. Por el contrario, el asesinato de Moïse estuvo en manos de mercenarios colombianos comandados desde el sur de EEUU. Pero el plan fue hecho por empresarios haitianos del sector energético que temían de las reformas que planteaba el gobierno. En el fondo lo que buscaban era cambiar la constitución para permitir la venta de los recursos naturales del país a empresas transnacionales.
Luego del asesinato asumió la presidencia Ariel Henry, encarnando un gobierno provisional que debía comprometerse con el llamado a elecciones. Pero esa convocatoria aún no sucedió. Henry mantiene la presidencia hasta el día de hoy.
Los actores políticos no han llegado a un acuerdo que logre encauzar la institucionalidad convocando a elecciones para la conformación de un gobierno democrático.
En ese contexto, y de la mano del aumento de la violencia, se dio una proliferación de pandillas y grupos criminales que se disputan el control territorial. Las bandas criminales bloquean y controlan las rutas y hasta los accesos a las plantas petroleras. Esas bandas violentas tienen hoy más poder que el gobierno.
Aunque, cabe señalar que la crisis no inició con el asesinato de Moise, la situación ya estaba presente. Desde el 2010 las bandas criminales tienen presencia y se disputan el territorio, y esto se recrudeció con la llegada del PHTK, partido político que gobierna desde 2012.
El impacto de distintos fenómenos naturales como el terremoto del 2010, también el terremoto del año pasado y el paso de la pandemia terminaron de configurar un escenario dramático.
Como consecuencia de este escenario, sumado a las manifestaciones de los últimos días, la OEA ha salido a proponer una nueva intervención militar. Pero la intervención militar de la comunidad internacional en años anteriores fue un fracaso ya que ha sido cómplice de los malos gobiernos, de los grupos armados, y del saqueo de los recursos del país.
En el Haití de hoy más del 70% de la población es pobre. La economía depende de los ingresos del exterior, centralmente del financiamiento otorgado por otros estados u organismos internacionales, y de las remesas que los familiares mandan del exterior.