Observatorio del Sur Global

Mirada Multipolar | África no está tan lejos

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Escribe: Sebastián Tapia

En un artículo anterior, titulado Geopolítica exterior argentina del Siglo XXI, propuse repensar la política exterior de la República Argentina en base a una serie de círculos con centro en Buenos Aires y con radio de 5.000 Km. La Zona 1, la más cercana que abarca a Sudamérica, es la más trabajada y donde más se enfoca la política exterior argentina. Sin embargo en la Zona 2, que abarca Centroamérica, la península Ibérica y África Occidental, esta última región no es tan tenida en cuenta. El siguiente artículo busca proponer algunas estrategias para acercarnos al África Occidental y fomentar el debate sobre nuestra inserción en el mundo post-COVID-19.

Literalmente no está tan lejos
El argentino considera naturalmente cerca a cualquier país sudamericano. Pero el primer continente que considera más próximo es Europa, y se siente particularmente cercano a España. Sin embargo, 10.039 Km separan a Buenos Aires de Madrid mientras sólo 6.865 Km nos separan de Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Un vuelo a Luanda, capital de Angola, son sólo 7.768 Km. Si quisiéramos ir a Abuya, capital de Nigeria, son 8.433 Km. La diferencia a Madrid son 1.600 Km, 300 Km más que ir de Buenos Aires a Trelew.
Por otro lado, la distancia con África no se mide en kilómetros, sino que es cultural. Los idiomas oficiales de estos países suele ser el francés, inglés o portugués, y los idiomas locales son totalmente desconocidos en Argentina. La población negra, que pudo haber servido como un enlace cultural con ese continente, fue diezmada e invisibilizada en nuestro país. La Argentina debe hacer un esfuerzo para encausar su cultura europeizada, de servil a las metrópolis europeas a puente antiimperialista hacia África.


¿Por dónde empezar?
Hay tres grandes países con los que la Argentina ya tiene relaciones y tienen un mercado considerable grande como para justificar el esfuerzo: Sudáfrica, Nigeria y Angola.

Hay que tener en cuenta que la hegemonía de este partido en gran parte se sustenta con el control de los medios de comunicación y la persecución de opositores que  se destaquen – por la fuerza de ser necesario.
Muchos podrían oponerse a mantener contactos con dicho país por considerarlo una dictadura. Ese es un tema que deben resolver los guineoecuatorianos. No nos planteamos este problema al mantener relaciones comerciales y diplomáticas con otros países de dudosa calidad democrática, por lo que no debería ser un problema. Además, la única manera en que la Argentina puede influir, si es que debe hacerlo, en un proceso hacia la democratización es involucrándose. Si no tenemos relaciones comerciales importantes, si no colocamos productos culturales que resalten los valores democráticos, no tendremos manera de influir en la democratización de ese país.

La desventaja de Guinea Ecuatorial como socio comercial en África es su pequeño mercado. La población ronda el millón y medio de personas. Es un mercado muy chico para valer el esfuerzo privado por exportar. En esto, el Estado debería ser el principal interesado en fomentar la interconexión comercial. Habría que pensar en Guinea Ecuatorial no como un mercado a conquistar, sino como la puerta de acceso al resto del continente. El establecimiento de “joint ventures” entre empresas argentinas y guineoecuatorianas podrían llevar los productos argentinos, vía Guinea Ecuatorial, a sus vecinos del golfo de Guinea, del oeste africano o incluso del centro del continente.

Por un enlace naval bicontinental
Por miles de motivos que exceden al de este ensayo, la Argentina debe recuperar su flota mercante nacional. Una forma de empezar el proceso de reconstrucción podría ser el establecimiento de una empresa naviera nacional que se dedique al transporte de productos argentinos a África.

Un buque de clase panamax tarda alrededor de 10 días en cruzar el Atlántico, lo que permitiría un viaje ida y vuelta al mes. El costo de mantener dicho buque es de unos 10 millones de dólares al año. Una empresa estatal podría mantener este vínculo, pequeño, pero necesario para abrir un mercado que podría transformarse en importante para la Argentina. También podría establecerse una empresa binacional, o multigubernamental, involucrando a los países interesados en ambas costas y compartiendo los costos. Incluso se puede comenzar contratando un barco de otra bandera, para luego encomendar a astilleros navales argentinos la construcción de barcos cargueros y así recomponer la industria naviera local.

Conclusión
No hay motivos que le impidan a los productos argentinos competir con los productos de otras latitudes por el mercado africano. Sólo nos falta construir el vínculo y facilitar el flete, tarea que debe recaer en el Estado Argentino. Recaer en el ámbito privado para abrir nuevos mercados es esperar un milagro. En el contexto de crisis post pandemia, cualquier empresario evitaría el riesgo de una tarea similar. El Estado no sólo puede hacer frente a la tarea, sino que puede obtener beneficios alternativos – como una mayor demanda en la industria naval, un aumento de la recaudación de derechos de exportación, etc.

Es verdad que no soy un experto en la región africana, por eso espero comentarios de aquellos que lo sean para una mejor evaluación de las posibilidades argentinas en la expansión de mercados en ese continente. El objetivo de esta serie de artículos es generar discusión sobre la política exterior argentina. Espero sus comentarios.

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