Por Florencia Tursi Colombo
Se acerca el Día Internacional de la Mujer y en América Latina se esperan movilizaciones multitudinarias en varios países.
El 8M es la jornada de visibilización de la lucha de las mujeres. Salimos a las calles para denunciar las desigualdades, exponer la violencia machista y reivindicar nuestros derechos y decisiones.
Un 8M en pandemia
Durante la pandemia del coronavirus se visibilizó la situación de las mujeres: el trabajo del hogar no remunerado, las violencias físicas y psicológicas y los femicidios que no cesaron.
En 2021 las movilizaciones del 8M se desarrollaron en ese contexto.
En Argentina, el pasado 8M nos convocó a celebrar el triunfo del aborto legal, seguro y gratuito aprobado por el Congreso en diciembre del 2020, sabiendo, al mismo tiempo, las luchas que aun tenemos que dar y las desigualdades y violencias que hay que cambiar.
En Brasil, las mujeres han sido las primeras en movilizarse contra Bolsonaro, incluso antes de que asuma como presidente. El año pasado, durante el 8M, volvieron a pedir su renuncia.
En Chile, miles de mujeres se concentraron en Plaza Italia, en el centro de Santiago, aunque la jornada terminó en violencia, luego de que un grupo de varones encapuchados intentara tirar la estatua de Baquedano, lo que desencadenó la represión de los carabineros.
En México, la movilización se convocó con el objetivo de pedir justicia para las víctimas de femicidio. Sin embargo no pudieron cumplir el fin de acercarse al Palacio Nacional ya que había sido vallado, esto provocó cierto malestar.
En Uruguay, las mujeres convocaron a un paro de 24 horas que tenía el objetivo de visibilizar la labor de las mujeres.
También hubo movilizaciones en Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Perú, entre otros.
Algunos datos
- Femicidios
En América Latina, según datos del Mapa Latinoamericano de Feminicidios elaborado por MundoSur, se contabilizaron 5432 femicidios en 2019, 4580 durante el 2020 y 2150 el año pasado. Si bien es cierto que hay una disminución en los femicidios, la violencia contra las mujeres permanece. Hay que tomar en cuenta también que los datos del estudio son parciales ya que no comprenden a todos los países de la región.
El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL señala que Honduras, República Dominicana y El Salvador tienen las tasas más altas de femicidios de América Latina.
- Trabajo no remunerado
La desigualdad laboral entre varones y mujeres se expresa de distintas formas. Una de ellas es el trabajo que realizamos las mujeres y que no es remunerado. Nos referimos al trabajo del hogar y las tareas del cuidado. Es una desigualdad que provoca dependencia económica ya que impacta en la dificultad de las mujeres para conseguir un empleo y poder mantenerlo porque debe conjugarse el trabajo doméstico y de cuidado con las horas “laborales”. También impacta en la desigualdad salarial porque, al no considerarse un trabajo remunerado, la labor de las mujeres no es pagada.
- Participación política
Aunque la participación política de las mujeres ha aumentado en los últimos años, aún no hemos alcanzado, en América Latina en su conjunto, la paridad respecto de los cargos en las cámaras legislativas y la participación de mujeres en los gabinetes presidenciales es baja.
Según los datos relevados por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, Cuba y Bolivia son los únicos países de la región que superan el 50% de representación de las mujeres en sus parlamentos, mientras que México, Nicaragua, Granada, Costa Rica y Argentina superan el 40%.
Respecto al poder ejecutivo, en América Latina, la única mujer que actualmente ocupa la presidencia del estado elegida por el voto popular es Xiomara Castro en Honduras.
Y en el Caribe, la recién independizada República de Barbados, es la única con una mujer a cargo del ejecutivo.
Históricamente han sido pocas las mujeres que acceden al cargo político electivo más alto, no llegan a las 10 mujeres, como Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quien fue electa en dos oportunidades y gobernó entre 2007 y 2015; Michelle Bachelet en Chile, también con dos períodos presidenciales, de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018; Dilma Rousseff fue electa presidenta de Brasil en 2011 y en un segundo período iniciado en 2015 pero impeachment del 2016 la sacó del cargo; y Laura Chinchilla fue presidenta de Costa Rica entre 2010 y 2014, por nombrar algunas.
No obstante, la participación de las mujeres en los gabinetes ministeriales es baja. Según los datos del Observatorio de la CEPAL, en América Latina y el Caribe hay un promedio de presencia de mujeres en los gabinetes del 28,5%.
La participación de las mujeres en los ministerios tiende a concentrarse en las áreas sociales, siendo escasa la presencia de mujeres en las áreas de planificación política y económica.
Reflexiones
El clima de época es la pandemia, lo viral.
Con el advenimiento de la pandemia y la necesaria reclusión por el coronavirus se pusieron de manifiesto otras “pandemias” ya existentes con anterioridad: la violencia machista enquistada en las casas, en la calle, en las instituciones, en el lenguaje, en la supuesta verdad; esa pandemia crece y arrasa sin parar.
Y el 8M viene a expresar que las políticas deben cambiar. No podemos seguir aceptando un sistema cómplice de la violencia.
El 8M propone una nueva agenda en donde la economía, las formas de consumo sean vistas desde una nueva óptica que incluya y respete a las mujeres porque esta forma de relacionarnos genera pobreza y desigualdad, afectando, sobre todo, a mujeres y niñes. Necesitamos una economía que tenga en el centro a la reproducción y el cuidado de la vida y el medio ambiente.
El 8M propone una nueva agenda en la que la justicia incorpore perspectiva de género, nuestros conceptos, nuestra forma de nombrar las violencias y nuestras experiencias y vivencias como verdades.