Por Federico Montero y Pablo Macia
La Izquierda ganó la segunda vuelta legislativa en Francia y el lepenismo cayó al tercer lugar.
Este domingo 7 de julio la izquierda congregada en el Nuevo Frente Popular (NFP) dio un batacazo al ganar la segunda vuelta en las elecciones legislativas en Francia. El espacio que congrega a La Francia Insumisa de Jean-Luc Melénchon, al Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Comunista a obtenido según el escrutinio provisorio entre 177 y 192 diputados mientras que el partido oficialista de Emmanuel Macron, Juntos por la República, alcanzaría entre 152 y 158 legisladores y Agrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella obtendrían entre 138 y 145 bancas. El cuadro se completa con los entre 63 y 67 diputados de Los Repúblicanos, el partido de la derecha tradicional heredero de Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy y otros bloques menores. La participación electoral se estimó en casi un 60%, un porcentaje alto teniendo en cuenta el 38% alcanzado en la última elección del 2022.
Ninguna de las fuerzas políticas ha alcanzado la mayoría absoluta de 289 diputados necesarios para elegir al nuevo primer ministro, pero tanto Jean Luc Mélenchon de la Francia Insumisa como Olivier Faure del Partido Socialista afirmaron que el lugar le corresponde a la izquierda y que no negociarán el programa de gobierno. Ambos líderes definieron la elección como la victoria de una alternativa entre el neoliberalismo de Macron y el fascismo de Le Pen-Bardella. Por lo pronto el primer ministro de Macron, Gabriel Attal anunció su renuncia y quedará a disposición del presidente mientras que se desarrolle la resolución de su reemplazante.
Dentro del Frente Popular de la Izquierda, quien más diputados obtuvo fue la Francia Insumisa, seguido por los socialistas, los verdes y el PC. El problema es que los centristas de Juntos por la República de Macron, consideran al a fuerza de Mélenchon como de ultraizquierda y en principio no estarían dispuestos a darle los votos a un candidato de esa expresión. En ese marco, la nueva Asamblea Nacional continuará manteniendo los problemas de la anterior, en la que se hacían difíciles los acuerdos para emitir leyes y un programa de gobierno.
Para revertir los resultados de la primera vuelta en la que la Agrupación Nacional de Le Pen alcanzó el primer puesto, el NFP decidió bajar a sus candidatos en aquellas circunscripciones donde quedó tercero, a fin de contribuir a la polarización frente al lepenismo. El partido de Macron no fue tan consecuente en bajar sus candidatos en los distritos donde quedó tercero, al negarse a hacerlo en los lugares donde la disputa se daba entre la Agrupación Nacional y el candidato de La Francia Insumisa. Estas pujas hicieron mella en la campaña y también amenazan con mantenerse en la conformación del nuevo gobierno.
Mientras tanto, desde el lepenismo denuncian la connivencia de Macron con la Izquierda y postulan que la victoria de su espacio simplemente se ha aplazado para las próximas elecciones. Las presidenciales se desarrollarán en el 2027 y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen especula con una victoria en esa contienda frente a la difícil situación en la que Francia quedaría con una cohabitación entre el centro de Macron y la Izquierda del NFP.
En efecto, Macron obtuvo un duro revés en las elecciones parlamentarias europeas, lo que precipitó la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones. Pero si bien logró que no ganase el lepenismo en las elecciones, quedó debilitado en cuanto a sus propios legisladores, y continuó creciendo la polarización entre las expresiones más radicales de la izquierda y la derecha. Ambas fuerzas lograron capitalizar mejor el descontento social del que responsabilizan a Macron por su programa neoliberal de austeridad, que tuvo entre sus principales hitos el de aumentar la edad jubilatoria, el aumento de combustibles y otras medidas que detonaron masivas protestas sociales. En este escenario conflictivo y plagado de contradicciones se desplegará el nuevo gobierno en conformación.
El Laborismo arrasó en el Reino Unido y retoma el gobierno luego de 14 años.
El 4 de julio se llevaron a cabo las elecciones generales en el Reino Unido, en las que el Partido Laborista obtuvo 412 escaños, 214 más que en la última elección del 2019, mientras que los conservadores perdieron 252 diputados quedando con tan sólo 121. La contundente victoria laborista permitió sobrepasar largamente el umbral de los 326 diputados de los 650 con que cuenta la cámara para la coronación de su líder Keir Starmer como primer ministro luego de 14 años de predominio conservador.
Starmer, abogado de 62 años, cuyo nombre es homólogo al del fundador del laborismo, Keir Harder, se define como representante de la clase trabajadora en contraste con los conservadores y en especial con Rishi Sunak quien fue el primer ministro más rico hasta el momento. El nuevo primer ministro surgió como líder del partido luego de la derrota laborista del 2019 a manos de Boris Johnson, que determinó la debacle de Jeremy Corbyn al frente del partido, acusado de mantener una postura ideológica radical de izquierda.
Pero el escenario cambió drásticamente desde aquel entonces ya que si el brexit era el eje central del debate, de lo que se trata ahora ya consumado es de resolver la situación económica de la población, atravesada por los altos costos de los alquileres, la energía, el deterioro del sistema de salud pública y la inmigración, entre otras cuestiones. Los expertos económicos resumen todas estas problemáticas en la falta de crecimiento económico con la que cuenta el país desde hace años, y que solamente puede revertirse o con un aumento de impuestos, o con mayor endeudamiento o con un mix de ambas medidas. Es por ello que el programa del laborismo, se ha centrado en crear un impuesto al IVA en las escuelas privadas para financiar la educación pública de calidad para todos. También se propone crear una empresa pública de energía limpia, financiada con el impuesto a las ganancias inesperadas del petróleo y el gas.
Por otro lado, el laborismo plantea una reactivación económica a partir de la reconversión de la infraestructura pública y la creación de 1,5 millones de nuevas viviendas que permitan descomprimir al mercado inmobiliario y presenten oportunidades para las familias que quieran acceder a la vivienda propia. En cuanto al sistema de salud también pretenden mejorar el servicio de atención, con 2 millones de nuevas atenciones adicionales para bajar los tiempos de espera. La propuesta va desde mejorar el pago de horas extras a contratar más profesionales de la salud en un rubro donde son recurrentes las huelgas por mejores salarios y condiciones de trabajo. El partido laborista también aclaró que encarará la crisis migratoria desterrando el plan Ruanda impulsado por los conservadores, y que pretendía deportar a los inmigrantes ilegales a ese país, contraviniendo las leyes internacionales.
Por último, en materia internacional, si bien Starmer afirmó que no volverá a discutir el brexit, sí se manifestó en favor de mejorar las negociaciones con el Bloque Europeo, distendiendo las relaciones con Bruselas. Además, planteó la continuidad del apoyo militar a Ucrania y la negativa a discutir la soberanía de la Argentina en las islas Malvinas. La política imperialista británica ocupa las islas argentinas desde 1833 y usufructúa sus bienes naturales en su favor, tales como la pesca y el petróleo off shore.
El laborismo tendrá grandes desafíos para encarar la crisis económica y social que vive el Reino Unido, pero también cuenta con una excepcional mayoría parlamentaria para realizar las transformaciones prometidas. A partir de ahora se pondrá en juego el capital político del primer ministro en una época en la que la ciudadanía ha perdido la paciencia y la esperanza.
En la República Islámica de Irán ganó el candidato reformista Masud Pezeshkian en segunda vuelta.
El viernes 5 de julio se desarrolló la segunda vuelta en las elecciones presidenciales en la República Islámica de Irán, en las que el candidato reformista Masud Pezeshkian alcanzó la victoria con 16,4 millones de votos frente al ortodoxo Said Yalili, con 13,5 millones de electores. Así, a partir del 21 de julio Pezeshkian asumirá como noveno presidente de la república desde la revolución islámica de 1979.
En su campaña el nuevo presidente propuso reformas económicas como la eliminación de subsidios a los combustibles y otros mecanismos desregulatorios pro mercado. También se ha pronunciado en contra del uso del hiyab, velo que cubre el pelo y el cuello de las mujeres y que provocó la detención y posterior muerte de Mahsa Amini en 2022 desplegando movilizaciones de protesta en todo el país. Por último, también promueve la liberación de restricciones en el uso de internet, la representación de minorías étnicas en su gobierno y una propuesta de retomar los acuerdos nucleares con occidente a cambio de la eliminación de sanciones.
El triunfo de Pezeshkian fue caracterizado como una exigencia hacia una apertura de sectores sociales dentro de la revolución islámica, pero más allá de algunas expectativas de occidente, se encuentra dentro de los marcos de la constitución que reconoce como el Líder de la Revolución Islámica de Irán, al ayatolá Seyed Ali Jamenei. En efecto es él junto al Consejo Supremo, compuesto por los representantes de los tres poderes del estado más el jefe de las fuerzas armadas y el cuerpo de guardianes de la revolución islámica quienes determinan la política exterior del país y las políticas de defensa de la revolución. Es ese marco de definición política es donde se juegan las relaciones internacionales del país, en un contexto geopolítico agudizado por el conflicto palestino-israelí y la avanzada de Tel Aviv en Gaza, y en el que Teherán mantiene una autonomía estratégica con occidente y una influencia en Asia, articulando relaciones con Rusia, China y los países emergentes del BRICS.
Así las cosas, la supuesta apertura del nuevo presidente no parece ser tan profunda como pretenden las potencias occidentales. Sin embargo, posiblemente aumenten las presiones y los incentivos hacia la sociedad civil para impulsar una nueva “revolución de colores” como las que occidente impulsó en muchos países árabes para que la población se rebele frente a sus gobiernos.
Se desarrolla la 64° Cumbre del MERCOSUR con el faltazo de Javier Milei
Este domingo 7 de julio se desarrolló la Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común en la que participaron los cancilleres de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia como nuevo estado miembro y que es la antesala de la cumbre de presidentes de este lunes, en la que Javier Milei desistió de participar.
El presidente argentino continúa provocando a Luiz Inácio Lula Da Silva, no sólo al negarse a ofrecer una disculpa por las provocativas palabras hacia su figura sino además por manifestarse a favor de Jair Bolsonaro, acusado de intentos golpistas tras perder las elecciones en 2022 y dejar su mandato en enero del 2023. Este fin de semana Milei viajó a Brasil para reunirse con Bolsonaro y participar de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) que reúne a los referentes de las derechas radicales de distintos países.
En su característica alocución orientando sus cañones hacia el socialismo y la justicia social, Milei atacó esta vez al gobierno de Bolivia, el nuevo integrante del MERCOSUR, al afirmar que el levantamiento militar del 26 de junio fue un autogolpe impulsado por el presidente Luis Arce. De esta manera, Milei continúa dinamitando los puentes con los presidentes de América Latina: Brasil, Bolivia y Chile dentro del Bloque, pero también con Colombia, México, Venezuela y otros países fuera de él. Con esta ofensiva Milei intenta desgastar los marcos de integración regional en favor de lo que parece ser una estrategia panamericanista de libre comercio al estilo ALCA. El problema es que Argentina tiene a Brasil como su principal socio comercial mientras que Estados Unidos tan sólo puede requerir del país la extracción de minerales como el litio o hidrocarburos bajo un modelo extractivista de escaso valor agregado.
Mientras tanto, la entrada de Bolivia al MERCOSUR le permite a Brasil adoptar un nuevo socio en la estrategia de integración, luego de años en los que el bloque estuvo paralizado por las desavenencias entre sus cuatro socios fundantes. Fueron 9 años los que tardó el país para completar su adhesión plena al bloque, mientras que Colombia, Chile, Ecuador y Perú permanecen aún como estados asociados. La estrategia de integración y complementación productiva de estos países continúa siendo la vía para el desarrollo regional con mayor valor agregado y justicia social, pero las divergencias políticas entre los presidentes del bloque parecen obturar esta estrategia de mediano y largo plazo.