por Jorge Taiana¹
A 30 años de la creación del MERCOSUR resulta oportuno analizar algunas de las políticas que permitieron avances importantes, así como aquellas que significaron un retroceso en el proceso de integración regional. En un contexto de cambio a nivel global, donde la pandemia ha obligado a los países a cerrar sus fronteras, la escasez de vacunas ha mostrado la crudeza de la desigualdad y el sistema multilateral se encuentra virtualmente paralizado, es importante repensar las estrategias y políticas necesarias para avanzar en la consolidación y profundización del proceso de integración regional.
En sus inicios el MERCOSUR estuvo signado por el paradigma económico hegemónico de la década del noventa, centrándose en la administración de los flujos comerciales y los conflictos derivados de ellos en distintos sectores económicos. Esta visión “mercantilista” y limitada de la integración fue modificándose a partir del surgimiento de nuevos liderazgos regionales a comienzos de este siglo. Es así que se revalorizó al MERCOSUR como un camino para alcanzar el desarrollo de los países miembros, a la vez que se fue evolucionando hacia una visión multidimensional del proceso de integración.
A lo largo de esos años, se produjeron importantes avances en materia económica, social y política, con la inclusión de nuevos miembros, a la vez que se alcanzó una buena articulación entre los países en decisiones geopolíticas trascendentes para la región.
A partir del cambio de paradigma en la región y del claro liderazgo de los Presidentes Kirchner y Lula, el MERCOSUR fue concebido como una herramienta estratégica a la hora de delinear la política nacional, regional, hemisférica y global.
En el plano económico se trabajó para que el MERCOSUR potenciara las políticas nacionales de estímulo al aumento de la capacidad productiva nacional y la competitividad. Se pasó de un enfoque de integración exclusivamente comercial a otro de cooperación y de integración productiva que fomentara la complementariedad entre las cadenas de valor regionales.
Con el objetivo de reducir las asimetrías entre los países miembros del MERCOSUR, se creó el Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM), donde por primera vez se reconoce de manera institucional la necesidad de achicar la brecha entre los países para poder avanzar en el proceso de integración.
Un paso importante en el camino de profundización del proceso de integración fue la creación del Parlamento del MERCOSUR, firmado en el año 2005 por los Presidentes y Ministros de Relaciones Exteriores de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Instituciones como el Parlamento del Mercosur son fundamentales, ya que garantizan las voces de los pueblos del Mercosur. De la misma manera, el Instituto Social del Mercosur (ISM), el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH), el Foro Consultivo Económico y Social (FCES), el Foro Consultivo de Ciudades y Regiones (FCCR) y numerosas reuniones que integran el organigrama institucional muestran la existencia de un proceso vasto que se enriquece y nutre de amplias y diversas visiones.
En el año 2008, con el comienzo de la crisis financiera-económica mundial, el proceso de integración experimentó un amesetamiento por la caída del precio de las commodities y la pérdida de impulso de las economías de la región, que afectó especialmente a Brasil, nuestro principal socio comercial. Esta desaceleración condujo a los gobiernos a focalizarse en los aspectos comerciales del proceso de integración desde una perspectiva defensiva, creando algunas trabas y barreras dentro del bloque.
En años recientes, el MERCOSUR volvió a ser blanco de críticas y de políticas que apuntaron a un claro debilitamiento institucional con el objetivo de reducir el proceso de integración a una zona de libre comercio.
Se trató de una decisión equivocada porque en un mundo multipolar en conformación, con una fuerte concentración y extranjerización de las economías de los países, una de las prioridades debería ser darle nuevo impulso a la integración regional mediante políticas que permitan identificar y fomentar las complementariedades sectoriales, cooperar y coordinar en materias tan importantes como infraestructura, energía, ciencia y tecnología, desarrollo nuclear y espacial, protección de los recursos naturales y del medio ambiente, así como avanzar en la consolidación y profundización de la institucionalidad del MERCOSUR
Hoy el mundo sufre la crisis más grave del capitalismo a nivel global por la aparición de una pandemia que ha modificado las relaciones entre los países y ha reducido a su mínima expresión los movimientos de personas y productos, ha trastocado las relaciones de poder y ha evidenciado la necesidad imperativa de fortalecer un sistema multilateral que brinde respuestas efectivas ante el avance de problemas globales. Y es en este contexto que la mejor vía para favorecer nuestra inserción internacional, reafirmar y defender nuestros intereses como país es la consolidación del MERCOSUR y de los procesos de integración regional en marcha.
La región cuenta con una gran ventaja que es la abundancia de materias primas que son elementos valiosos para nuestra inserción internacional y que deben ser aprovechados. Es necesario que el MERCOSUR adopte una estrategia común de mediano y largo plazo que nos permita lograr un desarrollo sostenible, pero este objetivo solo puede ser alcanzado a través de la cooperación en materia de protección del medio ambiente, de los recursos no renovables y del desarrollo de cadenas productivas que permitan generar valor agregado a partir de nuestros recursos naturales.
Además, es necesario trabajar sobre las asignaturas pendientes en el MERCOSUR en materia de cooperación científico-técnica, infraestructura, educación, salud, energía, defensa, creación de cadenas de valor regionales e integración productiva. En este sentido, la generación de valor agregado, la investigación y transferencia tecnológica deben ser ejes fundamentales de la integración porque nos permitirán la diversificación de la producción y de la oferta exportadora.
En un mundo inestable, con cambios trascendentes en el sistema económico y financiero y la emergencia de nuevos centros de poder, una vez más debemos trabajar para profundizar el proceso de integración. Un MERCOSUR fuerte es una condición necesaria para favorecer el desarrollo de nuestros países, a la vez que nos permitirá potenciar nuestra voz en este nuevo escenario internacional.
Hoy más que nunca, los que creemos que la única posibilidad de desarrollo sustentable radica en la integración regional, debemos multiplicar nuestros esfuerzos para que el debate por la integración y la lucha contra la pérdida de autonomía sea una tarea que se coordine entre las distintas fuerzas sociales, económicas y políticas que aspiramos a una región en paz, justa, libre, soberana e integrada.
¹ Senador Nacional, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, ex Canciller de la República Argentina.