por Sebastián Tapia
El domingo 15 de Noviembre el pueblo moldavo eligió una nueva presidenta. Todo indica que Maia Sandu llevará adelante un cambio importante en las relaciones de Moldavia con sus vecinos, lo que podría alterar el equilibrio geopolítico de la región. Otro capítulo más en el enfrentamiento entre Rusia y la Unión Europea por la influencia en el espacio post-soviético.
Las elecciones
La primer vuelta de las elecciones presidenciales moldavas, el 1ro de Noviembre, terminaron con dos de los ocho candidatos yendo a ballotage. Maia Sandu logró el 34,62% y el actual presidente, Igor Dodon, el 33,91% de los votos. Esto no impidió que Sandu denuncie fraude, especialmente por la participación de votantes de Transnistria y sobornos a votantes. Sin embargo, no hubo inconvenientes para la realización de la segunda vuelta electoral.
Sandu negoció el apoyo del tercer candidato más votado, Renato Usatii, basándose en los puntos que compartían en sus plataformas: “liberarse de la corrupción, castigar a los ladrones y liberar el país de Dodon” – según palabras de Sandu. Esto le permitió obtener el 57,75% de los votos y ganar la presidencia.
A pesar de las quejas de Dodon de “un número inaudito de violaciones” durante las elecciones y de que afirmó que presentará recursos contra los resultados de la votación ante la Comisión Electoral Central, la Sala de Apelaciones y el Tribunal Constitucional, finalmente aceptó la derrota y confirmó que la ceremonia de investidura se celebrará entre 24 y 25 de diciembre.
Rápidamente le llegaron felicitaciones. “Espero que su actividad como jefa de Estado contribuya a un desarrollo constructivo de las relaciones entre nuestros países”, dijo el presidente de Rusia, Vladímir Putin. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que “su victoria es un llamado a la lucha contra la corrupción y el restablecimiento del respeto a la supremacía de la ley; es un camino hacia la prosperidad; la UE está dispuesta a apoyar a Moldavia”
El proyecto de Sandu
La flamante presidenta estudió administración en la Academia de Estudios Económicos de Moldavia, se especializó en relaciones internacionales en la Academia de Administración Pública de Moldavia y se graduó del Escuela de Gobierno John F. Kennedy en la Universidad de Harvard en 2010. Tras ser asesora del Director Ejecutivo del Banco Mundial en Washington, D.C. fue ministra de educación de Moldavia. Fundó el Partido de Acción y Solidaridad y fue candidata a presidenta en las elecciones del 2016.
Sandu incluso llegó a ser primer ministro del gobierno de Dodon, de Julio a Noviembre de 2019, por lo que no parecería tener tantas diferencias con el actual presidente. Sin embargo, hay un punto en el que difieren ampliamente: las relaciones internacionales.
Dodon promueve el acercamiento de Moldavia a la esfera de interés rusa, incluso llegó a incorporar a Moldavia como miembro observador de la Unión Económica Euroasiática, a pesar del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea firmado en 2014. En cambio, Sandu busca retomar el camino de la integración con la Unión Europea.
¿Integración, Unión o Independencia?
Este es el dilema que ha partido a la sociedad moldava desde el fin de la Unión Soviética. Por un lado, están aquellos que, como Dodon, quieren mantener a Moldavia como Estado independiente y con una política exterior alternando entre el bloque europeo y la influencia rusa. Por el otro, aquellos que ven el futuro de Moldavia junto al proyecto europeo. Éstos se dividen en dos grandes grupos: los que quieren integrarse a la Unión Europea como un miembro más y los que buscan la unión de Moldavia con Rumania, para poder ingresar a la Unión Europea.
Es de esperar que Sandu continúe con la línea de integración a la UE que llevaron los presidentes anteriores a Dodon. Pero el temor de aquellos que no la votaron surge a partir de su posición personal a favor de la unión con Rumania. Esta posición es compartida por sólo un tercio del pueblo moldavo, por lo que no se cree que pueda llevarse a cabo pronto, pero comienza a levantar sospechas – especialmente en la región de Trasnistria.
El polvorín en el río Dníester
Hay dos regiones en Moldavia que no comparten la lengua, tradición y etnia con Rumania. Una es la Unidad Territorial Autónoma de Gagauzia se encuentra al sur y su población es de origen túrquico y su idioma oficial es el gagaúzo, aunque el ruso es el idioma más frecuente. La otra es la República Moldava Pridnestroviana, más conocida como Transnistria.
Mientras se disolvía la Unión Soviética, los independentistas moldavos publicitaron su intención de unirse con Rumania. Esto llevó estas regiones a declararse independiente. El conflicto por la independencia de estas regiones fue resuelto de forma pacífica con Gagauzia, que aceptó un alto nivel de autonomía dentro de Moldavia, pero con Transnistria se recurrió a la fuerza. El conflicto armado terminó en Julio de 1992 tras la intervención de las tropas rusas que se encontraban en la zona desde la época de la Unión Soviética.
El conflicto por la independencia de Transnistria está congelado desde entonces. La región cuenta con su propio gobierno, que no mantiene relación con el gobierno moldavo, y su propia moneda. No es reconocida por otros Estados, salvo por Osetia del Sur y Abjasia (que a su vez son reconocidos por sólo 5 estados) y por Nagorno Karabaj (que no es reconocido por nadie).
Las tropas de paz rusas que se encuentran en Transnistria desde 1992 continúan allí para resguardar una serie de almacenes de armamentos que pertenecían a la URSS. En caso de dejar la región, este armamento podría caer en manos del gobierno de Trasnistria y desestabilizaría el status quo con Moldavia. Por otro lado, las tropas no pueden abandonar la región porque Ucrania les niega el derecho de paso desde la reincorporación de Crimea a la Federación Rusa.
Al igual que Crimea en 2014, el gobierno de Transnistria pidió a la Duma de Rusia elaborar mecanismos legales para permitirle integrarse en la Federación de Rusia. El gobierno ruso no lo permitió, a pesar de contar con el antecedente del referéndum de 2006, en el que el 97.2% de los votos fueron favorables a integrarse en Rusia.
El mechero en manos de Sandu
Y es aquí donde radica la posibilidad de desestabilización de la región. El gobierno de Dodon y el Servicio de Inteligencia Exterior ruso suponían que el proceso de desestabilización comenzaría con una “revolución de color” en estas elecciones. Sin embargo, no les fue necesario recurrir a eso, ya que contaban con el voto popular. Queda en la responsabilidad del gobierno de Sandu elegir el camino de su política exterior que sea más beneficioso para Moldavia y más estable para sus vecinos.
Ella acepta que está dispuesta a mantener buenas relaciones con Rusia mientras recorre el largo camino para el acceso a una Unión Europea que está poco interesada en adquirir nuevos miembros. Pero de perseguir la unificación con Rumania, reactivaría el conflicto en Transnistria. Y el inicio de una nueva guerra en la región, en la frontera de una región caliente como es Ucrania, sólo ayudaría a la desestabilización de la frontera rusa. Tal vez así se cumpla el plan de la RAND Corporation para sobreextender la presencia de Rusia y facilitarle la competencia hegemónica a Estados Unidos.