Newsletter Perspectiva Latinoamericana
Ante el desvanecimiento del “modelo chileno” en un mar de protestas, la inestabilidad institucional por corrupción en Perú, la violencia interminable en Colombia, el desguace del estado brasileño y la imposibilidad de sortear la crisis del COVID-19 sin gran cantidad de muertes en todos estos estados, a la derecha regional sólo le queda una esperanza – el Uruguay de Lacalle Pou. Veamos cómo logró unificar a la oposición al Frente Amplio en una Coalición Multicolor y cómo busca cambiar el panorama político uruguayo.
Las elecciones
En primer lugar comencemos con la elección del año pasado. El 27 de octubre de 2019 se llevó a cabo la primera vuelta de las elecciones nacionales que arrojaron como resultado los siguientes números: en primer lugar con el 39% de los votos se posicionó el Frente Amplio, en segundo lugar con el 28% el Partido Nacional, el 12% para el Partido Colorado y el 11% para Cabildo Abierto.
Este resultado no permitió que ninguna fórmula presidencial pudiera obtener la victoria en primera vuelta, lo que obligó a realizar el ballotage. Frente a este resultado es que el Partido Nacional impulsó lo que se conoció como el “Acuerdo por el País” que establecía una agenda programática con diversos puntos, incluyendo un acuerdo de gobierno entre los partidos de la oposición que se comprometieron en ella. De esta manera, la mayoría de los partidos de la oposición (Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente) apoyaron la candidatura de Lacalle Pou para que pudiera acceder a la Presidencia de la República y conformaron la denominada Coalición Multicolor.
Así fue que se llegó a la segunda vuelta realizada el 24 de noviembre. Los resultados dieron una victoria ajustada al candidato del Partido Nacional con el 48,8% de los votos contra el 47,3% del Frente Amplio. Una diferencia menor a cuarenta mil votos logró poner fin a la continuidad de los gobiernos frenteamplistas.
La Coalición Multicolor, con Lacalle Pou a la cabeza, logró construir una agenda electoral que le permitió alcanzar la victoria. La victoria de Lacalle Pou puede plantearse desde la capacidad de articular a la oposición junto con la construcción de una agenda electoral que pudiera tomar los temas instalados y no desde una visión en la que la derrota electoral del Frente Amplio muestra un rechazo pleno por parte de la ciudadanía uruguaya, dado que los números de la elección fueron muy ajustados
La campaña
Durante la campaña electoral hubo dos temas que impulsaron la agenda y que terminaron beneficiando a la hora de votar a la Coalición Multicolor.
Uno es la inseguridad, quizás la temática más compleja para los sectores progresistas de la región donde muchas veces las posturas no son determinantes o donde ni siquiera se busca hablar del tema. No es ninguna novedad que la derecha utiliza esta problemática como caballo de batalla para todas las campañas electorales a través de un discurso de mano dura y represión, lisa y llanamente.
Durante el 2018, según un informe presentado por el Ministro del Interior y el Director Nacional de la Policía, los asesinatos aumentaron un 45% y los robos violentos un 53% con respecto al año anterior. Estos datos fueron utilizados por la coalición opositora, que hizo un claro énfasis en la solución a esta problemática, y así lo plasmaron en el sexto ítem del Acuerdo por el País. Esta cuestión, bien aprovechada en campaña, alude a conceptos que la derecha toma la mayor cantidad de veces que puede en su agenda, que son el orden y el respeto por la autoridad. Así es que se propuso declarar la emergencia en seguridad, el combate total contra el narcotráfico, la defensa al personal de seguridad en cuanto a plantear la presunción simple de la legítima defensa y hasta la construcción de una cárcel de máxima seguridad.
A esta temática le siguió la cuestión económica. Uruguay mantuvo un crecimiento ininterrumpido durante dieciséis años que permitió que ese tema no fuera central en la discusión electoral de años anteriores, sin embargo, en 2019 no pasó lo mismo. Durante 2018 la economía creció menos de lo esperado y en 2019 prácticamente no creció, esto se debió en parte por la dependencia en términos económicos que Uruguay tiene con la región. Destaquemos que sus dos países vecinos, tanto Argentina como Brasil, sufrieron fuertes devaluaciones en estos dos años.
Así es como estos dos temas se volvieron agenda en plena campaña electoral y fueron muy bien canalizados por la propuesta electoral de Lacalle Pou. Bajar el déficit fiscal, una administración “inteligente” que identifique ineficiencias permitiendo ahorrar, reducción del personal estatal, entre tantas otras propuestas que nos resultan familiares en este tipo de discursos.
Con un margen de victoria tan pequeño por parte de Lacalle Pou, luego de quince años ininterrumpidos de gobiernos frenteamplistas y con una agenda que no sale de lo ordinario en comparativa respecto a las de los demás países latinoamericanos; podemos analizar que el escenario del ballotage Martinez-Lacalle Pou tuvo sus puntos de contacto con un ballotage similar al que se dio en Argentina en 2015 entre Macri y Scioli, que lejos de vaticinar el fin de un movimiento político, representó una necesidad por parte de la ciudadanía de obtener simplemente un “cambio” de gobierno que pudiera atender a esas demandas canalizadas en la agenda pública.
Si comparamos los números de las últimas elecciones veremos que el Frente Amplio logró mantener una cierta cantidad de votos y que el bloque de centroderecha también hizo lo mismo, por lo que no se podría plantear un giro a la derecha por parte de la ciudadanía uruguaya. En el ballotage del 2014, el Frente Amplio recibió 1.241.568 (56,50%) frente a 955.741 (43,50%); y en el último ballotage de 2019, los resultados fueron 1.152.271 votos (49,21%) para el Frente Amplio y 1.189.313 (50,79%) para el Partido Nacional)
El candidato “joven”
Ahora bien, ¿Quién es Luis Lacalle Pou? Construyó su imagen ante el electorado como algo nuevo. Sus cuarenta y seis años frente a la edad de los demás candidatos a presidentes, lo mostraban como un perfil joven que permitía la posibilidad de oxigenar las filas del Partido Nacional pero también de la política en general.
En el caso de Daniel Martínez candidato a presidente del Frente Amplio que con sesenta y dos años distaba mucho de mostrarse como algo joven, e incluso si analizamos los dos dirigentes frenteamplistas más importantes, por el hecho de haber sido presidentes, veremos algo similar. Tabaré Vázquez con sus ochenta años y José Mujica con sus ochenta y cinco.
Lo mismo se puede apreciar en el Partido Colorado, que además de haber tenido una caída electoral importante en todas las elecciones desde 2009, su candidato Ernesto Talvi también superaba los sesenta años.
Esto no implica una cuestión valorativa a la edad, donde se pueda plantear que si uno es más joven, es mejor. Pero sí, el recambio generacional es un factor que influyó en la victoria del Partido Nacional a manos de Lacalle Pou y su coalición Multicolor. Así, con su perfil joven frente a los demás candidatos, Lacalle Pou es presentado en los medios como el “Macri uruguayo”; veremos qué suerte corre este Macri en comparación con el original.
Gobierno multicolor
El primero de marzo del 2020 asumió como Presidente de la República Oriental del Uruguay, construyó un gabinete que representa el conjunto de la Coalición Multicolor y entre los que se destacan algunas figuras.
Irene Moreira está a cargo del Ministerio de Vivienda, la senadora es además esposa de Guido Manini Ríos quien fuera candidato a presidente en 2019 por Cabildo Abierto y luego electo senador.
También aparece dentro del gabinete el senador Jorge Larrañaga, quien salió en tercer lugar en la interna presidencial del Partido Nacional y también impulsó el plebiscito “Vivir sin miedo”. Este plebiscito proponía cuatro ejes principales: la creación de una Guardia Nacional conformada por miembros de las Fuerzas Armadas; exigencia en el cumplimiento de las penas, evitando salidas anticipadas por delitos graves; la posibilidad de la cadena perpetua; y la autorización para realizar allanamientos en la noche por parte de las Fuerzas de Seguridad, hecho que está prohibido por la Constitución Nacional. El plebiscito si bien no fue aprobado, obtuvo a favor el 46% de los votos, lo que muestra cómo la problemática de la inseguridad es un tema que preocupa a la ciudadanía uruguaya.
También aparece la figura de Ernesto Talvi que el primero de marzo fue nombrado Canciller de la República y que en las elecciones del 2019 había sido el candidato a presidente por el Partido Colorado. Sin embargo, meses más tarde, luego de discutir con el Presidente Lacalle Pou ante la voluntad del ejecutivo de declarar al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela como una dictadura, Talvi decidió presentar su renuncia por no estar de acuerdo. Si bien esto no representó una fractura de la Coalición Multicolor, hay una cuestión que vale la pena mencionar. Dos semanas después de su renuncia como Canciller, Talvi también decidió renunciar a su banca como senador y alejarse de la política. Parece ser que no pudo hacer pie frente a la estructura de la política tradicional y decidió renunciar.
Lo que hoy no parece ser una fractura de la Coalición Multicolor para el gobierno, ya que el liderazgo del Partido Colorado volvió virtualmente hacia el ex-presidente Sanguinetti, puede representar una problemática en el futuro de los colorados. Desde el 2009 sufren una decadencia electoral y Talvi logró atraer a la mayoría del electorado colorado lo que se planteaba como una esperanza para el espacio Ciudadanos (que fue fundado por Talvi) como un futuro crecimiento para el partido.
¿Qué le espera a Uruguay?
El futuro para Uruguay parece de mediana certidumbre. La Coalición Multicolor logró aprobar una Ley de Urgente Consideración, que se denomina mediaticamente ley ómnibus por su extensión en los artículos y temas a tratar, y ya que su tiempo de debate es de noventa días, la oposición no alcanza hacer frente para discutir todos los temas.
Lacalle Pou, al igual que todos los gobernantes de la región, deberá sortear la pandemia de la mejor manera posible. A su vez deberá tratar de realizar las transformaciones que desea llevar adelante, intentando que su coalición coopere de la mejor manera y con el desafío de que esta no se fracture ni se vaya por izquierda ni por derecha. No parece estar yéndole mal, según la última encuesta de Equipos Consultores, 59% de los uruguayos aprueban su desempeño, mientras que 20% tiene opiniones intermedias y otro 20% lo desaprueba. Si bien hay un descenso con respecto a la aprobación en el mes de julio, del 63% al 59%, no dejan de ser buenos números para los primeros meses de gobierno.
Sin embargo, hay algunos desafíos en el horizonte político. Por un lado, la cuestión del Partido Colorado que deberá reconquistar a su electorado que viene en declive hace más de diez años. Por otro, está el Frente Amplio que debe sortear las dificultades de convocar nuevamente a la ciudadanía uruguaya y que pueda plantear un recambio generacional. En septiembre se realizarán las elecciones municipales y el Frente Amplio debe mantener su bastión que es la ciudad de Montevideo.
Por último, la cuestión de Cabildo Abierto, un partido de derecha al estilo bolsonarista que obtuvo un 12% de los votos en la elección del 2019. Por lo que no hay que dejar de prestarle atención a un partido que plantea el desafío de ser disruptivo dentro el sistema político o no ser más que un evento coyuntural que el propio sistema uruguayo siempre ha contrarrestado.
Dependerá del sistema político uruguayo saber mantener esa política de acuerdos y sin sobresaltos que lo caracterizó a lo largo de su historia o sufrirá algunas transformaciones más radicales, imposibles de determinar todavía. Lo que se puede asegurar es que la radicalización política está generando acciones violentas que no eran común en la política uruguaya.