Observatorio del Sur Global

Ucrania y el gran negocio militar, Chile a 50 años del golpe y MORENA define candidatos

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Por Federico Montero

Hay tres temas importantes para charlar en el día de hoy: la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, a Ucrania, en una muestra de respaldo bélico y político; las paradojas de la política chilena a 50 años del golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Salvador Allende; y la definición en México del candidato presidencial del oficialismo y la perspectiva para las elecciones del año que viene.  

Hoy es un día importante en Ucrania porque se produjo una visita sorpresa de Antony Blinken, el Secretario de Estado de Estados Unidos. Ocurre en el marco de una especie de contraofensiva, que se venía anunciando ya en los últimos meses en términos de recrudecimiento de la confrontación bélica, en un conflicto que es mucho más que bélico. Es un conflicto geopolítico, de orden energético, de disputa por la centralidad -por ejemplo- del entramado industrial alemán, entre otras consecuencias de este conflicto.  

Actualmente transcurre en la dimensión estrictamente militar, estrictamente bélica, donde hay un intento de contraofensiva ucraniana que ha traspasado algunos de los frentes defensivos de Rusia. Se habla de algunos bombardeos, algunos de los cuales fueron interceptados en propio territorio ruso por parte de drones del ejército ucraniano. 

En ese contexto de recrudecimiento de la contraofensiva ucraniana para intentar recuperar territorios que fueron ocupados por Rusia, donde había población ruso-parlante, donde incluso hicieron un referéndum para anexarse a Rusia, en ese contexto aparece Antony Blinken, el enviado de Estados Unidos, para reforzar la posición de Ucrania. Reforzarla en términos políticos, pero también en términos de recursos.  

La guerra se ha transformado en un gran negocio y una de las cosas que ha anunciado Antony Blinken es más fondos para sostener la contraofensiva. Se habla de unos mil millones de dólares en principio, que podrían ir escalando, que se le suman a lo que viene.  

Es importante destacar que no solamente se trata de un apoyo para la contraofensiva actual, sino, en la perspectiva de mediano plazo, todo lo que va a ser el negocio de mantener un conflicto que ya se ha cronificado.  

Es difícil que este conflicto tenga una solución porque no se vislumbra una solución militar y tampoco una solución política. Las consecuencias de la desvinculación entre Rusia y Alemania y entre Ucrania y Rusia ya se están viviendo, hay una reconfiguración geopolítica, entonces se transforma en un gran negocio.  

Por un lado, la continuidad crónica del conflicto y, por otro lado, la reconstrucción de lo que va a ser la economía ucraniana bajo el nuevo formato, anexada a la dinámica de la economía norteamericana, fundamentalmente, y en menor medida de sus aliados europeos.  

Eso también es lo que anunció Blinken, es decir, que Estados Unidos quiere asegurarse que Ucrania tiene lo que necesita no sólo para tener éxito en la contraofensiva, sino también lo que necesita a largo plazo para asegurarse que tiene una fuerte disuasión, una fuerte capacidad de defensa para que, en el futuro, agresiones como la invasión rusa no vuelvan a ocurrir. 

Sobre cómo se vive el conflicto en Ucrania, cabe recordar que no ha habido bombardeo sobre poblaciones civiles a gran escala en esta guerra, sino que se concentraron básicamente en las cadenas de suministro bélicas. De todas maneras, la vida ha cambiado bastante.  

Se mantiene una especie de nueva normalidad, pero ha cambiado mucho el clima político. Como en toda guerra, cualquier desavenencia, cualquier discusión interna es tildada de funcional a los enemigos de la patria. En el caso del presidente Volodímir Zelensky, que era una figura que si bien tenía su popularidad, había ganado unas elecciones -que también son discutidas-, hoy se ha hecho un culto a su liderazgo.  

También han pregnado en Ucrania los sectores de ultraderecha. Filo nazis -o nazis- que reivindican directamente el nazismo producto de la historia de la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo fuertes destacamentos pro-nazis que se oponían al avance del Ejército Rojo. Todo eso fue pregnando la opinión pública y se generó un clima, si se quiere, más opresivo en el día a día.[Salto de ajuste de texto] 

En el caso de Chile, el 16 de septiembre se cumplen 50 años del golpe de estado  de Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende. Va a haber una serie de actividades importantes y la presencia de líderes internacionales para conmemorar la fecha. Este aniversario pone en discusión la herencia de ese proceso político.  

Existe una discusión que tiene que ver con la naturaleza de la dictadura. A diferencia de lo que sucedió en la Argentina, por ejemplo, no existió en Chile un proceso de memoria, verdad y justicia que permitiera, no solamente hacer justicia para los miles de muertos y desaparecidos que tuvo la dictadura pinochetista, sino también para saldar una discusión social respecto del sentido que tuvo ese proceso.  

En estos días circuló un video donde un periodista chileno entrevista al candidato presidencial de Argentina, el ultraliberal Javier Milei. Se veía un Milei en su versión más pura, no la edulcorada que vemos ahora, en la campaña presidencial. Hablaba del tema de la libertad económica y el periodista le decía “bueno, nosotros tuvimos una experiencia de supuesta libertad económica que se contrapuso a otras formas de libertad, como por ejemplo la libertad política, la libertad civil que nos costó miles de muertos”.  

Esa discusión en Chile no estaba saldada del todo. Se esperaba que el emerger del actual presidente, Gabriel Boric, y la convocatoria a reformar la constitución, pudieran significar, si no un equivalente al proceso de memoria, verdad y justicia como el de la Argentina, sí algo más profundo, que es revertir una de las consecuencias más permanentes de esa dictadura: la construcción del Estado Pinochetista. Un Estado que transformó a la educación y a la salud en una mercancía.  

Por otro lado, un entramado institucional que está plasmado en la Constitución, que fue pactada entre civiles y militares y que impide realizar grandes transformaciones en la vida cotidiana de las personas en Chile. Fundamentalmente, transformaciones económicas.  

Todo eso fue puesto en discusión en el proceso constituyente con la llegada de Boric al gobierno y, paradójicamente, no se logró concretar. La gente votó un cambio con Boric. Aún en la difícil situación política en la que asumió Boric, en términos de relación de fuerzas, se llevó adelante una constituyente, cuyo texto luego fue rechazado por la propia sociedad. Se reemprendió el camino constituyente, ya con una nueva modalidad, con una versión mucho más dominada por la derecha política.  

La Constitución que se está discutiendo hoy está siendo redactada por un “comité de expertos” que ha sido designado por las distintas fuerzas institucionalizadas, se corrió el protagonismo popular que tenía la primera constituyente y, aún así, tampoco está garantizado que esta nueva versión de la Constitución sea exitosa en el referéndum que se va a tener que convocar para aprobarla.  

Se da la paradoja de que al cumplirse un aniversario más del golpe de Estado contra Allende, que significó truncar un proceso de transformaciones profundas estructurales en Chile por la vía democrática -como le gustaba proclamar a Allende, una vía democrática al Socialismo, en contraposición quizás con lo que sucedía en Cuba, que era una vía revolucionaria-, esta discusión está abierta en Chile.  

Hay una expectativa y una promesa de cambios no cumplida, una sensación de malestar o de insatisfacción -por decirlo en los términos en que lo plantea la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner-, una insatisfacción democrática en Chile.  

En ese contexto emerge la figura de Antonio Kast, que es un abierto reivindicador del pinochetismo, de la derecha más reaccionaria en Chile, y lidera todas las encuestas. Es también el que está liderando y poniéndole los límites incluso a este proceso constituyente. Paradójico aniversario el que tienen Chile y el pueblo de chile.  

En debate con las perplejidades de un momento en el que tiene un gobierno de una generación que peleó para cambiar el país, que se formó políticamente en la lucha por el derecho a la educación, en contra de la reforma que estableció Pinochet, que llegó al gobierno, que pudieron impulsar una reforma constituyente, pero que en algo falló al implementar el cambio.  

Algo en la correlación de fuerzas que no supieron o no pudieron ver a tiempo, en la concreción de esos cambios en el momento de auge, después de las grandes movilizaciones, y que hoy la derecha, en este entramado institucional que construyó el pinochetismo, logró empantanar.  

Por otro lado, hoy es un día muy especial en México porque, como lo veníamos anticipando, se va a anunciar quién será el candidato o la candidata a presidente por el oficialismo para suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador. Será el resultado de un método de selección a través de encuestas y así se refirió a esto el mandatario: 

“Van a dar a conocer el resultado de quién gana la encuesta en el flanco  izquierdo y, como ha quedado constancia, yo no he inclinado la balanza. Se acabó el dedazo, va a ser la gente, que fue consultada en la encuesta. Entonces yo voy a apoyar al que gane la encuesta, como miembro dirigente del Movimiento de transformación, y le voy a entregar el bastón de mando para la conducción del Movimiento de transformación y yo me quedo, pues, un año gobernando. Lo que quiero es ya decir ‘aquí te entrego este bastón’, que representa los deseos de cambio y de transformación de millones de mexicanos, de quienes son los protagonistas de esta historia que nosotros representamos. Yo he venido conduciendo el proceso, ahora te toca a ti seguir adelante”

En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner habló del bastón de mariscal. En el caso de López Obrador, lo que va a hacer es entregarle a el o la candidata que resulte seleccionada la conducción política del Movimiento Morena, mientras que él va a quedar como una figura con un poder y una gravitación muy importantes en términos políticos. ¿Pero dónde? Claramente hay una apuesta por una renovación y, en el marco de esa transición que se va a anunciar hoy, López Obrador va a emprender un viaje, primero, a Colombia, para visitar al presidente Gustavo Petro, que está en dificultades, y para discutir entre ellos sobre el tema de drogas y narcotráfico, que voy a retomar en la próxima columna; y segundo, a Chile, para acompañar la conmemoración de los 50 años del derrocamiento de Allende.  

Será una gira por América Latina después de anunciar a quien va a ser el candidato o la candidata a sucederlo y conformar algo como el inicio de una nueva forma de conducción política sobre el Movimiento Morena.  

Hay una fortaleza y una aceptación popular muy grande del proceso de cambio que puso en marcha Andrés Manuel López Obrador. Hoy todas las encuestas indican que, sea quien fuere el candidato, lo más probable es que haya un triunfo político y esto se ve también en distintas movilizaciones que ha habido.  

Si bien tiene problemas con la Corte Suprema, con la derecha, que es muy poderosa, tienen a Estados Unidos al lado, ha logrado sintonizar y articular una fuerte mayoría social que se traduce electoralmente. Lo hizo a través de una combinación de reformas a favor de los más postergados, pero también con un ejercicio de la pedagogía política.  

Es un líder que le habla a la gente, que le explica las, cosas, que habla de los hechos de gobierno, que instala ideas, que discute con los periodistas todos los días en todas las “Mañaneras”, que son una especie de Cadena Nacional, donde él fija la agenda y alrededor de eso se discute.  

Habla lento, que es una forma de hablar de él, que proviene del interior de México, y que además es una forma comprobada de llegar a las grandes mayorías, que miran por la tele y que tienen una idea, todas las mañanas, respecto de para dónde va el gobierno, cuáles son las discusiones, cuáles las posiciones políticas que defiende y cuáles las peleas que se están llevando adelante. Mucho para aprender, quizás, del proceso mexicano.  

En resumen, Ucrania recibe el apoyo de Estados Unidos, que ya planifica a largo plazo; Chile conmemora los 50 años del derrocamiento y asesinato de Allende en medio del debate por la nueva constitución, dominado por pinochetistas, y México se encamina a una probable continuidad del oficialismo de Andrés Manuel López Obrador. Tres procesos que abren interrogantes sobre el futuro de la política internacional en el mundo y en la región. 

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