La cumbre de cancilleres de la ASEAN posicionó al sudeste asiático frente a los grandes jugadores globales mientras China avanza en su diplomacia global. Se desarrolló la tercera reunión de ministros de economía del G20 en Brasil con propuestas de frente al hambre e impuesto progresivos para enfrentar los desafíos económicos globales. Nicolás Maduro triunfó en las elecciones en Venezuela en una elección polarizada con la participación de la oposición.
Por Federico Montero y Pablo Macia
La cumbre de cancilleres de la ASEAN posicionó al sudeste asiático y a la diplomacia China.
El 25 de julio se desarrolló la 57° reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Vientiane, Laos, bajo el lema “ASEAN: mejora de la conectividad y la resiliencia”. El bloque consta de 10 naciones, conformadas por Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Vietnam y Myanmar, concentrando una población de alrededor de 650 millones de habitantes, siendo una zona de países emergentes en un contexto mundial con desafíos económicos y financieros, en el que se acrecienta la conflictividad con las guerras en Ucrania, medio oriente y tensiones en el indo-pacífico.
Según la declaración final del encuentro, las prioridades del bloque estuvieron concentradas en la promoción de la conectividad de la infraestructura; la reducción de la brecha de desarrollo, la mejora de la integración económica; promover los intercambios entre personas y fortalecer la capacidad y la eficacia institucional.
En materia de crecimiento económico, la ASEAN estima que en 2024 obtendrá una expansión del 4,7% del PBI frente a un 4,1% registrado el año pasado. Las principales propuestas de impulso económico están dadas por la priorización de la logística y la conectividad en las cadenas de suministro, facilitando el acceso a las PyMES, el intercambio comercial y financiero en monedas locales, la creación de una red de ciudades inteligentes y el desarrollo científico tecnológico orientado a la industria 4.0.
Pero además del avance hacia la integración y la complementación productiva y comercial, el bloque también destacó en su capítulo sociocultural al compromiso con los derechos humanos, el derecho a la salud, la educación, la ciencia y la tecnología. También se destacaron los esfuerzos de la ASEAN aportado ayuda humanitaria para lograr la paz en Myanmar, que sufrió un golpe militar en 2021. La ASEAN ha sancionado a la junta militar anulando su participación en el bloque hasta que alcance un acuerdo para restituir la democracia.
En cuanto a las cuestiones regionales e internacionales, la declaración abogó por el mantenimiento de la paz y estabilidad en el mar de China meridional y del sur, frente a los conflictos de Beijing con Filipinas, y Taiwán. También manifestaron la preocupación en la península de corea por los ejercicios de misiles balísticos de la República Popular Democrática de Corea (RPDC). En un plano internacional más general la ASEAN se manifestó en favor del ceso del fuego en Ucrania y en especial en la Franja de Gaza, con la grave situación humanitaria que afronta y con la matanza de 39 mil civiles palestinos. Por último, el bloque continúo abogando por una hoja de ruta para la membresía plena de Timor del Este a la organización.
El encuentro de gran trascendencia permitió la interacción con grandes actores internacionales extraregionales como Japón, China, Corea del Sur, Australia, india, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, entre los más destacados. Desde esas representaciones de la diplomacia internacional se desplegaron encuentros bilaterales de alto nivel, destacándose el de el secretario del departamento de estado Antony Blinken y el jefe de la diplomacia china Wang Yi. Los puntos de tensión entre ambos países están dados en torno a Taiwán y los mares circundantes y frente a Rusia. Beijing ha fortalecido las tareas de patrullaje y ejercicios militares en la región frente a la mayor presencia norteamericana en apoyo a Taipei y también a Filipinas. Mientras tanto, Washington impulsa el desacoplamiento de China por mantener la alianza estratégica con Rusia, acusándola de proveer microchips y materiales que Moscú utiliza para su industria militar.
Pero el poder de presión de Estados Unidos no está en su mejor momento dada la elección presidencial del 5 de noviembre que podría cambiar la orientación en materia de relaciones exteriores del país. Beijing ha aprovechado este relativo vacío para avanzar en su línea diplomática con algunos logros de importancia. Así, Wang Yi se reunió al margen de la cumbre con el ministro de Relaciones Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, para distender el conflicto fronterizo entre ambos países en la frontera del Himalaya y fortalecer los lazos en común que tienen en esquemas como los BRICS y la OSC. A la par hizo lo propio con el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, quien admitió la importancia de Beijing en las relaciones bilaterales y en el desarrollo de un eventual acuerdo de paz frente a Rusia. Por último. China logró sentar la semana pasada a todas las fracciones palestinas para arribar a un principio de acuerdo entre Hamas y al Fatah, que fue elogiado por la liga árabe para fortalecer la unidad, el cese del fuego y el reclamo palestino para la creación de su propio estado. Beijing viene cobrando protagonismo con estas iniciativas diplomáticas, enmarcadas en otras de carácter económico como la iniciativa de la franja y la ruta, o la mediación para el acuerdo entre Irán y Arabia Saudita concretado el año pasado.
Los ministros de economía del G20 en Brasil debatieron como enfrentar los desafíos económicos globales.
El jueves y viernes pasado se desarrolló en Río de Janeiro la III Reunión de Ministros de Finanzas y Presidentes de Bancos Centrales de los países del G20, bajo la presidencia pro tempore de Luiz Inácio Lula Da Silva. El presidente de Brasil inauguró el miércoles el pre-lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre, promovida por el mandatario el año pasado en Nueva Delhi, y que será ratificada en la cumbre de presidentes en noviembre. La alianza para desterrar el hambre tendrá tres ejes. El primero es financiero, impulsando a los países más ricos y a los organismos multilaterales de crédito y desarrollo para la creación de un fondo que financie la iniciativa. El segundo eje es el intercambio de experiencias exitosas en el combate al hambre como el programa Bolsa familia en Brasil, los microcréditos en Bangladesh, las asignaciones universales a la niñez y a los adultos, y otras iniciativas similares. Por último, la acción en el territorio, en la que los países que se acoplen a la iniciativa realicen la experiencia concreta de reducción del hambre y la pobreza para replicarla y perfeccionarla.
Lula recordó que al terminar su mandato en 2014, Brasil había eliminado el hambre de su territorio pero con la pandemia y las políticas bolsonaristas se reinstaló el mapa del hambre que hoy afecta a 8,4 millones de brasileños. El mandatario denunció que el hambre no es natural, sino una decisión política, y que “tiene rostro de mujer y voz de niño” aduciendo a los sectores más afectados. Lula prometió recuperar el logro alcanzado en 2014 de erradicar el hambre en su país. Como contraparte al hambre y la pobreza, Lula denunció que la riqueza de los mil millonarios pasó del 4% del PBI mundial al 14% en las últimas décadas. Por ello la presidencia pro tempore de Brasil impulsa un impuesto global del 2% al patrimonio de los superricos, que se estima generarían entre 200 y 250 mil millones de dólares por año. Pero a diferencia de la Acción global contra en Hambre, esta propuesta no cuenta con el aval de todas las naciones del grupo. Tal como lo indicó la secretaria estadounidense del Tesoro, Janet Yellen. De la misma forma, tampoco hay consenso para avanzar en el financiamiento de los objetivos climáticos, la renegociación de la deuda global de países menos adelantados, ni la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo, como el FMI y el Banco Mundial.
Es que los países que conforman el G20, mantienen una heterogeneidad en cuanto a posicionamientos económicos y geopolíticos que dificultan acuerdos de tal envergadura como los de converger en un único esquema tributario progresivo. Como muestra está la iniciativa de un impuesto del 15% marginal a los ingresos de los superricos, que no ha logrado avanzar. El G20 nacido para enfrentar las crisis económicas de inicios del siglo XXI está conformado por Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, el Reino Unido y Estados Unidos. A ella se le suman la Unión Europea, y los organismos del sistema de Naciones Unidas.
Triunfo del chavismo en las presidenciales en Venezuela con la polarización de la oposición.
Pasada la medianoche en Venezuela, con el 80% de las mesas escrutadas, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, anunció la victoria del candidato del Gran Polo Patriótico, Nicolás Maduro, con el 51,20% de los votos y 5.150.092 votantes frente al 44,02% del candidato opositor de la Plataforma Unitaria Democrática, Edmundo González (4.445.978 sufragios). Los restantes candidatos alcanzaron el 4,6% (462.704 votos). El titular del CNE, órgano compuesto por integrantes del oficialismo y la oposición política, solicitó una investigación por acciones de sabotajes contra el sistema electoral electrónico, que demoraron el conteo, pero remarcó que, con el porcentaje escrutado, la tendencia es irreversible. La participación rondó el 59% de los 21,6 millones de venezolanos llamados a votar. Las autoridades llamaron a respetar en paz el veredicto popular frente a algunas expresiones de la oposición que infundieron un manto de sospecha sobre los resultados.
En la elección el chavismo demostró gran capacidad de movilización y organización frente a la avanzada de la propaganda mediática internacional, que ya daba por hecho el triunfo opositor y echaba dudas sobre el reconocimiento del oficialismo frente a una eventual derrota. En rigor, fue la oposición política la que en numerosas instancias desconoció la victoria del chavismo en más de una veintena de elecciones desde su irrupción en 1998. También fueron sectores de la oposición los que apoyaron el golpe militar a Hugo Chávez en 2002, y otros ataques exteriores como las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea, el bloqueo de activos en el exterior como los de la refinería CITGO y las reservas de oro en bancos londinenses. Además de esos bloqueos, Venezuela tuvo que superar la caída del precio del petróleo, sabotajes eléctricos y otros ataques de Estados Unidos y las potencias occidentales como el reconocimiento del autoproclamado “presidente encargado” Juan Guaido.
La contienda polarizada de esta elección se debió a un trabajoso acuerdo del gobierno bolivariano con la plataforma opositora unitaria, iniciado con mediaciones internacionales para que las distintas fuerzas políticas participen en las elecciones y respeten la voluntad democrática del pueblo venezolano. De esa negociación salió el candidato Edmundo González como alternativa impulsada por la dirigente opositora Corina Machado, candidata inhabilitada por haber complotado contra el Estado venezolano al impulsar la intervención extranjera en el gobierno. Este candidato de orientación neoliberal proponía la privatización de los activos venezolanos, las políticas pro mercado y la retracción del Estado en la seguridad social y la defensa de los derechos a los sectores populares.
El presidente Nicolás Maduro confrontó a estas políticas estabilizando la economía, con la desaceleración abrupta de la inflación y un crecimiento económico de alrededor de un 5% durante este año. Pero además impulsó un programa político resumido en las 7 transformaciones 7T, que fue concebido desde las bases populares. El mismo implica un nuevo modelo pde desarrollo productivo con el impulso de la ciencia y la tecnología para producit valor agregado, bajar la inflación y recuperar la infraestructura dañana por las sanciones comerciales y financieras. También plantea recuperar la soberanía de la Guayana esequiba, la promoción de derechos sociales y el perfeccionamiento de la gestión gubernamental, la lucha contra el cambio climático y la integración latinoamericana y del sur global a través de mecanismos como el ALBA-TCP, la CELAC, los BRICS y otras instancias de cooperación estratégica.
La militancia del PSUV y del Gran Polo Patriótico fue crucial para recuperar la mística popular en esta elección reñida en la que todos los factores de poder mediáticos e internacionales jugaban en contra del gobierno. Queda ahora el desafío de implementar las transformaciones en un contexto donde la oposición ha sido derrotada en las urnas, pero continúa generando sospechas y motivando el descontento de la ciudadanía. Tal es así que, hasta el momento, sectores de la oposición y varios países aún no reconocen la victoria de Maduro en las elecciones.